Qué ver y hacer cerca de Aínsa

Por Mundoturistico

Suena fuerte el río, en cuyo margen izquierdo te sitúas. También ruge el viento, que rompe en las montañas que apenas dejan ver el cielo. Estás en la recta final de una caminata de cuatro horas y parece que tus pies comienzan a andar solos. Llegas a la meta satisfecho y feliz. Tener estas sensaciones será uno de los mayores placeres que te dará el Pirineo; además de imponentes paisajes. Para disfrutar de este destino, recomiendo alojarse en Aínsa o alrededores y después moverse con el coche, pudiendo disfrutar de geniales lugares y actividades cerca de la población mencionada. Hoy te contaré qué ver o qué hacer en la comarca de Sobrarbe.

Te sorprenderá porque está a los pies de grandes montañas, plagada de árboles y ríos de aguas claras que son un regalo para la vista. A cada paso, puedes hacer una parada y disfrutar de un paisaje precioso. Además, hace buen tiempo, siendo agradables los días y siendo una gran idea alojarse en un hotel con piscina y disfrutar también de momentos de baños y relax. Por último, hay también pueblos bonitos y agradables donde pasear y disfrutar plenamente de nuestras vacaciones. ¡Os recomiendo mucho este destino!

Aínsa, la población más bonita de la zona

Tanto si te alojas en Aínsa –que os he recomendado porque hay más opciones de alojamiento, pero yo hice noche en Laspuña-, como si lo haces en alguno de los pueblos de alrededores, tienes que acercarte a visitar ese pueblo. Luce orgulloso la placa de uno de los pueblos más bonitos de España y sin duda, la hace merecidamente. Situado en la confluencia de los ríos Ara y Cinca, el verde entorno contrasta con el arremolinado casco histórico, de naturaleza medieval. Si nos escabullimos por alguna de las puertas a la villa o subimos a la muralla del castillo podemos obtener buenas vistas, tanto de la peña Montañesa como del Embalse Mediano. ¡Qué lugar tan bonito!

Pero como en otros pueblos del estilo, lo más llamativo y bonito de Aínsa son sus calles empedradas, sus monumentos antiguos y una amplia Plaza Mayor que rebosa ambiente gracias a los restaurantes encantadores que la pueblan. La Iglesia Santa María de Aínsa es también otro símbolo del lugar. Nosotros paseamos maravillados y luego paramos a cenar en una de las múltiples opciones que hay, todas muy apetecibles (en nuestro caso, Restaurante Fes, muy correcto y que luego nos recomendó un vecino de la zona).

Ruta para conocer el Ibon de Plan

En el Pirineo de Huesca hay muchas rutas que hacer. “Casi infinitas”, como nos dijo nuestro anfitrión del alojamiento en Laspuña. Aunque lo más conocido está en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, no todo acaba ahí. De hecho, preguntando al habitante ya citado, nos recomendó otra, fuera de los recorridos más manidos y muy interesante. Se trata de la ruta del Ibon de Plan, que va desde Plan hasta el ibon homónimo, un lago de origen glaciar que está localizado en un paisaje fascinante. Si bien merece muchísimo la pena, la ruta no es fácil. Se trata de 13,5 kilómetros con 979 metros de desnivel. Esto, dicho llanamente, supone que durante siete kilómetros lo que haces es básicamente subir por diferentes terrenos, normalmente hierba o piedra, una pendiente muy fuerte. Es cansado y se requiere tanto esfuerzo como forma física mínimamente para realizarlo y no estar dos días con fuertes agujetas como yo. Pero el esfuerzo tiene su recompensa y creo que las fotos lo demuestran. ¿No os parece?

Existe también una ruta corta. Para tomarla debemos ir al pueblo Saravillo y al final tomar una pista que nos llevará al Refugio de Lavasar. De ahí hay en torno a unos 4,5 kilómetros en total ida y vuelta.

Hacer barranquismo en el Río Yaga -zona inferior del barranco del Miraval-

En una zona tan escarpada como esta, el terreno es idóneo para realizar actividades de aventura. Si bien a mí muchas veces me da algo de pereza este tipo de planes, los preciosos ríos y embalses de la zona hacen que las opciones acuáticas sean más apetecibles. Y un verano a remojo es mucho más verano. De hecho, hay una iniciativa que tilda los ríos Ara, el Cinca y el Ésera como ‘Ríos mágicos’ y los habilita para darse un chapuzón. Buena idea, ¿verdad?

La actividad por la que me decanté fue barranquismo en el Río Yaga, concretamente en la parte inferior del Barranco Miraval. Es una ruta acuática, llena de saltos y toboganes naturales para todos los públicos aunque con algún paso que puede dar un poco de impresión. No obstante, se puede elegir siempre y poco a poco, se va sintiendo uno más cómodo. El recorrido es precioso y se agradece pasar un rato entre las piedras y el río que en otras ocasiones forman el bello paisaje que contemplas en una ruta. Yo hice la actividad con la agencia El Sarratillo y la verdad es que me encantó y me parecieron muy profesionales.

