¿Qué tiene que hacer un político para que se le reconozca la incompetencia?

Publicado el 06 febrero 2012 por Trinitro @trinitro


La construcción de los liderazgos en los partidos modernos es algo que es bastante estudiado, la famosa ley de hierro es tan atroz en los partidos españoles (grandes y pequeños, no hay quienes escapen) que nos proporciona ejemplos paradójicos de todo tipo.

En la política española hay políticos buenos, algunos hasta muy buenos, algunos en activo, otros relegados por la historia, las trifulcas internas o la mera trayectoria personal a un rincón.  El actual secretario general del PSOE es uno de los pocos políticos de muy buen oficio que hay, otra cosa es que según mi opinión el PSOE necesita hacer una transición hacia una nueva hornada de políticos (y no Chacón, no era la solución). Pero también la ley de hierro nos proporciona verdaderos incompetentes de tomo y lomo.

Que lleguen allí, puedo entenderlo, que se mantengan durante un tiempo, también. Que incluso, por los equilibrios internos y la mediocracia se mantengan durante más tiempo que el que se tarda en descubrir su incompetencia también lo entiendo. Lo que me cuesta de entender es que los adeptos tarden tanto en identificarles como lo que son, unos verdaderos incompetentes o bien políticos de medio pelo con menos capacidades políticas que el ciudadano medio, pero mucho oficio en el arte de sobrevivir en la intrincada vida del partido por la mera capacidad de no hacer o decir nada que sobresalte.

En el actual panorama político podemos ver unos cuantos, algunos claramente deshonestos y que han pasado por los tribunales que aún tienen el apoyo de “los suyos” (explicaciones politológicas aparte), otros claramente muestran una carencia de ideas propias, de discurso, incluso de capacidad de análisis de la realidad. Otros simplemente son personajes que son tan grises cualquiera que los observe de soslayo no sabe diferenciarlos del fondo un día de niebla. Algunos su incompetencia es tan manifiesta que han ido dando saltos allí donde han estado.

Muchos de estos tienen proyección mediática o sus virtudes son conocidas entre sus correligionarios, es decir, no languidecen en lugares sin luz y grises donde nadie puede ver su competencia o incompetencia. A pesar de ello, se sigue insistiendo en “la valía de tal o cuál compañero”, “es un gran político con un gran futuro”, “es un valor activo”, etc.. Siguen apareciendo en las sedes de los partidos, repiten un discurso vacío pero lleno de lugares comunes y muchas dosis de consignas ideológicas y reciben aplausos incluso de cuadros bien formados.

Esto me lleva a preguntar, ¿qué tiene que hacer un político incompetente para que sea reconocido como tal entre los suyos y sustituido? ¿ha de matar gatitos en público?. Y ese es parte del problema de la llamada desafección política. Que desde “fuera” o desde dentro poniendo un poco de ojo crítico se puede ver que hay bastantes emperadores y emperatrices que van desnudos, pero en cambio internamente se sigue manteniendo la charada de que son grandes líderes.

Y así nos va.