Antaño se podía leer en los carteles de toros aquello de seis escogidos toros, ahora debe añadirse seis escogidos toros por los toreros. Cuando vieron la luz los carteles de la feria de Málaga no entendíamos cómo se anunciaban hasta tres hierros en la corrida de ayer. Ya lo sabemos, había un contrato privado de por medio con los toreros, y monsieur Simón Casas mintió públicamente en declaraciones al programa “El Redondel” de mi amigo Dani Rojo, argumentando que lo hacía para que hubiera diversidad de hierros, más competencia y más posibilidades de triunfo. Así las cosas, se genera el problema de la imposibilidad del sorteo, pues la empresa comunica al presidente del festejo, Ildefonso Del'Olmo, que no puede realizarse, ya que por contrato cada torero trae sus toros.
El presidente, haciendo demostración del grado de autoridad que le caracteriza y como político que es, se quita el mochuelo de encima evacuando consulta a la Junta de Andalucía, que para sorpresa de muchos (a mi ya nada me sorprende de la Cortijá de la Junta), y en documento firmado por la Jefa del Servicio de Espectáculos Públicos, hace prevalecer un contrato privado sobre el Reglamento Taurino de la propia Junta, que rige un espectáculo de carácter público como es una corrida de toros. Todo este asunto huele a una presunta prevaricación. Pero hay más. Porque la empresa hubo de modificar el cartel, anunciando la ganadería que lidiaría cada torero, lo que no figuraba en la cartelería presentada antes de que el público pasara por taquilla y de la renovación de los abonos. Algo que pudiera ser constitutivo de publicidad engañosa. El asunto va a dar mucho que hablar, ya lo verán. Pero, como siempre, al final no pasará nada. Al tiempo.
Acabo con un pasaje de la crónica de mi admirado Antonio Lorca en El País:
“…¿Para qué hacen falta los movimientos antitaurinos con este gobierno andaluz y estas figuras? ¿Dónde está la dignidad de los señores Padilla, Juli y Talavante? ¿Dónde su vergüenza torera que no les impide mofarse de quienes los mantienen en sus pedestales? Porque si importante es la forma —flagrante incumplimiento de la ley—, más grave es el fondo: el desprecio más absoluto a los espectadores.
¡Qué desolación y qué abandono…! ¡Qué penosa realidad la de esta fiesta, despreciada por casi todos y manipulada para el enriquecimiento y la gloria de unos pocos…! ¡Qué tristeza que el Gobierno andaluz ampare las presiones de quienes se empeñan en desacreditarla con imposiciones que llevan implícito un vil atropello…!”
Paz y salud
Pepe Pastor