Título original: ¡Que vienen los socialistas!
Dirección: Mariano Ozores
Año: 1982
Duración: 86′
País: España
Guión: Mariano Ozores
Música: Gregorio García Segura
Fotografía: Leopoldo Villaseñor
Intérpretes: José Sacristán, Antonio Ozores, Luis Escobar, Jenny Llada, Azucena Hernández, Alfonso del Real, Antonio Gamero, Raúl Sénder, Mari Carmen Prendes, Antonio Garisa.
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España, verano de 1982. Además de Mundial de fútbol y Naranjito a go-gó pasaban otras cosas. Una de ellas era el anuncio de los sondeos sobre las altas posibilidades de victoria electoral del PSOE en las generales fijadas para el otoño. ¿Qué iban a hacer gobernando el país? ¿nacionalizarían la banca? ¿cómo se comportaría el chaval de la chaqueta de pana llamado Felipe González? ¿iba a pasar algo con los privilegios de la clase alta y acomodada?
Con estas cuatro cositas el señor Mariano Ozores compone una comedia a la que vamos a intentar meter mano.
Resulta que el señor Valle (José Sacristán), es el delegado del PSOE en una pequeña ciudad de provincias. Quien antes era alguien con visibilidad cero para las fuerzas vivas de la localidad, se convierte de la noche a la mañana, gracias a los vaticinios de las encuestas, en el objetivo de todos los intereses: del Conde del paraje, del constructor, del farmacéutico, del presidente del Casino, del vendedor de muebles, el cura…, los cuales, en su mayoría, son además miembros de distintas pequeñas fuerzas políticas agrupadas en torno al centro-derecha (en clara alusión al conglomerado en vías de descomposición que en aquel entonces era la UCD), y que van a entrar en encarnizada pugna por lograr el favor del señor Valle para que cuando llegue el momento, puedan tener un buen contacto del que tirar. De este modo se desharán en ofrecimientos y concesiones queriendo comprar su favor.
Lo demás, mirando la ficha del film, lo podemos imaginar. En manos de los hermanos Ozores lo que se nos ofrece es un sinparar de situaciones grotescas, de aquel humor casposo y a veces soez tan habitual de la “españolada” típica y tópica de golfantes y señoras ligeras de cascos. Hay quien sitúa a este tipo de cine como ejemplo de un cine de derechas, que en la etapa de la transición desacreditaba a la naciente democracia con sus burlas y chanzas, dando una imagen demagógica, egoísta y corrupta de la clase política en general. Con esta interpretación es fácil concluir que lo que de fondo se defiende es la mano dura y autoritaria.
Yo no llegaría tan lejos en este caso. No estamos hablando de cineastas ligados al régimen franquista como Rafael Gil, que también hizo sus últimos trabajos en esta época, apoyado en textos de Capmany y Ussía. Es más, a veces se aprecia muy claramente una crítica hacia todo aquel que, siendo poderoso, entra en política con el único afán de conservar e incrementar lo que ya se tiene. Por otro lado, sin embargo, las cesiones en las que cae el Sr. Valle denotan un mensaje que denuncia que al final, por muchos principios que se tengan, todo el mundo es comprable, aún cuando el personaje del delegado socialista está tratado con mucho más cariño y sale mejor parado que los demás.
Lo que me queda mucho más claro de todo el metraje es el guiño berlanguiano constante, y en especial a Bienvenido Mr. Marshall. En definitiva, unos y otros, por diversos motivos, están expectantes ante la llegada del socialismo, expectación que se dispara por mil cuando se anuncia que el mismísimo Felipe González, de camino a la capital, hará parada en el pueblo. Es en ese momento cuando se despliega el colofón de la película y el gran saludo a Berlanga, con su momento coral, y la emoción contenida por todos, bien sincera o espúrea, por conocer al “mesías”. Sin embargo, como ocurrió con Mr.Marshall, la caravana pasa de largo, dejando a todos compuestos y sin adulación. Como diría una joven promesa de nuestra dirección teatral, es la gran metáfora española, el que todo nos pase de largo.
Por cierto, según datos de la Filmoteca Española, la película llevó a las salas a casi medio millón de espectadores y recaudó más de 70 millones de pesetas.
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