Queen - Parte II

Publicado el 27 febrero 2011 por Bitacorock

El paso sublime

"A Night at the Opera" fue algo más que el cuarto álbum de Queen. Editado en noviembre de 1975 y arribado a la Argentina un año después, como parte de la excelente serie de EMI "Convivencia Sagrada", el disco portaba una especie de dinamita que hizo explosión ni bien ganó la calle. ¿Cuál era su secreto para que de buenas a primera el hasta entonces oscuro Queen conquistara audiencias alrededor del mundo e hiciera cruzar de vereda a la hasta entonces agresiva crítica?

Porque musicalmente el disco no aporta un vuelco estilístico de la misma magnitud que ostentó su colosal recibimiento. Es simplemente una reiteración -aunque eso sí, bastante más depurada- de melodías de sus álbumes anteriores, en particular "Queen II". Pero contiene una cuidada selección de temas en los que los cuatro integrantes se lucen individualmente como compositores e intérpretes: May canta en "39" y "Good company", dos bandas de su autoría, Taylor hace lo propio en "I’m in love with my car" y Deacon aporta su creación "You’re my best friend", aunque la primera voz corre por cuenta de Mercury, autor del resto de los temas.

Mas, como siempre, el rasgo notable de Queen y especialmente de este disco recae en los impresionantes arreglos vocales Mercury-May-Taylor que visten de gala a todos los temas, pero hacen en particular de "Bohemian rhapsody" una obra maestra. No sólo este corte recorrió el mundo como disco simple, sino que a la postre habría de consagrarse en la encuesta anual del Melody Maker y otros prestigiosos periódicos rockeros, incluso de Japón, con el primer puesto entre los simples de 1976. Treinta y cinco años desde su lanzamiento no le han quitado a la rapsodia más famosa del rock esa particular capacidad de estremecernos cada vez que la escuchamos.


"Tenemos una escala de valores muy exigente y somos sumamente meticulosos. Si no podemos hacer bien una canción preferimos no hacerla. Además somos un grupo muy raro porque rompemos las reglas a las que se ajusta la mayoría. ¿Acaso hubo alguien que haya combinado un tema de rock con ópera?" (Mercury, dixit).

El poderoso tsunami que originó "A Night at the Opera" se repartió a lo largo y ancho del mundo. Tras una serie de conciertos que culminaron en el afamado Budokan de Tokio, donde se dice que el público extendió un aplauso tan cerrado que fue escuchado a centenares de metros del lugar, revistas, diarios y diversos medios del enjambre rockero proclamaron a Queen como una de las bandas más destacadas que hayan tocado en Japón. Otros señalaban a Queen como el mejor grupo vocal del rock después de los Beatles, al tiempo que habían quienes deslizaban líneas como... "estos músicos son tan sensacionales que empalidecen otros grandes nombres de la escena actual"...

El profundo contraste entre el antes y el después de "A Night at the Opera" tomó por sorpresa a muchos y de hecho los primeros sorprendidos fueron los propios integrantes de la banda. "Resulta difícil dar una explicación a la repentina aceptación por parte del público -explicaba Brian May-. Antes de nuestro cuarto álbum lo único que recibíamos eran críticas en contra que llegaban al punto del abuso y eso nos afectó bastante, aún ahora. Pienso que a todos los artistas les afecta este tipo de cosas, aunque no lo quieran reconocer."

Lo cierto es que apenas editado, el álbum del broche de oro se había encaramado en el primer puesto de los charts ingleses, donde permaneció durante nueve semanas... y en el cuarto lugar en Estados Unidos. Este último detalle, para nada menor, era indicativo de que por fin la puerta a la conquista del entonces esquivo mercado norteamericano se abría de par en par para Queen.

No perdieron el tiempo. Por empezar, la sólida sociedad con el productor Roy Thomas Baker quedó disuelta en 1976, cuando los Queen decidieron prescindir momentáneamente de sus servicios para asumir ellos mismos el rol de la producción. A fines del ’76 la banda lanzaba a la calle un flamante trabajo que una vez más portaba el título de otro film de los Marx: "A Day at the Races". Cuando el disco llegó a la Argentina allá por agosto de 1977, Queen era un fenómeno local de particular resonancia, si bien hasta entonces las giras de los popes rockeros internacionales comprendían únicamente una buena parte del hemisferio norte.

