Los Señores Plómez son ese entrañable matrimonio de gorrones y pesados que aparecen en los tebeos de Zipi y Zape, del maestro Escobar, autoinvitándose a merendar y a pasar la tarde en el saloncito de Don Pantuflo Zapatilla y de Doña Jaimita, los papás de los hiperactivos gemelos, un doble trabajo de infantes insoportables lo bastante complejo como para desquiciar hasta a la Supernanny de Cuatro.
Los Plómez no sólo acudían a merendar al domicilio de los Zipi y Zape y a dar la paliza a los desesperados sufridores que allí estaban, sino que tomaban posesión de la zona como los yanquis o los rusos cuando salen de sus fronteras para "misiones de paz y de confraternización puntuales", que las llaman... ¡y después no te los sacas de Polonia ni de Nicaragua ni poniéndoles Kryptonita en los bolsillos!
Y de Señores Plómez- no siempre entran por la chimenea cuando les cierras la puerta- está lleno el mundo, mucho más allá del sugerente universo de las viñetas. Por ejemplo, un Plómez puede ser tu hermana, tu cuñado, un sobrino, un amigo y su mujer... esa gente que no se despega del sofá y que vienen para quedarse una tarde de julio y, al final, no sabes ni cómo ni por qué, pero los tienes durmiendo en el sofá-camá dos semanas después.
LEYES DE LOS PLÓMEZ:
1) Los Plómez aparecen cuando menos te lo esperas y más agobiad@ estás o justo cuando te disponías a descansar un par de horitas libres en el sofá, con pijama y orinal.
2) Suelen aparecer al mediodía o a la hora de merendar y lo primero que dicen al entrar por la puerta es:
- ¡¡¡¡ ... primo, que bien que huele eso que nos estás preparando, oye, con las ganas que teníamos de verte!!!!
o(si es la hora de la merienda):
- ... si tuvieras algo por ahí, mujer, es que los niños traen hambre después de tanto viaje...
3) Tienen niños espeluznantes y malcriados, émulos de Pelotos Chivátez, que llegan y revuelven cajones de dormitorio y pintan en las paredes y saltan en el sofá mientras los padres se sonríen diciendo:
- ... tienen que jugar... son niños...
Si tienes parqué la cagaste. Entrarán en tu casa con patines. A mí me ocurrió.
4) Son los primeros que se sientan a la hora de comer, y casi nunca echan una mano. Es más, siempre piden palillo para hurgarse los "paluegos"( restos de comida que se te queda entre los dientes y/o muelas y que sueles deglutir luego, más tarde, cuando se caen o los quitas con la punta de la lengua) y preguntan tras los postres si hay café de pota y chupito, como si fuese la parrillada Buenos Aires.
5) "La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse hacia lo imposible". Aquí se acogen rápidamente a la segunda de las Leyes promulgadas por Arthur C. Clarke, pues estos chupópteros también intentan descubrir los límites de lo posible cuando se hacen dueños y señores del mando a distancia, como si tal cosa, silbando la del Río Kwai, para ver el fútbol o Luar en tu sofá favorito...¡y si es verano en calzoncillos o ropa interior, como si estuvieran en su casa!!(creedme si os digo que no exagero mucho).
O se cortan las uñas de los pies y te las dejan haciendo dibujitos en una esquina de la mesa... y se duchan y no recogen ni la toalla y te queda toda la pelambrera en la bañera sin haberle pasado ni siquiera un agua, como si un oso hubiese estado hibernando allí.
6) Y nunca traen regalos o el más mínimo detalle para nadie.
Seguro que la mayoría os estáis acordando de algún/a Plómez que tenéis cerca y con el que os entra como un extraño amago de congoja y angustia sólo de pensar en su llamada o visita. Los peores son los que viene de otra ciudad(suelen ser familiares) y en verano, pues siempre entran por la puerta diciendo lo mismo:
- ... bueno, es que pasábamos por aquí y pensábamos en haceros una visita y teníamos la intención de quedarnos un par de días para llevar a los niños a... pero claro, está todo ocupado y tan caro, ¡¡80 euros una noche en una habitación!!!... hasta que nos dijimos: ¡¡Al carajo, nos vamos a casa de tu hermana y le damos así una sorpresa y seguro que por un par de días nos tiran allí en el suelo un colchón en la sala esa que tienen vacía y otro para los niños y punto... ¡¡uhmm, por cierto, hermana, que bien huele eso que estás preparando...!!!
Y en dos semanas no los mueven de allí ni los GEOS.
La solución: dejadles dormir un par de noches en esos colchones RestForm que anuncían en Teletienda y ya veréis cómo no les quedan ganas de volver a gastarse la pasta en fisioterapeutas para pagarse la reestructuración de ese sufrido y contracturado espinazo de gorrones y pesados que arrastran.
O haced como en Covasna, centro de Rumanía, ciudad en la que sus habitantes les dan a los osos kilos de bizcochos y chocolate para que no se paseen por sus calles revolviendo en los contenedores de la basura.
Saludos de Jim y comed muchas orejas y filloas para no quedaros churrismiquis.