El tema de la enseñanza religiosa en niños ha sido últimamente un asunto muy cuestionado y debatido debido a que entran en juego puntos muy medulares y sensibles para la sociedad. ¿Qué es aquello que tanto intriga?
Las instituciones religiosas se cimientan en varios puntos. Por ejemplo, iniciemos con el artículo veintiséis, inciso tres, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En éste se nos explica que los padres son los que tienen el derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Por su parte el Protocolo adicional al Convenio Europeo para la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en suartículo segundo, promulgado en 1952, explica que la educación elegida por los padres deberá estar acorde o conforme a sus convicciones religiosas y filosóficas del tutor.
¿Acaso la religión puede ser tomada o considerada como educación?
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos firmado el 16 de diciembre de 1966 aplica en su artículo dieciocho que toda persona tiene derecho a libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; además de que nadie tiene que ser objeto de medidas correctivas que puedan alterar dicha libertad.
La libertad de manifestar la propia religión o sus propias creencias estará únicamente sujeta a las limitaciones prescritas por la ley para proteger la seguridad y es acá donde entra interrogante muy interesante: ¿un niño está capacitado para elegir la religión, creencia o ideología que quiera?
Ante esta pregunta y la constante lucha por una sociedad laica es que se cuestiona dicho elemento fundamental. ¿Qué tan válido o que tanto permiso le podemos, la sociedad, brindar a los padres o tutores para que influyen directamente en elección religiosa de su pequeño?
Cuando un padre lleva o conduce a su hijo dentro de la vida, contenido y teoría de la religión que profesa no lo hace con una mala intención. De hecho, puedo asegurar, busca como todo buen padre influir positivamente en el menor.
Dios no estorba a la humanidad, la salvación [en el caso del cristianismo, por ejemplo] es un llamado para todos, como creyentes [su doctrina así lo dice] tienen el deber de transmitir el mensaje de fe a los otros, bien sea a extraños a sí o con sobrada razón a sus parientes. Esa es una de las cosas que atraen o justifica, en los padres, su accionar.
Y puede ser válido aunque claro sus detractores alegan el hecho. Bautizar [e inscribir a un menor a una denominación religiosa sin su autorización] a un niño no es algo idóneo pues lo comparan con el afiliar a alguien, sin su consentimiento, a un partido político.
No son instituciones comparables, lo sé, pero así lo manifiestan no están de acuerdo con el sacramento inicial cristiano.
Lo mismo lo aplican en el judaísmo, por citar otro ejemplo rápido, en donde un infante es circuncidado en relación a una alianza milenaria con una deidad. Eso, lejos de una causa médica justificable, marcará al varón de por vida.
Así que... ¿es bueno, malo, positivo o negativo brindar la enseñanza religiosa en los pequeños? Tomaré el cristianismo por ser un ejemplo más común. Muchas catequistas hoy en día se ven en la dificultad de convertir en atrayente el mensaje milenario de la iglesia católica.
Cada vez se palpa el hecho de que los niños que asisten semanalmente, una hora regularmente el fin de semana, lo hacen u obligados por los tutores o sin una convicción plena y sin entender el por qué van.
La catequesis tiene por fin transmitir las verdades de fe del catolicismo y, de paso, preparar para recibir los dos [de tres] sacramentos de iniciación cristiana: comunión y confirmación ya que el menor que asiste por lo regular pertenece desde hace algunos años a la institución religiosa vía su bautizo.
¿Y qué pasa? Se ve marcadamente que luego de tal preparación [que abarca seis años, por lo menos así es en México] el adolescente, luego de confirmar conscientemente y convencido [según] la fe y pertenencia de su bautismo [en la confirmación] o no asiste a la misa obligada semanal para el católico y mucho menos su vida [ni plan de] entran en la de un cristianismo piadoso.
Los templos generalmente tienen destinada una hora del domingo para una misa infantil [a los que, en primer orden, el alumnado de los diferentes centros de catequesis son invitados] a donde o muy pocos infantes van o lo hacen de mala gana, forzados e inclusos obligados porque sino no podrán o hacer la comunión o la confirmación.
Una escuela norteamericana le hizo una pregunta interesante a sus alumnos, uno de ellos se llevó el boom en la Red debido a que alguien decidió subir la respuesta. La interrogante fue: dibuja tu parte favorita de la misa.
A continuación la respuesta:
Ésto se presta a ser interpretado de muchas maneras y, desde luego, sumado a la ocurrencia natural de los niños no puede haber una respuesta contundente pero sin duda se reaviva el debate.
Algunos creemos que es válido enseñar la o las creencias que los padres tienen a sus menores, al fin y al cabo, la psicología social argumenta que nuestros pensamientos e ideas de adultos son una suma tanto de los diferentes conceptos que ha tenido la sociedad y nuestro entorno como de nuestra percepción luego de dichos conceptos aprendidos pero hay algo interesante.
¿Por qué no presentar a dicho niño tanto las doctrinas de sus padres como mostrar, a su vez, un abanico de las diferentes religiones del Orbe, al menos de las principales?
El escepticismo, librepensamiento o apertura al mismo son fundamentales en una humanidad globalizada y, supuestamente, democrática. Todos, por ser humanos, tenemos el derecho de elegir en lo que creemos y no en lo que nos fuercen o condicionen sutil o involuntariamente.
Los padres están en su derecho -y obligación- de brindar una educación y que ésta abarque no solo conceptos semánticos sino también filosóficos, éticos, morales y, desde luego, religiosos ya que por algo la creencia en algo nos ha acompañado como sociedad.
Bien y aunque ahora muchos interpretan la idea religiosa como absurda o caduca no deja de ser un concepto cultural, histórico y vital para comprender y saber interactuar con los otros miembros del planeta.
Con dicho conocimiento el menor podrá decidir continuar la tradición de sus padres, optar por alguna idea religiosa nueva o bien, a su debido tiempo, desligarse de todas.
La decisión no tiene por qué recaer en un pequeño de cinco años. Ya después poco a poco y con el descubrimiento y comprensión de las diferentes religiones podrá, sin estar adherido a alguna, elegir o no la de su predilección.
Al menos, ésa es mi opinión.
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