El nuevo álbum tuvo que luchar contra la propia sombra de su honroso antecesor y en su momento no cosechó más aplausos que este. Era previsible. Algunos aducían que las composiciones no se encuadraban en la misma complejidad de las del anterior y que discurrían por un plano creativo más bien estándar, aunque no por ello habrían de sufrir la calidad interpretativa, la prolijidad y el esmero puestos en cada nota ejecutada. Con el tiempo "A Day at the Races" ganaría puntos a su favor; sin embargo, nunca supo desembarazarse de su categoría de "sucesor de un auténtico boom".

Para la platea popular, en cambio, Queen seguía creciendo sin pausas, sumergido en un torbellino de shows en vivo en los que Freddie Mercury hacía buena gala de su status de "estrella"... y hasta en el boliche más refinado los temas de su sexto álbum comenzaban a escucharse con gran insistencia...

Porque básicamente "News of the World", disco editado originalmente en octubre de 1977 y llegado a la Argentina en mayo del año siguiente, es un regreso el rock poppero que deja sutilmente de lado esos tersos toques operísticos de antaño para ya trazar la línea definitiva de lo que sería de ahí en más la música de Queen. Desde su satírica portada hasta las letras que tanto pueden hablar del amor como de la intensa lucha por llegar a ser alguien (el caso típico de Queen) queda en el medio una serie de cortes que pasean por baladas, melodías y un poderoso rock sazonados con el inconfundible gustillo que le otorgan las voces y demostrando la versatilidad que había alcanzado una banda que hasta poco antes carecía de "estilo definido". Para la prensa de la época, "Queen es uno de los grupos más notables surgidos en la década del '70".

Y si "Bohemian rhapsody" había sido "el" simple de Queen, el que fue extraído de este disco sería "el clásico" de Queen: "We are the champions" / "We will rock you".

A fines del ’77 el grupo obtuvo brillantes menciones en las encuestas organizadas por el Melody Maker, y Brian May en el rubro "guitarrista" y Freddie Mercury en el rubro "cantante" ascendieron a puestos de relevancia.

No puede negarse que también se preocupaban por perfeccionar sus habilidades artísticas. May, que siempre había utilizado una guitarra casera diseñada y fabricada por su padre y él mismo (cuando tenía 17 años) profundizaba sus técnicas con el instrumento, primordial ante la prescindencia de sintetizadores. "Personalmente pienso que la guitarra es uno de los instrumentos más expresivos y completos. Es por eso que nos gusta orquestar con guitarra y voces solamente, sin recurrir a otros medios. El hecho de que sigamos evitando el uso de sintetizadores es ya una tradición a esta altura" (May, dixit).

Aún no se habían acallado los compases del super-simple que haría de "News of the World" un exitazo comercial cuando otro rimbombante suceso esperaba a la vuelta de la esquina. El simple pop "Fat bottomed girls" / "Bicycle race" de edición mundial casi simultánea (octubre de 1978) venía abriendo el camino para un explosivo séptimo álbum de inminente aparición. Pero no era sólo el simple: camisetas, cinturones y logos con el nombre de la banda acompañaron su pomposa difusión a través de anuncios televisivos, radiales y afiches callejeros.

Semejante aparato publicitario dio sus frutos cuando "Jazz" salió a la venta en todo el globo en noviembre del ’78. Con una nueva y última colaboración del productor Roy Thomas Baker, el disco había sido grabado por primera vez fuera del Reino Unido, como era costumbre por entonces, cuando los músicos huían despavoridos antes las presiones tributarias a las que se veían sometidos en su país. Como era común también, "Jazz" fue grabado en Montreux (Suiza) y Niza (Francia) y si alguien sospecha que a juzgar por su título Queen había dado un nuevo vuelco en su música, pues anda por terreno equivocado. Por el contrario, la idea proviene de "cuando estábamos grabando en Suiza y vimos la palabra 'Jazz' escrita en una pared con letras grandes, lo cual nos llamó mucho la atención" (Mercury).

