China se interroga abiertamente sobre un futuro de Corea del Norte sin su líder, Kim Jong Un, rompiendo así con siete décadas de alianza entre los regímenes comunistas de los dos países vecinos.
El último ensayo nuclear norcoreano, a principios de septiembre, avivó la cólera de Pekín, que ha votado las sanciones de la ONU, y las aplica, reduciendo sus entregas de petróleo Pyongyang.
Sin embargo, al menos de forma oficial, China no quiere oír hablar de un cambio de régimen en su pequeño vecino y sigue abogando por el “diálogo” para convencer a Corea del Norte que renuncie a la bomba.
Desde el punto de vista de Pekín, una guerra y/o un derrumbe del régimen podrían provocar un enorme flujo de refugiados hacia su territorio y tropas estadounidenses en su frontera.
Ello no impide a algunos comentaristas chinos contemplar lo impensable: una ruptura entre los hermanos de armas, unidos durante la guerra de Corea (1950-53).
Una semana antes del último ensayo nuclear norcoreano -que sembró el pánico en las regiones fronterizas del noreste de China- un experto de temas internacionales instó directamente a Pekín a iniciar conversaciones con Estados Unidos y Corea del Sur sobre el período post-Kim.
Bajo el título “Es hora de prepararse para lo peor en Corea del Norte”, el experto, Jia Qingguo, decano de la Escuela de estudios internacionales de la prestigiosa Universidad de Pekín, se pregunta si los chinos o los estadounidenses no deberían hacerse con las instalaciones nucleares norcoreanas, para garantizar la seguridad general.
El experto contempla una entrada de las tropas chinas en Corea del Norte, para instalar zonas de protección para los refugiados e impedir que penetren en China. También cita la presencia de tropas surcoreanas y de la ONU para mantener el orden en Corea del Norte y se interroga sobre una posible reunificación política con Seúl.
“¿Debe la comunidad internacional implementar un nuevo gobierno en Corea del Norte, o bien organizar, bajo la égida de la ONU, un referéndum sobre la reunificación de toda la península con vistas a una Corea reunificada?” se pregunta Qingguo.
El artículo fue publicado en inglés en el sitio East Asia Forum, de la Universidad Nacional Australiana, pero es poco probable que el Gobierno chino no haya dado su aval a su difusión.
Para un diplomático occidental acreditado en Pekín, se puede simplemente tratar para el Gobierno chino de dar miedo al dirigente norcoreano y buena impresión a Estados Unidos, antes de la visita a China en noviembre del presidente estadounidense, Donald Trump.
“Si la comunidad internacional puede unirse para hacerle creer que realmente habrá una guerra, hay una posibilidad de que Corea del Norte congele sus ensayos nucleares”, afirma el investigador Wang Peng, de la Universidad Fudan en Shanghai.
Pero para David Kelly, del gabinete China Policy basado en Pekín, hay un real debate en el seno de la élite china, que se dice que “estaríamos mejor sin los norcoreanos” y que una “Corea reunificada sería una formidable oportunidad para China, el noreste (chino) se beneficiaría de ello”.
Similar análisis hace Barthélémy Courmont, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales de París: “Si Corea del Norte cae pacíficamente, China estará en primer plano para la labor de reconstrucción. China es el único país capaz de asegurar la reconstrucción en Corea del Norte”, dice.
Además, “si la dos Coreas se reunifican, ya no se necesitará la presencia de tropas norteamericanas en Corea del Sur y el pueblo surcoreano no dejará que se queden”, asegura Deng Yuwen, antiguo responsable de la revista de la Escuela central del Partido Comunista chino, que debió dejar su cargo en 2013 tras un artículo en el que ya pedía una ruptura con Pyongyang.
Por último, el escudo antimisiles estadounidense Thaad, instalado para hacer frente a eventuales misiles norcoreanos, ya no tendría motivos para mantenerse en Corea del Sur. El tema del Thaad -que incomoda grandemente a Pekín- “quedaría naturalmente resuelto” alega Deng.
A final, si China estuviera tentada con romper con su difícil aliado, “el único problema es saber cómo reaccionaría Corea del Norte”, advierte David Kelly.
Con información de AFP.
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