En los últimos años ha ido en aumento la preocupación en la sociedad en general por la contaminación del agua y la generación de basura, pero haciendo un análisis más detallado me pregunto: ¿qué sucede con la contaminación atmosférica?
Con el fin de proporcionar información que permita el buen entendimiento de esta problemática, a continuación se presenta una somera descripción de algunos de los aspectos que intervienen en la contaminación de la atmósfera.
La atmósfera es la capa gaseosa que rodea al planeta Tierra, la cual es considerada la principal defensa que tienen las diferentes formas de vida, de la incidencia de las radiaciones que provienen del espacio exterior, principalmente del sol. Está constituida especialmente por nitrógeno y oxígeno. La calidad del aire en una zona, y en consecuencia, los efectos producidos por la contaminación atmosférica, depende directamente de la emisión de los contaminantes y de los procesos que intervienen en el transporte y la dispersión de los mismos en la atmósfera.
El Consejo de Europa en 1967 definió contaminante atmosférico como “cualquier sustancia extraña o cuya variación de la concentración en la atmósfera es susceptible, teniendo en cuenta los conocimientos del momento, de provocar un efecto nocivo o de crear un daño o una molestia”. Sin embargo la contaminación atmosférica es un fenómeno mucho más complejo, en el que participan multitud de factores.
De manera simple se puede sintetizar mediante un sistema integrado por tres componentes fundamentales: las fuentes de emisión, la atmósfera y los receptores. El origen de esta contaminación se encuentra en las fuentes de emisión. Las cuales pueden ser naturales, que aparecen en cantidades mayores que las fuentes que tienen origen en las actividades humanas, sin embargo son estas últimas, las que representan una amenaza más significativa a largo plazo para la biosfera.
Cada año la contaminación atmosférica provoca millones de víctimas y es responsable de afecciones graves para la salud humana. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada nueve muertes en todo el mundo es resultado de condiciones relacionadas con la contaminación atmosférica. Estas estimaciones tienen un margen de incertidumbre relativamente alto que nos puede hacer pensar que la situación podría ser todavía peor.
Los riesgos y efectos en la salud no están distribuidos equitativamente en la población. La edad, el estado de salud y las condiciones de vida de las personas son factores que hacen que se sea más vulnerable. Hay efectos de este tipo de contaminación que pueden ser a corto y largo plazo, siendo la exposición a largo plazo y de larga duración la más significativa para la salud humana. Ya que la cantidad de contaminante absorbido será más importante si el receptor está mucho tiempo en su presencia, y la capacidad de recuperación del organismo se puede saturar si queda expuesto a la contaminación durante mucho tiempo.
El tema de la contaminación atmosférica ha sido objeto de debate en la Asamblea Mundial de la Salud, motivo por el cual en 1987 la OMS emitió las Directrices sobre la calidad del aire (actualizadas en 1997), pero que no tienen ningún valor normativo. Es importante recalcar que su objetivo es proporcionar información básica a fin de orientar a las autoridades internacionales en la evaluación y gestión de los riesgos ambientales derivados de la contaminación atmosférica.
Actualmente existen muchos países que carecen de reglamentación en materia de contaminación atmosférica, lo que hace prácticamente imposible controlar este importante factor de riesgo para la salud. Y aunque algunos países participan activamente en la tarea de garantizar un aire limpio para todos, se necesita un compromiso mucho más fuerte por porte de los gobiernos internacionales para implementar una agenda global y mitigar los riesgos que plantea la contaminación atmosférica en el mundo.