Ruta de los miradores y la de Garganta de Escuaín

El Pirineo de Huesca es un paraíso para andar y conocer paisajes impresionantes, así que otro de los días que estuvimos allí elegimos otra de las rutas más conocidas de la zona. En primer lugar, la ruta de los miradores, que parte de una salida muy cercana al comienzo del pueblo de Revilla. Es muy sencilla, de 4,4 kilómetros y 200 metros de desnivel, pero ofrece unas vistas impresionantes de la Garganta de Escuaín y las enormes montañas de alrededor, con varios miradores acondicionados. Otra de sus virtudes es que es una de las mejores zonas de Europa para ver quebrantahuesos en su hábitat natural, pudiendo distinguirlos muy bien y siendo muy común la gente con prismáticos que se encuentra allí con ese motivo especial. Al inicio de la ruta hay un panel que los distingue por aspectos, por lo que la visita es muy didáctica y hace ilusión verlos.

Pero hay otra ruta, más bonita si cabe, que es la visita a la Surgencia del Río Yaga, allí donde nace el río. También conocida como la ruta de la Garganta de Escuaín y accesible también desde el pueblo homónimo (Escuaín) y siendo esta última más sencilla. Pero este era también el viaje de los retos, así que buscamos información sobre la salida (a unos 1,5 kilómetros de Revilla volviendo hacia Aínsa) y realizamos otros cinco kilómetros para acceder mediante este lado del valle.

La ruta tiene tres partes diferenciadas. Una primera que atraviesa campo y es sencilla, dejando Revilla al margen derecho; otra que es bastante pendiente y que si llueve puede embarrase, suponiendo un poco más de dificultad; y una última, algo más estrecha con partes donde hay que agarrarse con una cuerda y apoyar prácticamente los pies en la pared de piedra. No obstante, no entraña ningún peligro y es sencilla. ¡Y que final!

Las aguas caen de una enorme cascada y luego van formando otros saltos más pequeños en una formación natural digna de una invención. Tan bonita como armónica. Aunque hay bastante gente, nosotros encontramos un rinconcito para comer y relajarnos antes de volver.

Ruta Cola de Caballo, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

Haciendo noche en Aínsa, también se puede llegar con facilidad al inicio de la ruta Cola de Caballo, la más conocida y una de las mejores para disfrutar el encanto natural del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Muchos te dirán que es demasiado típica, pero yo siempre he creído que la fama viene por algo y me suelo fiar de esos sitios que se han hecho demasiado populares. Así fue. La dejé para el final pero me sorprendió aún más gratamente de lo que esperaba. En total son cerca de 18 kilómetros, pero nosotros hicimos en torno a 12, pues ya estábamos bastante cansados e íbamos a dar un paseo tranquilo.

Tras un recorrido boscoso y desviarnos para avistar alguna de las cataratas que incluye esta ruta, hay un tramo en que comienzas a ser consciente de que estás rodeado de altísimos picos que apenas dejan ver el cielo. Aquí se disfruta plenamente esa tan manida expresión de “contacto con la naturaleza”. Esta te atrapa. Más allá de la gente que comparte contigo un lugar tan preciado, no hay otra cosa. Las flores salvajes salpican el camino y llaman tu atención con sus diversos colores, tan veraniegos. Caminamos fácilmente, disfrutando del camino. Y pronto llegamos a una cascada que son muchas cascadas en sí y que no puede dejar de parecerme el punto más bonito de la ruta. Las Gradas de Soaso lucen radiantes y perfectas y además de hacerles mil fotos intentando retener su belleza, encontramos un hueco para comer en soledad y seguir admirando este lugar y el valle. ¡Qué momento tan genial!

Esta ruta es súper sencilla; tan solo es algo larga y merece mucho la pena. Para hacerla en verano, hay un autobús desde Torla que vale 4,5 euros y te deja en una ladera desde donde partes. A la vuelta, se puede tomar un camino algo diferente en el último tramo, que te vuelve a hacer consciente del paisaje tan escarpado en el que te encuentras. ¡Una maravilla!

Piérdete en el Pirineo y disfruta de su paisaje improvisadamente

Como viajera, puedo reconocer que tengo cierta ansiedad por conocer lugares señalados, populares o conocidos, como decía antes. Pero no hay mejor destino que el que vayas donde vayas, puedes estar en un lugar bonito, parar con tu coche, coger unas cervezas y unas pipas y disfrutar del paisaje. Lo hemos hecho mucho en playas, viajando con furgoneta, pero en el Pirineo también lo catamos con el coche. Alojados en Laspuña, cogimos el vehículo y en la carretera que subía a la zona de Peña Montañesa, paramos en un lugar no peligroso y allí nos sentamos. En esos ratos uno es consciente de que está en un lugar privilegiado, de vacaciones, disfrutando de buena compañía y un plan perfecto. ¡Qué bien!

Datos prácticos

Transporte: para movernos por la zona utilizamos el coche. 

Hotel. En esta parte del viaje, hicimos noche en Laspuña. El hotel fue Puerta de Ordesa Garden, un apartamento muy cuidado, con jacuzzi y aparcamiento, por 100 euros la noche. Se podía cocinar allí, por lo que puede salir muy rentable. Me gustó bastante, pero no estuvimos demasiado al final.

Restaurantes. En Aínsa comimos en el restaurante Fes, que no estaba mal, aunque tampoco es especial en ningún sentido y en Escalona, en el hotel Revestido, donde el menú de noche me gustó bastante si bien el aspecto y la presencia no estaba muy cuidada. La verdad es que nos costó encontrar un lugar verdaderamente de nuestro agrado