Montar una empresa puede convertirse en un auténtico quebradero de cabeza si no se tiene claro cuáles son los pasos básicos que deben seguirse, y dónde se debe acudir para llevarlos a cabo. Por ello, en muchas ocasiones, las dificultades y el desconocimiento pueden frenar a un emprendedor primerizo a iniciar una actividad empresarial, y por tanto, tener un asesor que le ayude y aconseje puede ser un apoyo fundamental para decidirse.
La figura del tutor o mentor es fundamental para evitar la muerte empresarial, ese momento que las estadísticas afirman que sucede durante los cinco primeros años en al menos el 70% de las empresas. Hay distintas instituciones que los promueven, desde algunas escuelas de negocio hasta las Cámaras de Comercio.
Cuidan a los emprendedoresHablamos de una figura importante y más en estos tiempos, en los que ante las preocupantes cifras de desempleo y las dificultades para la obtención de un puesto laboral, muchos de los parados están valorando la posibilidad de emprender en busca del autoempleo. Lo confirma Isabel Albert, técnico de la Cámara de Comercio madrileña: “Muchos parados acuden para que les asesoremos, porque ahora el paro se puede utilizar para crear empresas y
a muchos les interesa capitalizar la prestación por desempleo y darse de alta como autónomos. Es un perfil que se repite en casi todos los seminarios que organizamos, pero viene de todo: mujeres mayores de 50 años, muchos jóvenes menores de 30, o profesionales freelance, que ocupan la mayoría de las altas que registramos “.En cuanto a los proyectos tutoriales de la Cámara,
son una especie de traje a medida para el nuevo empresario, ya que las tecnologías permiten un seguimiento online para resolver cualquier problema eventual entre mentor y alumno.
Valientes y generososEn 2006, Marcos Eguillor terminó un Executive MBA en el IE Business School y empezó de inmediato a trabajar como tutor de empresa en la misma escuela. Tiene muy claros cuáles deben ser los requisitos del asesor empresarial: “Ser emprendedor, creativo y tenaz. No tener aversión al riesgo, al menos al controlado. Y tener la generosidad suficiente como para compartir tiempo, conocimiento, experiencia y contactos a cambio de nada”.Un conocimiento y una experiencia que sirve para evitar los errores al lanzarse a la aventura de emprender, aunque se suelen cometer casi siempre los mismos.
“A veces no se tiene realmente claro qué supone emprender, tanto para lo bueno como para lo malo. Y les falta decisión y determinación”, dice Eguillor, que añade otras tres meteduras de pata comunes: los socios, la coherencia de las propuestas y la ambición. “El modelo de negocio tiene que compensar, de manera sostenible y con creces, el riesgo, inversión y gasto”, añade.Para Joe Haslam, otro mentor del IE, uno de los problemas es que
hay demasiado respeto a lo convencional. “Emprender es romper barreras”, dice. “Muchas veces mis equipos dicen Joe, esto no se hace en España. Mi respuesta es siempre la misma: Entonces, vamos a ser los primeros”.Destaca dos de los errores de sus tutelados. “
¡Deberían salir del aula! Pasar menos tiempo con el PowerPoint y más llenando cuestionarios en Atocha, que es mi sitio favorito en Madrid para hacer investigación”, cuenta. También destaca la falta de confianza.
Primeros ingresosLas dudas de los tutelados también suelen ser comunes. Marcos Eguillor cree que la más habitual es “cuál es el proceso que lleva a tener los primeros ingresos, desde que se tiene la feliz idea hasta que se comienza a facturar”. En su opinión,
más que conseguir el dinero, es más importante identificar adecuadamente si se debe ir en solitario o con socios, el modelo de negocio, las fases del proyecto, cómo conseguir los primeros clientes y “los planes B, C, D, F… para cuando las cosas comienzan a ir de una manera diferente a la pensada originalmente”.Beatriz Cardona es socia de Tripku, una aplicación social que permite a los viajeros conectar con amigos, diseñar sus viajes de forma colaborativa y pedir consejo a otros dentro de su propia red que hayan realizado un viaje similar. Un proyecto que nació en agosto de 2010 en San Francisco, en el marco de un programa de creación de startups que organiza Women 2.0. Se muestra encantada de haber tenido de tutor a Joe Haslam, al declarar que “lo mejor ha sido poder tener feedback de una persona con amplia experiencia en el desarrollo de proyectos de base tecnológica”. Trabajando con él, dice, han podido validar muchas de sus ideas y cambiar otras. “Al final del proceso, tenemos una idea clara de a dónde nos dirigimos, y el apoyo de Joe nos ha dado confianza”, añade. Y se queda con una lección concreta: “
La comunicación con el inversor no va sólo de mostrar que tienes los números y los datos que respaldan tus hipótesis en el plan de negocio. Va de contar una historia que haga que la gente realmente se entusiasme con el proyecto”.
Fuente: El Economista
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