Que Toledo no se nos resista

Por Oviversai

En vista de que por razones completamente ajenas a nuestra voluntad (trabajo, compañía no turística, cañas o ingesta de buenos alimentos) no somos capaces de visitar Toledo en todo su esplendor, me veo obligada a que comiences tu cumpleaños pudiendo callejear por Toledo (aunque sea de forma virtual).

Sinuosas callejuelas nos llevan al gran espacio que alberga la inmensidad de este templo toledano de estilo gótico. Todo indica grandiosidad, 88 columnas, cinco naves o más de 750 vidrieras nos dan una idea de que aquí no recortaban a la baja. Los siglos XIII y XIV fueron testigos de su construcción tal y como la conocemos hoy en día; se dice que una iglesia primitiva del 587 ocupaba su lugar, siendo el siglo XIII el momento en que se decide ampliar la obra para dar cobijo al gran número de fieles y transformarlo en el templo actual.

  • Vista nocturna de la torre de la Catedral de Toledo

La sacristía de la Catedral alberga numerosos tesoros, entre ellos se encuentran múltiples obras del afamado Greco. Doménikos Theotokópulos (léelo y no pases por alto el nombre griego del artista ¬¬), influido por grandes italianos como Tiziano o Tintoreto, arriba a España y trabaja en sus características figuras alargadas. Tras ser rechazado como pintor regio por no inclinar a la oración a Felipe II, son numerosos los mecenas e instituciones que sí que deciden apostar por él y realizarle encargos.

  • La famosa Puerta del Reloj de la catedral toledana.

Otro de los tesoros de la sacristía es su cúpula. Se dice de su pintor, Lucas Jordán, que pintaba con un pincel en cada mano y, aún así, necesitó cinco meses para cubrir con sus pigmentos la cúpula.

Altar mayor de la catedral, encargo del cardenal Cisneros, cabeza de la diócesis de Toledo

La parte alta del coro tiene talladas numerosas figuras de relevancia, como santos y profetas, por contra, la parte baja del coro es más “mundana”, pues en los 52 sitiales se recogen las diferentes gestas y rendiciones de la histórica conquista de Granada.

Coro de la Catedral de Toledo

El claustro de esta catedral cuenta con una curiosa leyenda, pues se asegura que quien contempla la gran figura de San Cristóbal vivirá las siguientes veinticuatro horas. Hoy en día resulta bastante chocante la “longevidad insecticida” de apenas unas horas, sin embargo, en tiempos medievales, quién sabe si a más de uno no consolaría esta predicción.

En la misma Plaza del Ayuntamiento se ubican también la Catedral o el Palacio Arzobispal, así que tenemos concentrada gran parte de la historia y de la cultura de la Ciudad Imperial en este espacio.

El arquitecto de El Escorial es el mismo que el del Consistorio toledano, Juan de Herrera. Su estilo renacentista herreriano de escasa ornamentación es la firma de este arquitecto real. Aunque tengamos muy claro el retorno al clasicismo, como tardó en construirse tantos años, en muchas partes, sobre todo en su interior, el barroco despunta en todo su vigor. De hecho, los arquitectos iban muriendo tras el paso de los años y de uno de ellos os tiene que sonar mucho el nombre: Jorge Manuel Theotocópuli. Sí, sí, el hijo de El Greco.

Obviando que el estereotipo manchego no es precisamente un hombre de gran altura, tuvimos la oportunidad de disfrutar de las vistas de la torre de esta iglesia que pasa tan desapercibida a pesar de encontrarse en uno de los puntos más altos de esta bella ciudad.

El siglo XII es testigo de la construcción de esta iglesia, siendo el lugar donde se cree que oraban o se hospedaban los honorables caballeros del Temple. Tenga o no relación con los templarios, lo que sí que es cierto es que actualmente sólo se conserva su torre mudéjar, lo restante experimentó una profunda reforma en el siglo XVII y, otra, después de los daños sufridos durante la Guerra Civil.

Vista de la torre de la Iglesia de San Miguel de lo Alto desde el Hotel Alfonso VI

Inicialmente fue antiguo Hospital de Santa Cruz del Cardenal Mendoza y muestra el final de la arquitectura renacentista, ese estilo plateresco que recuerda a los artesanos del metal argenta. Digamos que está hermanado con los hospitales reales de Santiago de Compostela y de Granada, pues su arquitecto Enrique Egas es el creador de los tres.

Como hospital, encarna avances en cuanto a higiene, espacios ventilados y abundante entrada de luz solar que rompen con lo visto hasta entonces durante la Edad Media al inspirarse en los hospitales italianos. Además de cumplir con la función de hospital general, es lugar de refugio de niños abandonados o expósitos.

  • Uno de los patios renacentistas.
  • Fachada orientada al sur y entrada al edificio.

