Todos soñamos de vez en cuando con hacer algo grande, ponernos el mundo por montera y crear una compañía muy grande. No es fácil, pero hay gente que lo ha hecho. Evidentemente hay que tener algunos requisitos previos (o quizás no). Descubre en este post como dos locos deciden crear, desde cero, una compañía de líneas aéreas.
Carlos Muñoz prefiere los hechos a las palabras. Quería emprender y no se lo pensó dos veces, dejó su trabajo y echó el resto en buscar grandes inversores. Cuatro años después, su compañía, ¡una aerolínea!, había salido a Bolsa con un arranque espectacular.
Si decides emprender, debes conocer muy bien tu proyecto para adelantarte siempre a las cuestiones que puedan plantearte tus inversores. Es clave prever los porqués de las cosas, es decir, por qué lo vas a hacer de una forma concreta, cómo vas a enfocarla, qué recursos necesitarás, cómo se gestionará, qué resultados vas a obtener, etc. Y otra cosa importante es dar el paso definitivo para emprender, es decir, enfocarse cien por cien en el proyecto para ponerlo en marcha”, sostiene Muñoz.
Comprometerse
“Mucha gente piensa en crear una empresa, pero se queda en la idea, sigue haciendo su vida laboral normal y no se decide a dar el salto. Mi socio y yo dejamos nuestros trabajos para meternos de lleno en el proyecto de nuestra compañía. Es fundamental el compromiso, no sólo de poner dinero, sino el compromiso personal de que ese proyecto ya no es un sueño, sino una realidad. La clave está en dedicarse a tope a pulir el proyecto. Los inversores valoran mucho ese compromiso”.
Dicho y hecho. Muñoz, que había trabajado durante siete años en una empresa familiar de cítricos y antes como consultor en McKinsey & Company en EE UU, decidió unirse en 2002 a su amigo Lázaro Ros –con más de 20 años de experiencia en el sector aeronáutico y turismo– para montar, no cualquier empresa, sino ¡una aerolínea! “Si uno quiere, puede hacerlo, porque si se puede montar una aerolínea, se puede hacer cualquier cosa”, afirmó Muñoz recientemente cuando recogía el premio que Emprendedores concedió a Vueling como Mejor Pyme 2006.
Cuatro años después, lo que empezó siendo un proyecto fue una compañía que salió a Bolsa,tenía más de 700 empleados, daba servicio a unos cinco millones de pasajeros y que contaba con una flota de 16 aviones y operaba en una treintena de rutas aéreas”.
Fue a finales de 2002 cuando Muñoz y su socio constituyeron una sociedad para financiar los estudios de mercado y de viabilidad de la futura compañía.
1 año preparando el plan de negocio.
Durante un año trabajó a tiempo completo en preparar un concienzudo plan de negocio. Y después, se enfrentó a su mayor reto: buscar socios para financiar los 30 millones de euros de inversión inicial. “Estudiamos a los posibles candidatos, analizamos quién podía tener interés en participar. Visitamos a 15. Tuvimos la suerte de que seis tenían pensado invertir, y de esos, nos quedamos con tres”, recuerda. Echando la vista atrás, Muñoz confiesa que no le ha resultado difícil crear una aerolínea: “Personalmente, no me ha parecido difícil. Es necesario ser muy perseverante e ir paso a paso, haciendo cada cosa bien, y luego, día a día y con un buen equipo de profesionales, desarrollar el proyecto”.
‘Face to face’
¿Y cómo se gestiona sin perder el rumbo una empresa que en cuatro años pasa de ser dos socios a más de 700 empleados? “La clave está en que la gente tenga una idea similar de lo que es la compañía, la cultura, los objetivos, qué es lo que vamos haciendo, etc. Y la otra es ver regularmente a la gente. A mí me encanta el face to face. De hecho, me gusta practicarlo con toda la línea frontal de la compañía, es decir, con el personal de cabina, los pilotos, etc., porque son los que están en contacto directo con la realidad, son la imagen de la empresa frente al cliente y los que mejor conocen Vueling. Yo puedo volar dos veces por semana, pero ellos tratan todos los días con clientes”.
Ese compromiso de contacto frecuente con sus equipos Muñoz lo aplica también a los clientes. “Me gusta volar, hablar con ellos para saber qué les parecen nuestros servicios, escuchar sus opiniones, etc. Para cualquier gestor es fundamental estar en contacto y tener los pies en la tierra. Uno de los peligros de las grandes compañías, que han evolucionado muy rápidamente, es ir perdiendo esa cercanía con la realidad. Es vital saber qué piensa la gente de tu propia casa y tus clientes, para saber cómo funciona realmente tu negocio y no tanto cómo te lo cuentan cuatro papeles o cuatro estadísticas”.