Querida Rapunzel,
No sé si quererte u odiarte.
Cuando te vi en tu primera peli Disney como prota pensé: "¡Olé tú!". Me gustaste por no ser la típica princesa y demás. Demostraste más amor a tu espíritu libre y a tu propio instinto que a la comodidad del temor que reinaba en esa horrible torre, junto a esa pseudomadre posesiva y tóxica. Y para colmo, va y te enamoras del rebelde, el pillo, el de la calle, y osas volver a desobedecer a "madre sabe más" para pirarte con él. ¡Olé y olé! Que habrá quien pensará: sí, sí, pero al final se casan y bla bla bla. Y digo yo: ¿Y qué? Como si en la vida real no nos casáramos, oye, que al final acabamos juntando churras con merinas.
El caso es que ya te digo que así de buenas a primeras, me gustas. Porque vas a tu bola, eres valiente y a la vez confiada, tienes sueños... Pero sobre todo, vas a tu aire, al estilo "¡arre unicornio!" que reza mi pulsera. Sin embargo... El tema de tu larga melena sedosa que no te lavas ni acondicionas en ningún momento, me desconcierta sobremanera. Ya lo he dicho. Sí, ya sé que es mágica y que cura, que eso me lo trago porque no puedes ser más Disney, pero su mantenimiento no debería diferir mucho del de, pongamos, la mía por ejemplo. Porque el pelo es pelo, tuyo o del papa de Roma.
Te comento esto porque llevo siguiendo tus pasos de un tiempo hasta aquí: he salido de la torre, me he "arrejuntado" con un chico normal de sangre roja (bastante más honrado que el tuyo, tengo que decirte), me he casado, he recuperado a parte de mis orígenes que había perdido por el camino y, lo más importante, ESTOY DEJÁNDOME UNA MELENA QUE VA CAMINO DE SER LA TUYA. Sí, sí, vale, sin magia y luz en la oscuridad, pero todo se andará. La historia es, querida Rapunzel, que ayer me cargué un peine porque una mitad quedó enredada en los nudos de mi melena y la otra salió volando y aún no la hemos encontrado. Y yo necesitaba pedirte ayuda urgentemente. Ahí va pues mi pregunta: ¿Te importaría chivarme cuál es tu secreto? ¿Qué usas para que el cepillo pase solo por tu melenón y resbale como si en vez de pelos tuvieras hilos de seda en la cabeza? Porque ya te digo yo que una mascarilla normal y un serum más o menos apañado, no lo consiguen, a no ser que haga un mejunge con ambas cosas, le eche medio bote de desenredante y deje reposar diez minutos todo juntito y luego otros diez sobre mi pelo. Y claro, madre como soy, lo de disponer de veinte minutos cada día exclusivamente para mi melena es tan irreal como la magia de tu cabello.
Bueno maja, quedo a la espera de tu respuesta con el truqui del almendruqui.
Agradecida y emocionada,
La Fregona.
CON M DE MAMÁ y R de Rapunzel