Ayer Gil Manzano dio una lección de sumisión a la causa, pero no fue el culpable de que el Barça, de nuevo, no supiera qué hacer en ataque, y no supiera defenderse sin balón, de que el centro del campo pasada la media hora fuera previsible y triste y el del rival dinámico y alegre, y de que el conjunto blanco, en general, demostrara esa superioridad.
Ciertamente si Messi (antes de desaparecer) marca el 0-2 en esa oportunidad tan clara que
acabó en el consiguiente paradón de Casillas(una vez más les ha salvado pero seguirán insultándole) la cosa pudo ser diferente, al igual que si el árbitro no hubiera señalado el penalti y hubiera repartido "justicia"(es un decir) en las tarjetas, pero todos, absolutamente todos(incluso él) sabíamos que un penalti a favor de obra iba a señalarlo, por lo civil o por lo criminal, y lo de las amarillas estaba previsto o sea que no necesitamos excusas.
Ayer el Barça fue de nuevo el equipo triste de otras veces, el equipo incapaz de adaptarse al rival, hagan éstos lo que hagan, que siempre juega igual, que permite los contraataques una y otra vez, al que concederle un corner empieza a ser una jugada de estrategia puesto que el peligro siempre es en contra, con unos laterales que no saben recuperar la posición(Mathieu ayer era casi cómico en sus subidas), un Piqué que no llega a los balones o llega tarde, que se entretiene intentando regates en el borde del área y que le dio la oportunidad de utilizar a Manzano el comodín pactado disimulando su poca equidad y hasta pareciendo noble y decente su tarea.
Y volvió a decepcionar a una afición que, aquest any, si, realmente creía en este equipo, esperaba dar el golpe con Suárez, y dudaba por el miedo a la goleada,y al mismo tiempo se relamía pensando en sacarles 7 de ventaja teniendo en cuenta que los blancos parecían un equipo endeble en medio campo.
Pudo ser diferente si Messi marca el segundo o si Gil Manzano se convierte, un rato antes, al grupo de árbitros honrados que pitan solo lo que ven, pero ni Messi marcó ni a Manzano se le ocurrió dar el paso hacia la fe verdadera, y así el Madrid ganó el partido y el colegiado se aseguró la internacionalidad con rapidez.
Lo triste es que, al final, el 3-1 fue justo.