Feliz he sido, agazapada bajo el edredón con que me abrigo en mi estudio estos días, hundida en el hueco que mi cuerpo va formando de manera natural en el sofá. Paz de invierno. Sosiego literario.Dichosa me he considerado a mí misma por unas horas: las que este ensayo me ha mantenido pendiente de su lectura. Por fin, un libro me desconecta el botón del contacto con lo que pasa fuera de mi edredón. Hacía meses ya. Me siento como nueva.Sería sencillo contar que el libro me ha gustado por lo interesantes que son las vidas y las muertes de Jane Austen y las hermanas (y hermano) Brontë. Pero no me gusta lo convencional, no siempre ni en todos los ámbitos al menos. Diré por el contrario que este libro me ha recordado a los días del mes de mayo de mi infancia. La autora parafrasea a Shakespeare con mucha gracia y se burla in situ de lo espantosas que suelen ser las mañanas de Mayo en las tierras inglesas que él habitaba (¿por qué tendría él ese empeño en comparar la hermosura de sus sujetos poéticos a tan brumoso, húmedo, gris y plomizo estado atmosférico?).Las mañanas y también las tardes del mes de mayo de mis siete o nueve años, cuando el asfalto de las aceras se calentaba por el sol y anticipaba el olor a verano, a sus piscinas y a sus helados, es lo más parecido al concepto de felicidad que puedo ahora mismo evocar. Así me he sentido leyendo.Espido Freire viaja por los sitios en los cuales nacieron, escribieron, fueron felices, pasaron penurias económicas, enfermaron y murieron estas autoras del siglo XIX. Es la primera obra que leo de la señora Freire a quien, también desde hace relativamente poco tiempo, sigo con curiosidad en alguna red social. Es por esto que me llaman a gritos tanto su nombre como el motivo de su ensayo desde el estante de la biblioteca una tarde de Enero.La primera parte del libro la dedica la autora a Jane Austen, repartiendo sus capítulos en las diferentes regiones en las cuales esta dama, encontró residencia mientras escribía sus novelas. Como yo he crecido con la poco ortodoxa dinámica de ir conociendo las obras de Jane Austen según veía las adaptaciones cinematográficas que se iban haciendo de las mismas; puesto que estudié Filología Inglesa pero no terminé de licenciarme y ya que fue en formato e-book como más y mejor las he leído casi todas, puede que tenga poco con lo que pronunciarme, pero lo haré de todos modos y diré que ha sido brisa fresca y agua de manantial. Jane Austen: qué misterio, qué genialidad. Muy bien que Espido estuviera por allí de paseo para contárnoslo.En el segundo bloque del ensayo, se cuentan las desgracias y escasos éxitos en vida de los Brontë, tomando las diferentes habitaciones de la casa en que ellos vivieron cerca de Leeds, como título y excusa de cada capítulo. Ha sido todo tan triste y a la vez tan sugerente que no sé bien cómo explicarme. Yo estuve en Leeds este verano sin saber que allí se gestó e inspiró Cumbres Borrascosas. Tempus no es solo fugit: a veces es también caprichoso.Estoy maravillada y expectante ante la llegada del verano. Poco más puedo añadir.
Querida Jane, querida Charlotte. Por la ruta de Jane Austen y las hermanas Brontë. Espido Freire. Madrid, Aguilar, 2004
Mañanas de Mayo
Feliz he sido, agazapada bajo el edredón con que me abrigo en mi estudio estos días, hundida en el hueco que mi cuerpo va formando de manera natural en el sofá. Paz de invierno. Sosiego literario.Dichosa me he considerado a mí misma por unas horas: las que este ensayo me ha mantenido pendiente de su lectura. Por fin, un libro me desconecta el botón del contacto con lo que pasa fuera de mi edredón. Hacía meses ya. Me siento como nueva.Sería sencillo contar que el libro me ha gustado por lo interesantes que son las vidas y las muertes de Jane Austen y las hermanas (y hermano) Brontë. Pero no me gusta lo convencional, no siempre ni en todos los ámbitos al menos. Diré por el contrario que este libro me ha recordado a los días del mes de mayo de mi infancia. La autora parafrasea a Shakespeare con mucha gracia y se burla in situ de lo espantosas que suelen ser las mañanas de Mayo en las tierras inglesas que él habitaba (¿por qué tendría él ese empeño en comparar la hermosura de sus sujetos poéticos a tan brumoso, húmedo, gris y plomizo estado atmosférico?).Las mañanas y también las tardes del mes de mayo de mis siete o nueve años, cuando el asfalto de las aceras se calentaba por el sol y anticipaba el olor a verano, a sus piscinas y a sus helados, es lo más parecido al concepto de felicidad que puedo ahora mismo evocar. Así me he sentido leyendo.Espido Freire viaja por los sitios en los cuales nacieron, escribieron, fueron felices, pasaron penurias