Ahí tenéis (en el vídeo de abajo, no en la foto), al sup “desnudando” su rostro… Porque todos somos Marcos, menos Marcos, que no puede reflejarse en su propio espejo, su fotografía.
El sup es el subcomandante Marcos, jefe militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), movimiento armado que se levanta en el estado de Chiapas (México) el 1 de enero de 1994 (tras 10 años de preparación militar), coincidiendo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México (TLC o NAFTA, en sus siglas en inglés). Su propuesta fundamental es la integración en pie de igualdad de los indígenas y la apuesta por la dignidad de tod@s, criticando la acción de unos gobiernos injustos que gobiernan para enriquecer únicamente a las clases dominantes, significando esto la explotación de los demás. Luchan desde el principio “contra el neoliberalismo y por la humanidad”.
Se esconde, como el resto de insurgentes, detrás de un pasamontañas, ya que “para que nos reconocieran, nos tapamos el rostro”, y su nombre fue ocultado, ya que “para que supieran quienes somos nos borramos el nombre” (si bien su identidad es conocida desde hace ya bastante tiempo, respondiendo a Rafael Sebastián Guillén, un antiguo profesor universitario –mestizo, no indígena- que dejó todo para, tras un paso por España, irse a la selva, donde encontró lo que buscaba). O, si lo prefieres de otra forma, él mismo se definió:
“Marcos es un gay en San Francisco, un negro en Sudáfrica, un asiático en Europa, un chicano en San Ysidro, un anarquista en España, un palestino en Israel, un maya en las calles de San Cristóbal, un judío en Alemania, un gitano en Polonia, un mohicano en Quebec, un pacifista en Bosnia, una mujer sola en el metro a las diez de la noche, un campesino sin tierra, un miembro de una banda de los suburbios, un trabajador desempleado, un estudiante infeliz y, naturalmente, un zapatista en las montañas”.