Citar a la fuente casi siempre molesta, porque a uno le hubiese gustado que esa idea, frase o pensamiento, hubiese sido propio. Nos pasa a todos. Por ello, mucha gente —todos, en mayor o menor medida— a menudo recurre a la copia para salvar este escollo, aunque, evidentemente, no todos los delitos son iguales. Básicamente existen 3 formas diferentes de copiar:
1. CON DESCARO. Es el que hace copia (control C) y pega (control V) sin escrúpulos y sin citar en absoluto. Se utilizan las frases, pensamientos o imágens de otros en las propias webs de bienvenida, o como títulos de artículos, o como presentaciones de conferencias, entre otras.
2. CON DISIMULO. Es aquel que copia entre líneas, es un nivel más sutil, con más clase y estilo. Por ejemplo, se suelta la frase o pensamiento en mitad del texto de manera más camuflada o se toma sólo la mitad de la frase para aprovecharla en otro contexto diferente.
3. CON GUANTE BLANCO. Es apropiarse de ideas, pensamientos o reflexiones de terceros, se pone lo delante detrás (y viceversa) o dado la vuelta con un par de palabras y ya está, es un pensamiento propio. Decir algo contundente (de otro) pero con otras palabras (propias).
Pero esto no es lo importante, lo que debes tener en cuenta es que:
El problema en la industria del conocimiento no es que te copien sino que nadie te quiera copiar
Porque eso significa básicamente dos cosas:
1. NO INTERESAS A NADIE (Problema de CONTENIDO). Lo que compartes no aporta valor, es muy estándar, normal, aburrido... o en su caso, mal comunicado y explicado.
2. NO TE CONOCE NADIE (Problema de VISIBILIDAD). Te falta masa crítica, no llegas al suficiente volumen de gente o el mercado no te considera con una marca personal sólida como para copiar.
Y si no interesas a nadie o no te conoce nadie, eres uno más, normal. Y como escribimos en Aprendiendo de los mejores (Alienta, 9ª edición) con palabras de Tom Peters: «Para triunfar hay que dejar de ser normales». Y añadíamos la siguiente reflexión en el texto:
«No hay nada peor en esta vida que afirmar: ‘Me considero una personal normal’. Ser normal no es ninguna virtud. Si piensas así, entonces no tienes una ventaja competitiva. Lo peor, desde el punto de vista comercial, es ser indiferente, uno más. Si tu trabajo no tiene nada de especial, no te harás notar, por mucho que te apliques a él. Tampoco te pagarán mucho».La solución es que uno debe aportar valor al mercado y el mercado siempre acaba retribuyendo. Hace algunas semanas atrás Eva Collado Durán (@evacolladoduran), autora de Marca eres tú (Ed. Rasche, 2015) dejaba la siguiente reflexión hace algún tiempo:
Quien comparte, aporta y quien aporta, interesa
En su propia obra Marca eres tú, dice:
«En mi opinión, mejor compartir, porque si te quieren copiar lo harán igualmente, así que, una vez más, sin miedo, quien comparte su conocimiento crece y hace crecer a los demás».Además, dedicarse a copiar a otros te sitúa en una posición en medio del pelotón, pero nunca en la cabeza de carrera. El mercado sabe perfectamente quienes son los referentes. Copiar permite sobrevivir, facturar para seguir adelante, pero poco más. Aitor Zárate (@elfactorK), al que citábamos en el anterior post y autor de La simplicidad del primer millón, escribía en esa misma obra respecto a una metodología financiera de inversión que inventó:
«Sé que en la vida hay parásitos y creadores, sé que nos copiarán. Eso querrá decir que somos buenos, ¡muy buenos! Nos copiarán pero, como el mal alumno que lo hace mirando de reojo a su compañero, acabará, si se despista, poniendo en el examen el nombre de la persona a quién está copiando en vez del suyo».El auténtico retorno se produce a aquellos que actúan desde la autenticidad, inspirándose en otros siempre, pero sin perder su esencia, porque cada persona es única e irrepetible, y aprovechan su singularidad, para hacer una diferencia.
Además, la gente con mentalidad ‘ganadora’ sabe que el mundo es abundancia en todos los sentidos y que siempre acabarán apareciendo nuevas fuentes de ingresos —clientes, plataformas, personas...— que remuneren por su trabajo y aportación de valor.
Y por último, la gente con mentalidad ‘ganadora’ sabe que todo avance social nace siempre de algo previo. Y por tanto, estamos donde estamos y hemos llegado donde hemos llegado gracias a las contribuciones que han hecho otras personas con anterioridad. Por tanto, no solo debemos ser beneficiarios (beneficiarnos de lo que otros han dejado con su legado) sino también debemos ser benefactores (dejar nuestro legado propio). Tenemos una cierta obligación moral de contribuir con nuestro legado a esa ‘cadena’ de la vida y así permitir que continúe la evolución de la sociedad. El conocimiento y la experiencia, si no se comparten, como el agua estancada, se acaba pudriendo.
En definitiva, y como escribimos en Tu futuro es HOY (Alienta, 2ª edición): «Si quieres aportar valor y ser un referente —y que otros te copien— estudia más, ten más experiencias y habla desde lo que te ocurre a ti en primera persona (que eso no es copiable)».
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— 5 artículos para triunfar en 2016.
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