Para que luego digan que los mensajes de nuestros politiquillos, sin altura de miras, no calan entre la ciudadanía. Caminaba entre la gente y descubrí a tres personas mayores, probablemente ya jubiladas, dos hombres y una mujer que discutían acaloradamente. No quiero reproducirles el contenido de los argumentos, pero el tono bélico y agresivo que rezumaba la conversación daba miedo. Cual cotorras hacían suyas las acusaciones de ida y vuelta de los Rajoy, Zapatero, Rubalcaba, Pons, Cospedal, Valenciano… toda una pena debido a la inmadurez que estos y otros políticos utilizan para dirigirse a los ciudadanos.
Pausé mi caminar para escuchar un poco más de cerca la batalla. Se mezclaba en todo esto al Papa, a los jóvenes beatos, a los laicos afrentosos, a los terroristas… haciendo de la opción religiosa otra cuestión más para la pelea política, cuando debería ser una cosa que se quedara de puertas para adentro en cada casa.
Pedir responsabilidad a la clase política para que adecuara el discurso; para que entendiera que todo no vale; que el frentismo no debería ser una opción en una sociedad civilizada y madura en términos democráticos; solicitar ese sacrificio a todos estos manipuladores de las voluntades, simplemente, ya no tiene sentido.
Entre rojos, azules, fachas, demonios, excomulgados, beatos, indignados… en toda esa maraña en la que nos están metiendo siempre ganan los mismos, mientras la ciudadanía se mueve entre nubes de humo sin saber donde poner los pies, ni lo que tiene delante, ni si hay futuro. Ahora el grito de moda parece ser ¡que viene la derecha! Ya veremos que pasa después.