Los seres humanos casi siempre sentimos atracción por cosas aterradoras u horribles, no importan que sean cosas vivas o muertas. La atracción es tan fuerte que en cuanto entramo en contacto con ellas nuestras fantasías o miedos salen a flote y nos embelesan de tal manera que empezamos a ver todo lo que nos rodea con ojos diabólicos. Y es que si miramos atrás, a nuestra infancia recordaremos entonces el encanto especial en que nos sumíamos al escuchar historias de horror; lo que en definitiva nos llevaba a crear nuestra propia versión del Diablo.
Estos demonios que hemos creado con nuestra imaginación pasan luego a formar parte de nuestros sueños, y nos asustan. Aún así, todavía los queremos y quisiéramos conocerlos en persona. Después, a medida que crecemos el miedo desaparece pero los demonios todavía rondan nuestra cabeza esperando la oportunidad de satisfacer nuestras fantasías.
Todas las culturas tienen historias míticas en las que el Diablo es un personaje principal. También tiene tantos nombres y manifestaciones como culturas existen en el planeta. Por lo visto, los demonios son infernalmente atractivos. Nos encantaría odiarlos pero los queremos demasiado, es por ello que siempre son y serán un tema o componente popular dentro de cada cultura.
Espero que las imágenes que siguen les revuelquen sus instintos más diabólicos.