He sido periodista toda la vida, he amado mi profesión y he defendido siempre la verdad, la independencia y la libertad. Además, he tenido la suerte de poder respetar la verdad, incluso durante el Franquismo, trabajando en EFE, la agencia oficial del régimen, donde siempre, hasta que llegó la falsa democracia, respetaron mi libertad y pude escribir y hablar según mis criterios éticos.
Me duele reconocer que he entrevistado a cientos de jefes de Estado, de gobierno, ministros y altos cargos en por lo menos una docena de países, entre ellos a dictadores como Fidel Castro, Daniel Ortega, Anastasio Somoza y muchos otros que eran golpistas y dictadores crueles, pero debo confesar que nunca conocí a nadie tan viscoso, oscuro y peligroso como Pedro Sánchez.
La primera consigna de la dirección de EFE me llegó cuando Franco ya agonizaba. Me dijeron desde Madrid que había que hablar mucho del terrorismo y de su maldad. Cogí ese mensaje y lo envié a periódicos como The Washington Post, Le Monde, Los Ángeles Times y otros, denunciando la interferencia. Algunos lo publicaron.
Tras la muerte de Franco, empezaron a llegar las consignas y las "recomendaciones" de los falsos demócratas que gobernaban el país.
Para mi generación, el periodismo consistía en servir al pueblo con la verdad, sobre todo aireando las suciedades y abusos del poder, como mandaba la democracia, que consideraba las libertades de prensa, de opinión y de expresión como baluartes defensivos que impedían que los gobiernos se volvieran tiránicos y corruptos.
Hoy, nada queda de aquella filosofía, salvo en algunos reductos de periodismo libre, donde se rechazan los dineros, los cargos y las muchas presiones del poder para convertirte en periodista mercenario o sicario.
El sanchismo, que es uno de los sistemas más corrompidos del planeta, compra periodistas y medios, silencia las críticas y esconde los errores, abusos, suciedades y miserias del poder bajo un océano de corrupción y dinero sucio.
El sanchismo ha convertido a los medios públicos de comunicación en nidos de prostitución informativa y ha conseguido corromper y someter también a muchos medios privados, a los que chantajea con la publicidad oficial.
Cuando el futuro condene el sanchismo y su prole de aliados corrompidos y enemigos de la democracia y España, los periodistas en general, serán también arrojados al basurero por haber ayudado a los tiranos a destrozar la nación española y asesinar sus valores.
Al morir Franco, durante la Transición, los periodistas, los políticos y los jueces eran los profesionales más respetados por el pueblo. Hoy esos tres grupos son los más denostados, junto con los militares y los policías, a los que el sanchismo también ha conseguido doblegar y corromper.
Las Asociaciones de la Prensa son hoy nidos de periodistas sometidos, auténticos perros del poder, dedicados a denunciar a los enemigos del gobierno, a propagar los falsos méritos del poder gobernante y a silenciar la basura gubernamental.
En el año 2009 publiqué "Periodistas sometidos, los perros del poder", en la editorial Almuzara. En aquel libro describia la ruta emprendida por el periodismo español hacia la ignominia y profetizaba con clarividencia lo que hoy vivimos con plenitud: un periodismo corrupto y mercenario al servicio de los partidos políticos y de espaldas al pueblo, a la verdad y a la democracia.
Me he dado de baja de la Asociación de la Prensa de Sevilla, silenciosa, cómplice y en manos del socialismo que hizo de Andalucía, durante décadas, un cortijo corrupto y lleno de basura y atraso. Algunos otros periodistas, muy pocos en realidad, han hecho lo mismo.
Lástima que la resistencia a la mugre que gobierna España no sea mayor y que los periodistas no sean, como deben ser en democracia, la vanguardia de la limpieza y los férreos defensores del buen gobierno.
Francisco Rubiales