Respecto a la obra pictórica de sus exposiciones museísticas, vuelve a aparecer El Greco con diversas obras. Así que aunque no haya podido ver la Iglesia de Santo Tomé ni el Museo del Greco, puedo decir que al menos vi algunas de sus obras.

Retablo de la Inmaculada Concepción, El Greco

En primer lugar, vamos a aclarar el nombre de este convento, ya que dos congregaciones religiosas en un mismo nombre queda un poco raro. Bajo mandato de Alfonso X el Sabio se hace construir este proyecto para los franciscanos. Durante el periodo renacentista, que parece que es el estilo predominante de esta publicación, Isabel la Católica lo entrega a las religiosas de la Concepción porque las de la Orden de San Francisco se habían mudado a San Juan de los Reyes.

Toledo es conocida como la ciudad de las tres culturas y, después de estos edificios cristianos, le toca el turno a un edificio medieval de origen islámico: el Corral de don Diego. Solo hice foto de la puerta, bajo cuyo dintel accedemos a un patio que se cerraba por las noches. De hecho, aparece por aquí de refilón nuestro amiguito Enrique II, el hermanito fratricida de Pedro el Cruel. En este espacio se encontraba el Palacio de los Trastámara y, copio tal cual, “que fue en su día propiedad de don Diego García de Toledo, alguacil mayor de Toledo, señor de Mejorada y portero mayor de Enrique II de Castilla, que en 1353 legó a uno de sus hijos“.

Entrada al Corral de don Diego

“Mercado de las bestias” es el significado árabe de la plaza más famosa de Toledo. sūq ad-dawābb es lo que hoy en día pronunciamos como Zocodover. A lo largo de su historia es testigo de mercadillos, ejecuciones públicas, compra-venta de animales de tiro, corridas de toros, procesiones de Semana Santa y un largo etcétera.

Volvemos a recuperar el nombre de Juan de Herrera, pues este arquitecto también participa en la configuración del centro neurálgico toledano. Otros nombres de prestigio que podemos relacionar con la plaza por evocarla en sus obras son Cervantes, Bécquer, Tirso de Molina, Garcilaso, Lope de Vega, Galdós…

Como ciudad de las tres culturas ya estábamos tardando en saca a relucir la parte judía de Toledo. Esta sinagoga medieval se encuentra en lo que era la judería de la ciudad, alberga el Museo Sefardí y es una de las mejores conservadas. Es muy curioso cómo por fuera se observa un edificio bastante austero en contrapunto con la riqueza ornamental y decorativa de su interior.

Si lo recordáis del cole, los Reyes Católicos expulsaron a los judíos en 1492. En consecuencia, un edificio tan rico como este lo dieron a las órdenes de Calatrava y de Alcántara, quienes hicieron de ello iglesia, archivo, y cementerio de caballeros. También fue un barracón de guerra durante la época napoleónica. La verdad que son curiosos los usos que se le dieron, recordemos que hoy en día es el Museo Sefardí.

50 metros de altura hacen que sus torres aparenten abalanzarse sobre uno. Me dio la impresión de ser un edificio inmenso para el reducido espacio en que se encuentra, y eso que delante tiene una plaza. Por lo visto, se puede subir a sus torres y tener unas vistas de Toledo espectaculares. A mí me encantaría subir, me gusta verlo todo desde las alturas, aunque ya tenga que poner gafas.

No sé si lo sabíais, pero el patrón de Toledo es San Ildefonso y he aquí su iglesia. En el siglo XVI, ante la afluencia de fieles y de alumnos, los jesuitas deciden ampliar sus dependencias. De ahí que el conde de Orgaz les dé el chivatazo de que pone en venta algunas de sus posesiones. A pesar de lo “previsores” que son con esa jugada, gastan todo el dinero en los solares. Finalmente, pueden comenzar las obras gracias a la fortuna aportada por un caballero de Alcántara y una dama de la reina Isabel de Valois.

El Tajo encierra mucha historia en su curso permanente de agua y no iba a ser para menos a su paso por Toledo. Si os fijáis, a la izquierda de la imagen, se pueden apreciar unas ruinas. Yo pensaba que eran restos de un antiguo puente, pero no, son los Molinos del Daican.

Como no podía ser de otra manera, estamos en Castilla-La Mancha y hay que hablar de molinos. Los toledanos aprovecharon la fuerza del río para promocionar su industria, aunque a medida que las energías combustibles se fueron abriendo paso, los molinos cayeron en desuso y, año tras año, van hundiéndose un poco más.

Me parece increíble que estemos ante unas ruinas históricas del siglo XII, las cuales estuvieron un mínimo de 500 años moliendo grano, y que se dejen desaparecer de semejante manera.

En la parte izquierda del río se ven los bloques de las ruinas.

Una de las vistas más preciosas de Toledo es desde el Mirador del Hospital Virgen del Valle. Puedes ver la ciudad con perspectiva y a la vez te tiene completamente atrapado entre sus formas. No importa que lo hagas de día que de noche, salir un momento de la ciudad para poder apreciarla en todo su esplendor es un privilegio.

