El 28 de abril Mirelle y yo volvimos a organizar una quedada para hablar del TDPM y de cómo este trastorno afecta a nuestras vidas. Cuando nos unimos éramos solo nosotras, pero era de esperar pues no es algo que hayamos promocionado, y cuando se empiezan a hacer este tipo de quedadas es difícil que la gente se una. Por no hablar de la diferencia horaria pues nos encontramos en distintos países…
Entonces alguien se unió, y durante una hora, fue un momento maravilloso, donde pudimos compartir muchos momentos de nuestra vida. Es increíble el impacto que compartir tus síntomas, tus miedos y dudas puede ayudar tanto, cuando das con personas que sufren lo mismo que tú. Además de las cosas nuevas que puedes aprender que desconocías.
Hablamos de muchos temas diversos y algo que me marcó y que ya lo hizo la primera vez que hablé con Mirelle, es cómo el saber que padecíamos el trastorno le dio mucho sentido a nuestro pasado. Y más aún, a nuestra infancia. No hay datos suficientes para saber ni por qué este trastorno se origina (aunque se suele apuntar a una sensibilidad elevada a los cambios hormonales de progesterona y estrógenos), pero es curioso que ya sintiésemos emociones elevadas antes de nuestra primera menstruación.
Y por tanto hicimos hincapié en la importancia de darle visibilidad al trastorno, pues aunque la sintomatología se agrave con los años, sería muy interesante estudiar si ya desde la niñez hay síntomas y cómo la tristeza y ansiedad nos acompaña desde una edad tan temprana.
Cuando pienso en mi misma y recuerdo y leo escritos que ya hacía desde bien chica, me causa una gran tristeza pensar en cómo experimentaba todas estas emociones sin saber de dónde venían y sufrirlas en silencio.
Como ya he dicho otras veces, no se trata de victimizarnos (hay muchas enfermedades mucho peores que ésta), pero sí de concienciar a la población de que este trastorno puede cambiar nuestras vidas y prolongar un sufrimiento que quizás se reduciría con información.
Los pocos estudios que hay sobre el TDPM dicen que entre un 5-8% de las mujeres padecen este trastorno. Y si tenemos en cuenta que la población mundial es de 8000 millones, lo dividimos entre dos (hombres y mujeres) y sacamos el porcentaje, significa que alrededor de 200-320 millones de mujeres pueden padecerlo o lo han padecido… ¿poco? Parece un número interesante para dedicar recursos a investigar a fondo de dónde viene, cómo mejorarlo y cómo concienciar a adultos y jóvenes de su existencia.
Y por otro lado, está la normalización de los síntomas del SPM y de cómo a pesar de que el 50% (aproximado) de la población puede padecerlo, a nivel laboral por ejemplo no se tenga en cuenta. En una sociedad capitalista donde el estrés es una constante y la eficiencia en el trabajo es primordial… parece injusto que se nos exiga de igual modo a pesar de los síntomas que tantas mujeres sufren mensualmente. ¿Hemos avanzado mucho? por supuesto, ¿podemos avanzar más? por supuesto.