Revista Coaching

'Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de serlo'

Por Ignacionovo

Autor: Jean Paul Sartre. WYSIWYG es el acrónimo de What You See Is What You Get (en inglés, "lo que ves es lo que obtienes") y es un término que se aplica a los procesadores de texto y otros editores de texto con formato, como los editores de HTML, que permiten escribir un documento viendo directamente el resultado final. La expresión me parece inmejorable para metaforizar el tema de reflexión hoy en blog: la autenticidad.
¿Lo que ven los demás de nosotros, es la realidad de lo que somos o un reflejo de lo que interpretamos quieren ver? ¿Lo que expresas, lo que sientes, lo que muestras, en definitiva, eres tú o un trasunto tuyo que se pasea por ahí intentando contentar a todo el mundo?
Ser auténticos, es decir mostrarnos tal y cual somos con franqueza absoluta, prescindiendo de disfraces para agradar o para vender una imagen personal artificiosa, es uno de los factores que más contribuyen a la felicidad.
Si lo pensamos bien, desde muy jóvenes vivimos un proceso de adaptación a los demás, en el afán de sentir que no estamos solos y que formamos parte de un grupo, de una idea o de un fin colectivo. Necesitamos ser aceptados y así, vamos modelando nuestros juicios, expresiones, vestimentas, preocupaciones, opiniones y gustos a los de los demás, despersonalizando nuestro propio ser. Entendemos que así es como se nos quiere y que si mostráramos quienes somos con todas sus consecuencias, no seríamos aceptados por los demás. Luego, afortunadamente, maduramos y nos damos cuenta que nadie puede robarnos nuestra personalidad y que ser distinto, no es ser peor.
El objetivo debería siempre ser: decir lo que se siente y sentir lo que se dice. Tardaremos en acostumbrarnos a hacerlo, pero el día en el que lo consigamos, nos daremos cuenta de que no hay nada comparable a ser uno mismo y que serlo es lo que nunca falla.
EL JARDÍN DEL REY
Cuenta la leyenda que en un lejano país había un rey conocido por el amor que profesaba a las plantas y a la naturaleza. Dicho rey se desplazó un buen día hasta su hermoso jardín y en él descubrió horrorizado que los árboles, arbustos y flores languidecian y se estaban muriendo. El jardinero de palacio, con el fin de salvar su pellejo ante el monarca por no haber descuidado su trabajo, inventó, sobre la marcha, una curiosa historia.
-Majestad, he hablado con todas las plantas del jardín y me han explicado lo que les pasa.
-Y bien, dijo el rey.
-El roble, por ejemplo, me ha dicho que se moría, porque jamás podría llegar a ser tan alto como el pino.
-Y entonces el pino, ¿por qué está caído?
-Señor porque no podía dar uvas como la vid. Y la vid que se muere, es porque no podía florecer como la rosa y aquella rosa que llora y se seca es porque no podía ser tan sólida como el roble.
En ese momento el rey, que no daba crédito a tanto dislate, encontró una planta, una fresa, que mostraba toda su belleza y esplendor. Su fruto resplandecía, lo cual indicaba que estaba floreciendo en las mejores condiciones.
-Bien jardinero, dijo el rey, si tus argumentos son ciertos, ¿podrías explicarme cómo es que la fresa crece saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
-No lo sé majestad. Con la fresa no hablé. Quizá sea, improvisó hábil el trabajador, porque ella si que siempre supuso que cuando la plantaste, querías fresas, y que si hubieras querido un roble o una rosa los hubieras plantado en su lugar. Desde entonces, deduzco, se empeño en intentar ser la mejor fresa del mundo y no otra cosa más que eso.
Reflexión final: No lamentes ser quien eres, y menos por los demás. Ser auténtico es ser coherente; procurar que entre lo que uno dice y lo que uno hace exista una estrecha y adecuada relación.



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