Vista nocturna de Toledo desde el Mirador del Hospital Virgen del Valle.
  • Puerta del Cambrón

La toponimia nos da pistas acerca del lugar que estamos nombrando, en este caso intuimos que los arbustos cambrones eran la vegetación que abundaba alrededor de la entrada a la judería de Toledo, la Puerta del Cambrón.

El estilo renacentista vuelve a hacer acto de presencia y las líneas arquitectónicas de este robusto edificio albergan también restos musulmanes y visigodos, pudiendo concluir de estos datos que este acceso a Toledo fue clave a lo largo de la historia de la ciudad.

Llama mucho la atención estar paseando por las calles de Toledo y ver un pasaje elevado comunicando dos edificios. Se trata de un acceso entre el primitivo edificio del Colegio de Doncellas y otro que se adquirió para su ampliación.

Si os fijáis, la fachada principal tiene dos portadas. La explicación es que una da acceso a la iglesia y la otra al colegio. Como dato curioso, esta institución educativa se convirtió en el siglo XVI en uno de los mejores colegios de Europa y, además, acercó a las clases más bajas el acceso a la educación.

  • Palacio de Fuensalida

En la Ciudad Imperial tendremos que sacar un huequito para la nobleza, que ya lo hubo para las tres culturas, para las órdenes religiosas, para los molinos, para los paisajes…

Esta noble residencia tuvo diferentes usos. Fue hogar de los condes de Fuensalida, cuartel de batallón, almacén de maderas… Hoy en día alberga la sede de la Presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Entre sus muros murió la reina Isabel de Portugal dando a luz al séptimo hijo del emperador Carlos I. Esos muros se caracterizan por aunar estilo gótico, plateresco y mudéjar, siendo uno de los grandes exponentes del arte mudéjar en este país.

Me hace mucha gracia que se grabó una película titulada El Greco allá por los años 60 con actores de Hollywood y la monda lironda. Cuando se estrenó, no obtuvo el éxito que pensaban que iba a tener. Como tantas otras cosas en esta vida.

Entrada al Palacio de Fuensalida
  • Torre de la Almofala

Puerta de la Almofala o “puerta del vado”, que es lo que su nombre quiere decir en árabe, al-mahadat, pues desde este lugar se controlaba la defensa de Toledo por la parte del vado del río.

Como curiosidad, este trozo de muralla fue utilizado como vivienda. Para ello se tapiaron los huecos de las puertas (los vanos) y su interior se aprovechó. Aunque hoy en día podemos volver a verlo descubierto y se aprecia una muralla muy cuidada.

Torre de la Almofala

Llegó el turno de los buenos alimentos y madre mía qué rico que está el mazapán toledano. Es todo un clásico contemplar en los escaparates de sus pastelerías y confiterías verdaderas filigranas realizadas con este dulce. Desde figuritas que da pena comer hasta grandes bloques representativos de toda una suerte de escudos, armas o edificios.

  • Las famosas anguilas rellenas de cabello de ángel.
  • Figura de mazapán que parece de porcelana.
  • Edificio de mazapán.
  • Espada gigante de mazapán.
  • El obrador de Santo Tomé es nuestra debilidad y cada vez que vamos cae, una cajita de estas delicias.

La palabra mazapán comienza a aparecer en el siglo XIII, momento en que las incursiones almohades tienen relación con este alimento. Por aquellos años, la población se encontraba pasando grandes hambrunas y debido al hostigamiento almohade, muchas personas se refugiaron en Toledo. Este hecho conllevó al desabastecimiento y resolvieron mezclar lo que tenían de almendras con azúcar. No tengo yo muy claro que en aquella época el azúcar, la miel y los huevos se pudieran mezclar con las almendras para crear un alimento contundente para los toledanos, sin embargo, puede ser posible que esas almendras fueran mezcladas con otros ingredientes y que los mazapanes de antes no fuesen como los conocemos hoy en día.

¿Vosotros sabéis algo más sobre los orígenes del mazapán?


Como se puede ver, nos queda un mundo por descubrir en la Ciudad Imperial. Iglesia de Santo Tomé, las puertas del Sol, de Alfonso VI y de Bisagra, coger más anguilas de mazapán, subir a la biblioteca del Alcázar o visitar su Museo del Ejército, el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda, mezquitas, sinagogas, callejear mucho más, más tiendas de recuerdos y décimos de Navidad, las Cuevas de Hércules, el Museo del Greco, el Palacio Arzobispal, Monasterio de Santa Clara o San Juan de los Reyes entre muchos otros… Espero que, aunque por separado, en los venideros cumpleaños se nos dé a los dos la oportunidad de visitar y disfrutar de Toletum en condiciones.

Un abrazo muy fuerte, Rrrubén-cumpleañero.

¡¡Somos invencibles e increíbles!!