El culpable del crimen ha sido más difícil de identificar. En un primer lugar, todo apunta a una gavilana, (Accipiter nisus) perfectamente capaz dar muerte a este ave aunque la aventaja en tamaño. Únicamente, considerar que normalmente, cuando consumen a una paloma, no llegan a desplumar las alas. Estas quedan en conexión con el resto del esqueleto que aparece práctiamente completo en el sitio. Definitivamente, no se trataba de una gavilana. No podía haber consumido los huesos.
Los restos, tal y como han quedado, son compatibles con un ataque de aguilucho lagunero, (Circus aeruginosus) . Ya hablamos en otra entrada de una paloma atacada por lagunero donde el escenario era idéntico. No creo que sea el autor un aguilucho lagunero. Creo que quizá es una presa demasiado grande para él. Aunque no tengo la seguridad de estas afirmaciones.
Pudiera ser un ataque de aguililla calzada (Hieraetus pennatus), aunque es algo improbable esta última opción porque ya deben de estar todas en áfrica. Algunos años se ha quedado alguna hasta casi finalizar noviembre, por lo que estaré vigilante por si la veo por la zona.
Visto lo visto, de momento y mientras no vea al aguililla, me voy a decantar por un ataque del busardo ratonero (Buteo buteo). Pero sólo porque he visto un ejemplar esta última semana a escasos 500 metros de la casa.
El ratonero es menos ornitófago que el aguililla calzada, que es mi sospecha más plausible. Estaré atento para poder confirmar mi hipótesis del aguililla...