"Un amigo fiel es un refugio seguro; el que lo halla ha encontrado un tesoro. ¿Qué no daría uno por un amigo fiel? ¡No tiene precio! Un amigo fiel es como un remedio que te salva; los que temen al Señor lo hallaran. El que teme al Señor encontrará al amigo verdadero, pues así como es él, así será su amigo."
La frase que encabeza este mensaje ha sido siempre una luz en mi camino, ha sido la fuerza de la Palabra de Dios para creer y predicar lo grande y maravilloso del valor de la amistad y del amor verdadero.
Los hombres y mujeres de este siglo vivimos en medio de la angustia y la desesperación, no tenemos tiempo para las cosas del espíritu, la carrera incansable por el tener y el acumular no nos permite detenernos a contemplar la belleza de un atardecer, la pureza de una rosa ni el encanto del paisaje. Estamos ocupados y entretenidos en comprar y hacer negocios, en firmar contratos y lograr títulos de tal manera que no hay tiempo para vivir la riqueza de una amistad sincera.
Ser amigo es algo que no se puede improvisar, ser amigo no es una relación que se pueda condicionar o planificar. La amistad nace del corazón entre seres que se encuentran en el amor y que se reconocen unidos para siempre. No se puede fingir la amistad como no se puede fingir el amor. Los hombres de estos tiempos están acostumbrados a comprar todo con el dinero, a lograr grandes metas y objetivos con el esfuerzo y la constancia; en el ambiente actual se puede fingir y aparentar en muchas situaciones solo por conveniencia pero es imposible comprar, fingir o construir la amistad pues la amistad como el amor nace.
Quien ha encontrado a un amigo ha encontrado un tesoro. Y por un tesoro encontrado en un campo, se vende todo para comprarlo. Yo contigo aprendí a vender mis egoísmos, yo contigo aprendí a no pensar en mi mismo.
(Gracias, Señor; por todas las personas que a lo largo de mi vida me han llevado hasta ti; ¡gracias, Señor; por mis amigos!)
Comentario de Pbro. Alexis