Querer no es poder

Por Yanquiel Barrios @her_barrios

En los últimos años pululan a través de toda la cultura occidental ciertas ideas entre místicas y motivacionales que tienen un impacto ideológico muy importante. A la par de su impacto ideológico, también tienen un impacto importante en la vida y los padecimientos de los pacientes de psicólogos y analistas.

Son estas ideas "optimistas" de "Si sabes desearlo llegará a ti." "Si no llega es porque realmente no lo deseas", "El universo conspirará en tu favor para que obtengas lo que quieres si realmente lo deseas". En realidad no se trata de otra cosa que de una justificación, una legitimación del padecimiento como diría Zizek.

"El libro de Job, es el primer acto de deslegitimación del padecimiento" -Slavoj Zizek

De lo que se trata, no es de otra cosa que una justificación al mito capitalista del self-made-men, o en castellano "meritocracia". Es decir, si eres bueno, y haces las cosas bien, en algún momento serás recompensado.

Creo que, como todas las mentiras existe una parte de verdad en estas ideas. Si es cierto que muchas veces obtenemos aquello que nuestros actos sembraron. Si estudiamos una carrera universitaria, es probable que nos recibamos. Si cultivamos las relaciones, probablemente tengamos amigos. Pero, en el fondo, de lo que hablan estas propuestas ideológicas, es de las garantías.

Y es en este punto de las garantías del sistema, en el que existe un quiebre con los postulados del psicoanálisis. Para Freud existían tres fuentes de displacer en la vida del ser humano: Las fuerzas de la naturaleza, la caducidad del cuerpo, y las relaciones sociales. Es curioso que nuestra sociedad posmoderna, reniega de estas limitaciones con inventos muy curiosos.

Veamos, si existen fuerzas de la naturaleza que pueden empobrecernos, enfermarnos, matarnos, la posmodernidad ofrece seguros de vida, seguros contra incendios, seguros... Si tienes dinero, supuestamente estás seguro.

Si nuestro cuerpo tiene caducidad, nosotros inventamos la cirugía estética e intentamos parecer siempre jóvenes.

Como las relaciones sociales y sobre todo las relaciones amorosas, son inciertas, existen desencuentros, dolores, etc... bueno hemos inventado tantos mecanismos para negar esto... Sería muy largo enumerarlos. Pero, ¿no es el mito hollywoodense de besar a la chica al final de la película una fantasía en la que "los buenos siempre tienen la recompensa del amor"? Cuando alguien ha estado sin pareja por mucho tiempo, la gente, sobre todo en los estratos populares le dice: "Todo llega, no te preocupes". Es interesante que unas décadas atrás, esa concepción no estaba tan marcada. "Casamiento y mortaja del cielo bajan", apuntaba a que tanto el amor como la muerte son impredecibles e irregulables.

Ahora bien, este negar las limitaciones, tiene efectos en la vida cotidiana de nuestros pacientes, y efectos en la vida política de nuestros países occidentales.

En cuanto a la vida de los pacientes, existen profundos sentimientos de culpa y vergüenza ante cualquier fracaso. Y acá se pueden ver cómo los ideales sociales hacen una diferencia importante en los géneros. Los varones (más frecuentemente, aunque no de manera exclusiva) suelen sentirse culpables por no poder alcanzar la seguridad económica, y las mujeres (más frecuentemente, aunque no de manera exclusiva), suelen sentirse muy culpables del fracaso en sus relaciones de pareja. Esto no tiene que ver con determinismos biológicos o evolutivos, sino con lo que se espera de mujeres y hombres en nuestra sociedad.

Entonces tenemos, gente que no puede aceptar un fracaso económico (un despido, una quiebra) y gente que no puede aceptar un fracaso amoroso. Se insiste en eso, se regurgita, se intenta forzar para que funcione más allá de los propios límites. Tiene que funcionar, de lo contrario es porque no lo hemos deseado bien, o no hemos luchado lo suficiente.

Y la realidad es que la vida es básicamente, un lugar injusto. Pensemos ¿con qué cara le diríamos alguien que acaba de perder a un hijo que en realidad no deseó bien su curación? ¿Con qué cara le decimos a un nene que padece cáncer que lo tiene porque en realidad desea morirse? Sé que son metáforas fuertes y que puede sonar chocante, pero a veces los analistas tenemos que hacer este tipo de intervenciones. Ahora bien, pensemos en la pobreza, ¿realmente creemos que si un padre no puede dar de comer a sus hijos es porque no lo desea o porque no se esforzó lo suficiente?

Y aquí podemos ver los efectos perversos de esta ideología en la vida política de nuestros países. Tanto en Argentina como en Estados Unidos asistimos a un recrudecimiento de los poderes de la derecha. Si bien son fenómenos multicausales, imposibles de analizar en una columna de este estilo, sí podemos leer allí el costado perverso de estas ideologías. Lo que se escucha decir a la gente que los votó, a veces, son cosas de este estilo; Trump debe ser bueno "porque le va bien", "Macri no va a robar porque siempre tuvo plata y no lo necesita", una legitimación perversa del éxito. Si son exitosos son legítimos, saben desear bien y trabajar bien, tienen capacidad de gestión.

Esta ideología "meritócrata", esconde las angustias de miles de pueblos empobrecidos, luchando tras el sueño americano. El sueño americano es posible, en base a la explotación y el aislamiento de miles de naciones. Para sostener los consumos irracionales y voraces de Estados Unidos y Europa, se necesitan invadir países y someterlos. Por lo tanto, muy pocos pueden cumplir el sueño americano. Entonces, más allá de cuál sea nuestra ideología política, podemos reflexionar, ¿los pobres son pobres porque quieren? En base a las votaciones de los últimos años en los países americanos, pareciera que sí.

Asumir que la vida es un lugar injusto, es salugénico. Asumir que no siempre se obtiene lo que se desea o aquello por lo que se lucha, hace bien. Pacifica.

Cada uno decide, si agarrarse con uñas y dientes a la fantasía de la meritocracia o aceptar las propias limitaciones y las de los demás, para vivir en paz.