Quien a hierro mata nos cuenta la historia de Mario, enfermero en un centro de día que se ve obligado a cuidar a un viejo narco que se cruzó en su vida muchos años atrás. No se puede contar mucho más de la trama, ya que considero que es mejor que sea el espectador quien vaya descubriendo los recovecos de la historia.
Se ha comparado mucho a la película de Paco Plaza con la incesante ola de thrillers coreanos que en los últimos años nos ha regalado algunas piezas maestras del género. Y es verdad que Quien a hierro mata aprovecha algunos de los recursos que los coreanos suelen utilizar, pero de alguna manera adaptados a nuestra idiosincrasia con un resultado inmejorable. La película nos ofrece una medida escalada de tensión haciendo que el componente de thriller cobre un protagonismo dominante. Pero también hay un fuerte poso dramático que se hace patente en el ritmo algo pausado de la cinta, componente que quizá se convierte en el único incoveniente del filme si buscas encontrarte con un puro thriller pleno de tensión. Porque esas escenas dramáticas, por un lado, pueden rebajar el ritmo de la película, pero por otro son un peaje necesario para que podamos empatizar mejor con los personajes y comprender sus comportamientos.
Con varias películas a su espalda como director en solitario, Plaza demuestra en esta película una mayor cohesión en la realización que en anteriores producciones, amén de emplear algunos recursos estéticos y lumínicos con los que Plaza ya experimentó ligeramente en Verónica, y que emparentan la obra con cinematografías más exóticas. Me parece que, además, el apoyo de la banda sonora firmada por Maika Makovsky es fundamental para subrayar la tensión a la que se ve abocado el personaje protagonista.
Podría pensarse que el contraste o dualidad que presenta el personaje de Luis Tosar está demasiado exagerado por el guion, pero eso no quita para que al actor gallego el papel le siente como un guante. Su interpretación es contenida pero intensa, dando una puntilla perfecta en la punzante secuencia final. Pero ojo, porque el que roba la función con un desparpajo increíble no es otro que Enric Auquer, que se transforma en un joven cani poligonero componiendo una de las mejores interpretaciones secundarias del reciente cine español, de esas que a buen seguro cosechará más de un premio. Y la cosa no acaba ahí, ya que tanto Ismael Martínez como el desaparecido Xan Cejudo (a él va dedicada la película) realizan una encomiable labor para completar un cuarteto masculino de una calidad sin fisuras.
Si a todo lo dicho le añadimos una ambientación perfecta y una fotografía que alterna distintos tonos pero siempre recalcando un aire pesimista, poco puede dudarse sobre que Quien a hierro mata sea la mejor película de Paco Plaza. Parece que rodar un guion ajeno (en este caso el libreto es obra de Juan Galiñanes y Jorge Guerricaechevarría) le ha sentado muy bien al director, que ha conseguido realizar una potente pieza que gira alrededor de la venganza y las oportunidades perdidas. Poco más que decir, no se la pierdan.