¿Se pueden cambiar las cosas? Que no nos engañen, que no nos vendan mentiras.
Es cierto que las personas podemos conseguir muchas cosas de las que nos proponemos, para qué nos vamos a engañar. Tenemos mucho más control de nuestras vidas del que pensamos. Si yo quiero algo que sobre todo dependa de mí, seguramente podré conseguirlo, pero no siempre es posible.
Evidentemente querer es un requisito indispensable para poder hacer algo, pero no siempre es suficiente. La premisa ‘si quiero, lo puedo conseguir’, no siempre es cierta.
Piensa por un momento que quieres viajar en el tiempo, o que quieres que otra persona cambie, o quieres que salga el sol, o quieres que te toque la lotería, o quiero tener un ascensor en mi casa… Pues bien, no tenemos poderes mágicos para poder cambiar lo que no depende de nosotros solo.
Por ejemplo: “quiero que salga el sol”. Por mucho que yo quiera, no voy a poder conseguirlo porque no puedo controlar las condiciones climáticas.
Quieres que otra persona cambie
Es cierto que en muchas ocasiones, cambiando tus actitudes pueden cambiar las de los demás, pero no siempre es así.
Por ejemplo en una relación de pareja, se necesita de dos personas para que las cosas funcionen. Hay parejas que nos explican que querían pero no pudo ser, y es posible, sí, porque no todo depende de ti.
Si tú quieres que tu pareja no beba alcohol para seguir con él, tú puedes darle un ultimátum o explicarle que si no lo hace tendrá unas consecuencias, pero es evidente que en algunos casos aún con consecuencias quizá la persona no quiera cambiar.
No tenemos control de las emociones, acciones y pensamientos de los demás. Hasta ahí no llegamos. Influye, sí, pero no siempre.
De hecho gracias a la inteligencia emocional, concepto definido por Daniel Goleman, se calcula que el 80% del éxito en la vida se debe gracias a la inteligencia emocional pero, no te olvides, existe un 20% que no lo puedes gestionar aunque quieras.
Si yo “quiero que pongan un ascensor en mi casa” porque vivo en el último piso, es posible que los demás vecinos, puesto que vives en sociedad, tengan algo que ver en esto, por tanto, si alguno no quiere o se niega, quizá no se pueda poner o sí, pero la cuestión es que sí puedes conseguir lo que quieres, que es irte a otro piso con ascensor pero no lo consigues puesto que no es en ese piso donde querías que estuviera el ascensor.
Y ni qué decir que si quiero “que me toque la lotería” pues para empezar debo comprar un décimo pero eso no implica que vaya a ocurrir.
En el lado positivo de todo esto sí puedes cambiar tu manera de pensar y por tanto que tu felicidad no dependa de la lotería sino de conseguir otras cosas. Eso sí está en tus manos. Tenemos más control de que queremos pero existe un tanto por cien que no.
Y así más ejemplos, como que “si yo quiero estar sano”, sólo por el simple hecho de quererlo y desearlo no hace que lo consiga. Hay quien tiene enfermedades que no quisieran tener y que no han elegido y les ha tocado, pero recuerda que quizá no puedas eliminar la enfermedad aunque sí la manera de tomártela, de pensar en ella, de hablar de ella, eso sí depende ti… Ahí está tu 80%.
Cambiar la forma de ver las cosas
Lo que sí puedo hacer en muchos casos y aquí entra en juego el papel de la psicología es que si quiero algo que no puedo conseguir, probablemente no lo consiga porque no depende de mí pero sí puedo hacer algo y además es muy positivo, puedo cambiar la manera de ver las cosas o enfocarlas y por tanto puede que las cosas cambien.
En resumidas cuentas y sin ánimo de decepcionarse, tenemos control de muchas cosas pero de otras no tanto. De estas que no tenemos control porque no dependen de nosotros lo que sí podemos hacer es cambiar la manera de ver las cosas.
Y cuando cambiamos la forma de ver las cosas, entonces las cosas por sí solas pueden cambiar.
Sobre el autor
Yolanda
Yolanda Pérez Directora del centro de Psicología Eclipse Soluciones. Doctora en Psicología (nº col. CV-9418) y Master en Psicología de la Salud. Especializada en terapa adultos-intantil. Experta en formación y orientación laboral.
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