Hace ya muchos meses que se rompió la burbuja en la que vivíamos y determinadas personas ya nos hemos dado cuenta de que debemos avanzar con una perspectiva nueva porque la vieja opulencia de tiempos pasados, no volverá, al menos a corto plazo. Aun son muchas las personas que aun piensan que esto ya mejorará tarde o temprano. Eso hace que este segmento de población no haga nada en sus organizaciones para prevenir una caída mayor y lo que pueda venir. Desgraciadamente, el futuro es incierto y para conseguir que se clarifique, se deben tomar medidas que ayuden a ello.
Muchas empresas han procedido a despedir trabajadores, unas veces con necesidad y otras abusando del caos reinante. Sin embargo, esto, si no está planificado y previsto no significa que la compañía sobreviva porque no depende solo de eso.
Por ejemplo, si preguntásemos a los empresarios cuántos de ellos tienen una política activa de retención de personal en sus compañías, nos sorprenderíamos negativamente y veríamos que un porcentaje muy bajo. De la misma forma, si formulásemos la pregunta de ¿Os habéis preocupado de cómo se encuentran vuestros trabajadores en estos momentos? veríamos que la respuesta sería negativa y que el sentimiento general es que como en estos momentos la creación de empleo no abunda, permanecerán con ellos pase lo que pase, independientemente de cómo se sientan.
A los empresarios que se mantienen estáticos en sus políticas de gestión, motivación y retención de trabajadores, les pasará factura esta actitud tarde o temprano. Según un reciente estudio de Adecco, se refleja que casi la mitad de los trabajadores en activo han pedido a los Reyes Magos un cambio de trabajo. Eso significa que las personas no están tan contentas como se piensan algunos empresarios.
Parte de culpa si tienen por los abusos ejercidos en los últimos meses debido al recorte de personal en las compañías con nulas comunicaciones a los que se quedaban sobre lo que pasaba. De la misma forma, más de un trabajador ha tenido que asumir su trabajo y el de dos más que ya no están, sin ningún tipo de reconocimiento.
De nada sirve que las empresas se planteen cuando un trabajador comunica que se va de la compañía qué puede hacer para retenerlo. No es más que una medida pasiva porque no les queda más remedio. Durante meses, puede ser que ignorase las señales o peticiones de ese trabajador porque confiaba en que ese día no llegaría.
Las empresas deben de estar activas y tener un protocolo adecuado que les indique en cada momento como se encuentran todos sus trabajadores. El problema es que muchas empresas tienen implementados sistemas evaluación del desempeño y de carrera profesional sin objetivos claros que se quedan en papel mojado.
Para evitarlo, será fundamental establecer vínculos de confianza que potencien la comunicación de forma habitual para escuchar lo que cada uno tenga que decir. Eso no quiere decir que siempre se les pueda dar a los trabajadores lo que piden pero sí que al menos vean que se preocupan por ellos y que intentan conseguir algo por ellos.
Las empresas deben de preguntarse qué pueden hacer para que sus trabajadores se encuentren contentos en la compañía. Es decir, debe analizar cómo están ahora y a donde les gustaría llegar. Es cuestión, dentro de las posibilidades, implantar flexibilidad e itinerarios individualizados porque la homogeneidad en la retención de personas no suele triunfar. No olvidemos que las personas necesitan sentirse importantes por ellas y por lo que hacen.
Y si veis que vuestros trabajadores se van en un lento goteo en vez de mirar para otro lado o argumentar que la culpa es de ellos, quizás deberíais preguntaros qué es lo que hacen otras empresas para que sus plantillas estén estables. Las respuestas las tenéis delante de vosotros es sólo cuestión de que las queráis ver de una vez por todas y tomar medidas. No olvidéis que no todos los trabajadores son iguales y el cuidarlos ayuda a que permanezcan los mejores con vosotros.
¿Qué medidas tenéis para retener a vuestros trabajadores?