Dresde es conocida como la Florencia del Elba y es una de las ciudades renancetistas y barrocas más importantes de Alemania.
También es conocida por algo horrible que pasó durante la II Guerra Mundial y es que el 13 y el 14 de febrero de 1945, cuando la ciudad estaba repleta de refugiados de la parte este de Alemania fue bombardeada tres veces consecutivas por parte de los aliados. El centro histórico fue reducido a cenizas y perecieron entre 20.000 y 30.000 personas. Nosotros empezamos la visita a Dresde desde el parking que hay cerca del Teatro y de la Ópera.
Este teatro fue reformado en 1913 y en su frente se encuentra el monumento ecuestre al rey Juan, quien pasó parte de su vida intentando traducir al alemán La divina comedia de Dante.
En los alrededores de la plaza del Teatro podemos encontrarnos el edificio de la Guardia de la Ciudad Vieja (Altstädter Wache), reconstruido en parte para ser taquilla de la Ópera, el Pueblecito Italiana (Italianisches Dörfchen)...
La Residenzshloss, es el Palacio Real de Dresde y ha sido sometido a profundas restauraciones en los últimos años
Cuando llegamos a Dresde íbamos deseando que la ciudad no nos gustara. Por qué? Porque estábamos cansados y hartos de aguantar temperaturas de más de 35º durante los 12 días que recorrimos el valle del Rhin y el norte de Alemania. Sólo queríamos descansar!! Pero sólo con atisbarla desde lejos nos dimos cuenta de que nos iba a encantar.
Os podríamos recomendar que siguierais un determinado itinerario para conocerla, pero lo cierto es que en cada esquina de la ciudad hay algo que llama la atención, así que os recomendamos que os olvidéis del plano y os perdáis por sus calles.
Nos llamó mucho la atención la Frauenkirche y es que aunque estuvo en ruinas durante 50 años como recuerdo de los desastres que puede causar una guerra, finalmente se restauró, apreciándose por el color de su piedra las partes que fueron reconstruidas y las que fueron aprovechadas de las ruinas.
En esta iglesia tocaron, entre otros, Bach y Wagner y hoy en día vuelve a ofrecer conciertos de órgano.
Si cruzáis el Elba por el Augustusbrücke podréis ver el centro histórico en todo su esplendor. Lo malo es que no sabrás a donde dirigir tu vista, puede que el síndrome de Stendhal haga de las suyas en este rinconcito de Alemania.
Para terminar nuestra estancia y nuestra visita a Dresde tuvimos la suerte de ver fuegos artificiales desde la plaza de la Frauenkirche, así que fue el broche de oro para unos bonitos días de vacaciones.
Esta era la segunda vez en 8 meses que escogíamos Alemania para las vacaciones y sabéis qué? En diciembre volveremos a pisar tierras alemanas. Esta vez sólo pasaremos un día en Stuttgart, de camino entre Alsacia y las cataratas del Rhin en Suiza.