No hay ninguna regla preestablecida, pero de algún modo parece que es inherente el hecho de que en la novela negra debe haber un malo y un bueno, al menos. Por norma general estos personajes son el policía y el asesino, pero la combinación puede dar lugar a muchas variantes que enriquecen este tipo de literatura. Pero, ¿qué se considera bueno y qué se considera malo? Una vez, hablando con una compañera, me comentó que no le gustaban los personajes absolutos.
Pensándolo fríamente, a mí tampoco, ya que no son reales. Nadie es absolutamente bueno o absolutamente malo, todos tenemos claros y luces. En mi opinión, crear un personaje en el que convivan ambas partes de manera palpable, consigue que la intriga se vea acentuada, ya que el malo puede ser bueno y el bueno puede ser malo y quizá el personaje que uno menos se espera resulta ser el asesino. Una ambigüedad muy interesante para mi gusto.
Se puede partir de la base en la que escogemos un detective (policía, inspector…), un asesino y por supuesto una víctima o víctimas potenciales. Pero no necesariamente tiene que ser así. Hay novela negra en la que el personaje que intenta desenmascarar al asesino no es ningún policía, sino simplemente un personaje corriente que se ve envuelto en la trama y busca por todos los medios resolverla. Como he dicho antes, hay múltiples combinaciones y esa es una de las claves del éxito de este tipo de novelas.