¿queréis hablar? hablemos

Publicado el 10 febrero 2014 por Maslama
al igual que con otros asuntos de la política sexual, como la pornografía, las actitudes frente a las minorías sexuales suelen diferenciarse entre autoritarios y libertarios, más que entre derechas e izquierdas; tal como indicó el sociólogo Jeffrey Weeks en 1989, la creencia de que la homosexualidad es algo que «debe ser desacreditado e impedido» puede ser uno de los poco puntos en común entre Fidel Castro y Margaret Thatcher.
he descubierto hace poco esta cita en Internet, en la wikipedia ―¡una aportación de 1989!― y comulgo completamente con ella, me parece mucho más revolucionaria y radical que las aportaciones de la dudosa intelligentsia homosexual local, enquistados en cuestionar y combatir las definiciones de género y a la derecha, y encima aparentemente convencidos de que la sociedad les debe algo, que su aportación es valiosa, como predicadores rabiosos de alguna extraña secta cuya lógica sólo ellos entienden.
y es que vivimos en un país empeñado, muy empeñado, en esa dicotomía izquierda-derecha, que no sólo defiende a muerte la clase política sino también, con el mismo empeño y convicción la incalculable casta de paniaguados que sostenemos con nuestros impuestos, desde el presidente del gobierno hasta el último funcionario, pasando por intelectuales, artistas y sindicatos. El motivo es obvio. Existe un porcentaje de voto que los técnicos llaman «voto cautivo» que invariablemente, pase lo que pase y hagan lo que hagan, siempre vota a los suyos, a quienes garantizan sus lentejas con la única condición de lealtad. Luego existe otro porcentaje de voto, de gente que por mucho que os empeñéis no cree en vuestra ideología sino en vuestros hechos, y que es la que decide quien gobernará.
dejadme hablar un poco más de esas personas anónimas, entre las que con orgullo me gustaría contarme. No como representante de nada, sino como una más, de una forma de pensar y de sentir que creo comparto con otras gentes, pues por la lógica sectaria de los paniaguados no tendría explicación que se alternasen partidos de izquierdas y de derechas en el poder.
trabajamos como asalariados en la empresa privada, somos autónomos, o tenemos una modesta pyme. Bueno, muchos ya no trabajamos. Cuando nos echaron de nuestras empresas, el delegado sindical de turno nos dio una palmadita en la espalda y con gran sentimiento nos dijo que no se podía hacer nada. No hubo grandes manifestaciones ni huelgas generales, como cuando corren peligro los privilegios de alguna casta funcionarial. A lo sumo, si los despidos sumaban algunos centenares, unos minutos en los telediarios. Tenemos más que claro que los sindicatos, que sostenemos con nuestros impuestos al límite de obligarnos a cerrar nuestras pequeñas empresas o incluso de pasar necesidad, no son los sindicatos de todos. Son los sindicatos de los funcionarios.
los funcionarios, por cierto, esa casta privilegiada, no pasa frío, ni hambre, ni miedo. No van a morir de cáncer porque les den cita unos meses después de declararse la enfermedad, porque ellos pertenecen a Asisa, tienen sanidad privada, se lo pagamos entre todos. Dicen que son imprescindibles, que sin ellos no puede haber sanidad, ni educación, ni servicios públicos de calidad. Pero la sanidad, la educación y los servicios públicos son una mierda. No es culpa suya, es culpa del gobierno. Ellos, como buenos soldados, sólo obedecen órdenes. Pero quienes no disfrutamos de vuestros privilegios, y los pagamos, nos estamos preguntando qué diferencia hay entre funcionarios vitalicios, carísimos por la cantidad de privilegios que han acumulado en tiempos de bonanza, y funcionarios contratados con las mismas condiciones, los mismos derechos y obligaciones que el resto de la sociedad. Por cada funcionario inútil, aburrido y desmotivado, existen cien profesionales cualificados que sueñan con ejercer su vocación.
cuando veo los anuncios de televisión pienso que están hechos para esa casta, que pase lo que pase sólo perderá una mínima parte de su poder adquisitivo. Siguen viajando, siguen comprando, siguen viviendo con comodidad. Ocasionalmente acuden a alguna manifestación de las que molan, como la del aborto, y se preocupan muchísimo por la situación de los saharauis. No van a perder el sueño porque no puedan pagar las facturas, porque echarán a la familia de su casa, pero se cruzan cada día en la calle con gente que sí vive esas dificultades, y miran amablemente hacia otro lado, hacia otras causas más lejanas y confortables, son solidarios.
¿y quién me ayudará si tengo mala suerte? ni el gobierno, ni la oposición, si los sindicatos, ni las administraciones públicas. Si tengo que pedir comida y mantas, me las dará Cáritas, la iglesia católica, de manera inmediata y sin preguntas. Yo soy atea y lesbiana, pero si paso hambre y frío me ayudará la iglesia católica, esa es la realidad. Más tarde pedirá su pago, pero la administración civil ya cobra bien caro, impuestos directos e indirectos, y no da nada a cambio. También existen algunas pequeñas asociaciones vecinales, que hacen lo que pueden en los barrios humildes ―sólo los pobres ayudan a los pobres― pero son tan precarias y trabajan con tal soledad y esfuerzo que su aportación, a pesar de toda la buena voluntad que las anima, es mínima.
quienes pensamos así abordamos las siguientes elecciones con estupefacción. No vamos a votar al PP, ni al PSOE, ni a IU, ni a ningún otro partido implicado en casos de corrupción. Si quieren gobernar, que se lo monten con sus acólitos y paniaguados. Al calor de la crisis están surgiendo otros pequeños partidos, pero hasta el momento no he visto ninguno que no derive peligrosamente hacia el extremismo, de derechas o de izquierdas, y por supuesto que no se enmarque en esa dicotomía y traten de explotarla en las urnas. Como lesbiana, lo que puedo esperar de la extrema derecha lo tengo muy claro, pero también lo que puedo esperar de la extrema izquierda, lo que parece no tan claro para todos los estúpidos homosexuales que gastan camisetas del Che. La única explicación que encuentro es que les va la marcha, que les da morbo el juego extremo de poder y sumisión, la prisión y la tortura. O a lo mejor sólo son ignorantes y borregos, quien sabe.
y quien se sienta personalmente aludido/a por este post, o no se atreva a opinar, por algo será.

ronronea: levina