Quería ser periodista... así que me matriculé en Ingeniería

Publicado el 16 abril 2014 por Algodistinto @algodistinto78
Durante toda mi vida he medido cada paso, cada decisión que tomaba, buscando que fuera la correcta. Y ahora, no sé si he acertado en algo, porque parece que todo el mundo hace las cosas al revés y le va mejor que a mi en la vida
Desde pequeño siempre me ha gustado jugar al fúbol y odiaba ir a clase, estudiar y demás. No era porque fuera mal estudiante, todo lo contrario, en mis años de colegio, era uno de los mejores de la clase, sacaba notables y sobresalientes con asiduidad y en el instituto fue igual. Con diez años, empecé a jugar al fúbol con el equipo del colegio y el año siguiente entré en el primer equipo de benjamines del equipo de mi ciudad (que de momento, sigue en segunda división). Era titular, no indiscutible, pero sí habitual.
Con catorce años decidí dejar de jugar al fútbol, que era lo que más me gustaba en esos momentos y que supuso un gran disgusto para mi padre, porque tenía que elegir entre sacar buenas notas o el fútbol. Con esa edad, ya tenía claro que no iba a ganarme la vida jugando al fútbol, como mucho podría estar algunos años entre segunda B y tercera, para despues acabar en una liga de veteranos. No sé si fue un acierto o un error, lo que sí pude comprobar, es que ninguno de mis compañeros llegó a primera división y solamente dos estuvieron jugando alguna temporada en segunda. Casi todos pasaron por tercera y unos cuantos por segunda B. Durante unos años pudieron vivir de ello, pero lo dejaron al poco.
Cuando tenía dieciocho, quería ser periodista... así que me matriculé en Ingeniería Técnica en Informática de Gestión. ¿Extraña? Pues la razón fueron los periódicos, donde hablaban por aquella época del elevado paro de periodismo y derecho (mi segunda elección) y la altísima demanda de informáticos. La carrera tampoco me gustó en exceso, pero decidí terminarla cuanto antes y despues de tres cursos, empecé a trabajar como informático con solamente dos asignaturas pendientes. Una la aprobé en septiembre de ese año y la otra en febrero del siguiente.
Desde entonces el trabajo fue mejorando poco a poco y siempre iba muy por delante de otra gente de mi edad. Apenas tenía amigos, porque me dedicaba por entero a mi trabajo. Tenía jornadas infernales de doce horas y llegaba el fin de semana y no me apetecía más que descansar. Pasaron los años y fueron mejorando los sueldos y los puestos. Era Jefe de proyecto con 25 y lo seguí siendo durante cuatro años más.
El dinero que iba ganando, se fue acumulando en la cuenta con la intención de comprarme una casa (algo que me habían inculcado mis padres desde bien pequeño) y cuando vi el momento adecuado, así lo hice. Justo en el momento en que los precios empezaron a bajar y todavía se daban con relativa facilidad los créditos. Me hipotequé para media vida hace cuatro años y voy pagando con tranquilidad una cuota que no es demasiado elevada.
A partir de ese momento bajé mi exigencia. Cambié a un trabajo con mejores horarios y más tranquilos, disfruto de las tardes y tengo una vida relajada, sabiendo que tengo los deberes hechos y que si algo ocurre no he podido hacer nada por evitarlo.
Ahora me ocurre que veo las noticias o programas como Entre todos y me enervo... Gente que ronda la cincuentena que pide una ayuda y lleva cuatro o cinco años sin cobrar la prestación por desempleo... es decir, que lleva cuatro, mas dos años sin trabajar, esto es, desde el 2008, cuando todavía había trabajo para todos. También veo a alguna desalojada de la corrala sevillana con más oro encima que M.A. Barracus... y dice no tener para comer.
Cuando veo esas cosas recuerdo cuando iba ver promociones de obra nueva para comprar vivienda, en una de ellas tenía delante de mi una pareja que habían empezado a trabajar y querían comprarse su primera casa. Él mecánico cobraba 800 euros al mes, ella cajera cobraba 700 y pretendían meterse en hipoteca de 1.200 Euros al mes más 120 de comunidad. ¡Y no entendían que les dijeran que les iba a costar pagarla!
No sé igual me he equivocado y en lugar de hacer las cosas cabeza debí hacer lo que me decía el corazón y pasarlo bien mientras fuera posible y luego... pues a pedir ayuda a los tontos que hubieran llevado la vida que he llevado yo.