económicas, enfermaron y murieron estas autoras del siglo XIX. Es la primera obra que leo de la señora Freire a quien, también desde hace relativamente poco tiempo, sigo con curiosidad en alguna red social. Es por esto que me llaman a gritos tanto su nombre como el motivo de su ensayo desde el estante de la biblioteca una tarde de Enero.La primera parte del libro la dedica la autora a Jane Austen, repartiendo sus capítulos en las diferentes regiones en las cuales esta dama, encontró residencia mientras escribía sus novelas. Como yo he crecido con la poco ortodoxa dinámica de ir conociendo las obras de Jane Austen según veía las adaptaciones cinematográficas que se iban haciendo de las mismas; puesto que estudié Filología Inglesa pero no terminé de licenciarme y ya que fue en formato e-book como más y mejor las he leído casi todas, puede que tenga poco con lo que pronunciarme, pero lo haré de todos modos y diré que ha sido brisa fresca y agua de manantial. Jane Austen: qué misterio, qué genialidad. Muy bien que Espido estuviera por allí de paseo para contárnoslo.En el segundo bloque del ensayo, se cuentan las desgracias y escasos éxitos en vida de los Brontë, tomando las diferentes habitaciones de la casa en que ellos vivieron cerca de Leeds, como título y excusa de cada capítulo. Ha sido todo tan triste y a la vez tan sugerente que no sé bien cómo explicarme. Yo estuve en Leeds este verano sin saber que allí se gestó e inspiró Cumbres Borrascosas. Tempus no es solo fugit: a veces es también caprichoso.Estoy maravillada y expectante ante la llegada del verano. Poco más puedo añadir.
Feliz he sido, agazapada bajo el edredón con que me abrigo en mi estudio estos días, hundida en el hueco que mi cuerpo va formando de manera natural en el sofá. Paz de invierno. Sosiego literario.Dichosa me he considerado a mí misma por unas horas: las que este ensayo me ha mantenido pendiente de su lectura. Por fin, un libro me desconecta el botón del contacto con lo que pasa fuera de mi edredón. Hacía meses ya. Me siento como nueva.Sería sencillo contar que el libro me ha gustado por lo interesantes que son las vidas y las muertes de Jane Austen y las hermanas (y hermano) Brontë. Pero no me gusta lo convencional, no siempre ni en todos los ámbitos al menos. Diré por el contrario que este libro me ha recordado a los días del mes de mayo de mi infancia. La autora parafrasea a Shakespeare con mucha gracia y se burla in situ de lo espantosas que suelen ser las mañanas de Mayo en las tierras inglesas que él habitaba (¿por qué tendría él ese empeño en comparar la hermosura de sus sujetos poéticos a tan brumoso, húmedo, gris y plomizo estado atmosférico?).Las mañanas y también las tardes del mes de mayo de mis siete o nueve años, cuando el asfalto de las aceras se calentaba por el sol y anticipaba el olor a verano, a sus piscinas y a sus helados, es lo más parecido al concepto de felicidad que puedo ahora mismo evocar. Así me he sentido leyendo.Espido Freire viaja por los sitios en los cuales nacieron, escribieron, fueron felices, pasaron penurias económicas, enfermaron y murieron estas autoras del siglo XIX. Es la primera obra que leo de la señora Freire a quien, también desde hace relativamente poco tiempo, sigo con curiosidad en alguna red social. Es por esto que me llaman a gritos tanto su nombre como el motivo de su ensayo desde el estante de la biblioteca una tarde de Enero.La primera parte del libro la dedica la autora a Jane Austen, repartiendo sus capítulos en las diferentes regiones en las cuales esta dama, encontró residencia mientras escribía sus novelas. Como yo he crecido con la poco ortodoxa dinámica de ir conociendo las obras de Jane Austen según veía las adaptaciones cinematográficas que se iban haciendo de las mismas; puesto que estudié Filología Inglesa pero no terminé de licenciarme y ya que fue en formato e-book como más y mejor las he leído casi todas, puede que tenga poco con lo que pronunciarme, pero lo haré de todos modos y diré que ha sido brisa fresca y agua de manantial. Jane Austen: qué misterio, qué genialidad. Muy bien que Espido estuviera por allí de paseo para contárnoslo.En el segundo bloque del ensayo, se cuentan las desgracias y escasos éxitos en vida de los Brontë, tomando las diferentes habitaciones de la casa en que ellos vivieron cerca de Leeds, como título y excusa de cada capítulo. Ha sido todo tan triste y a la vez tan sugerente que no sé bien cómo explicarme. Yo estuve en Leeds este verano sin saber que allí se gestó e inspiró Cumbres Borrascosas. Tempus no es solo fugit: a veces es también caprichoso.Estoy maravillada y expectante ante la llegada del verano. Poco más puedo añadir.