Igualmente, si alguien sospecha que a juzgar por el anticipo que brindó el simple la música de "Jazz" divagaría por los mismos patrones, pues esta vez dio en el clavo. Queen había sacado buen partido de su imponente popularidad alimentándola con productos pop bien diseñados e impecablemente ejecutados que ya no iban destinados al público progresivo, largamente retirado de su tropilla de seguidores, sino a la nueva audiencia conquistada: en su mayoría adolescentes deseosos de abrazar una corriente que no fuera el salvaje punk de entonces, sino más bien un rock simple y directo, aunque pomposo y grandilocuente a la vez... pero siempre, siempre, MUY bien interpretado.

"No es demasiado fácil definir nuestro álbum -manifestaba May-. Puedo decir, sin embargo, que tiene más sentido del humor y que es más complejo que el anterior que hicimos. En este LP, por otra parte, se advierte más la diferencia entre los cuatro estilos".

Quienes se sumergieron en las presentaciones en vivo de "Jazz", verdaderos shows de luces, color y energía no han dejado de remarcar la vitalidad que transmitía la banda desde el escenario, envolviendo al público presente e invitándolo a participar de una gran fiesta. Sin embargo, la nota más trascendente de la extensa gira norteamericana llevada a cabo entre los meses de octubre y diciembre de 1978 fue dada por los propios miembros de Queen, los que aseguraron su pronta visita a la Argentina a algunos cronistas locales que viajaron a Estados Unidos para asistir a sus conciertos. "Tenemos la verdadera intención de ir algún día a la Argentina y nos alegra mucho el hecho de tener argentinos aquí", les decía Brian May a los periodistas, mientras con un tímido "muchas gracias" en castellano retribuía su presencia.

Si hay un componente que faltaba en la discografía de Queen hasta entonces era el álbum en vivo... y por cierto llegó por partida doble. En junio del '79 "Live Killers" hizo su irrupción por el norte, llegando a la Argentina tres meses después. El esperado doble en vivo recoge una serie de conciertos a lo largo de diversos escenarios europeos, grabados entre enero y marzo de ese año, y ofrece un completo muestrario del historial de la banda, desde "Sheer Heart Attack" en adelante.

Ni May ni Taylor se mostraron conformes con la mezcla final del álbum, pero lo concreto es que en Estados Unidos este alcanzó la certificación de Doble Platino, esto es, dos millones de copias vendidas.

Los que tenemos buena memoria nos acordamos bien de que allá por el invierno austral de 1980 la radio no paraba de machacar los oídos de los oyentes con un nuevo simple de Queen, "Crazy little thing called love", seguido por "Save me", los que sin duda anunciaban otro gran lanzamiento de la Reina. No estábamos equivocados: se venía "The Game"!

Ropa de cuero, anteojos oscuros y corte de pelo nuevaolero, típico de la época, no eran los únicos aditamentos que señalaban las grandes novedades incluidas en "The Game". Por fin, después de tantos años de reticencia Queen debutaba con el sintetizador, ejecutado por igual entre Mercury, May y Taylor a lo largo de todo el disco.

"Dicen que nos comercializamos demasiado, pero la sencilla verdad es que ahora vendemos mayor cantidad de discos; eso es todo. Nada ha cambiado en nuestro estilo. Pienso que ahora estamos mejor que nunca y me siento muy feliz de hacer lo que estoy haciendo en este momento. La sensación es muy similar a la que experimenté cuando recién empezamos. Estoy seguro de que Queen durará en la medida en que sintamos que lo que hacemos valga la pena." (May).

No obstante la banda ya estaba lista para proyectos de gran envergadura y alternando con sus giras alrededor del mundo tuvo la ocasión de componer la banda sonora de la película de ciencia-ficción "Flash Gordon", editada en el álbum del mismo nombre a fines de 1980. Compuesta esencialmente por temas instrumentales, la música de Queen hace un extensivo uso de sintetizadores y va acompañada ocasionalmente por arreglos orquestales dirigidos por Howard Blake. No les fue mal: el álbum posicionó 10º en los charts ingleses.

Mas no había tiempo de ponerse a pensar en los rankings. A comienzos de 1981 Queen se embarcaba en su gira "South America Bites The Dust", la cual abarcaría dos conciertos en Sao Paulo, Brasil... y cinco en la Argentina: tres en Buenos Aires, uno en Rosario y uno en Mar del Plata.

La mesa pues, estaba servida.

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