Death Race da lo que su público quiere, entretenimiento, violencia, espectáculo y coches. Partiendo de un argumento sencillo, sin complicaciones, directo al grano nos pone rápidamente en pantalla lo que el director quiere mostrarnos, gracias al genial Jason Stathman que no se corta un pelo en las escenas y que va a lo que va -vengarse de los que le han metido allí y largarse lo antes posible- le veremos en la piel de Frankestein un personaje ficticio inventado por la alcaldesa de la penitenciaria para generar más expectación entre el público. Está a una carrera de lograr la libertad, pero los otros presos también lo ansían en especial Machine Gun Joe (Tyrese Gibson) su directo rival. Por suerte Frank no está solo, cuenta con su grupo de mecánicos que le preparan el coche para cada carrera, donde Coach (Ian McShane) le explicará cómo funciona todo y la guapa Case (Natalie Martinez) será su copilota y utilizará las armas del coche. Porque esto básicamente es un videojuego llevado al cine, carreras estilo MarioKart pero con muerte y violencia en lugar de color e ilusión y una estética muy de videoclip. Todo grabado para emitirlo a través de internet como si de un Gran Hermano se tratara.
Lo mejor: Stathman, buenos efectos especiales, entretenida, para pasar el rato.
Lo peor: Argumento inexistente, típica, no innova nada en el género.
Valoración: 3/5