¿Quién no quisiera teletransportarse?

Publicado el 06 abril 2016 por Acercaciencia @acercaciencia

Inevitablemente, en algún momento de nuestra vida, llega esa charla entre amigos donde el tópico es: “Si pudieses tener un superpoder… ¿Cuál elegirías?”. Y nunca pasa desapercibida la teletransportación. Quién no quisiera ser como Nightcrawler de X-Men o Goku de Dragon Ball, y poder estar donde sea, cuando sea, tan solo en un abrir y cerrar de ojos.

¿Cuán lejos estamos de esa idea? ¿Es posible teletransportarse realmente? Si hoy en día somos capaces de mandar un fax o escanear una foto y “teletransportarla” por e-mail o por teléfono celular instantáneamente a otro lugar, -como dice nuestro amigo Alberto Rojo- ¿llegará el día que podamos hacer lo mismo con una persona o una porción de pizza?

Vamos a echar un vistazo científico al tema. Cuando enviamos un fax o un mail, en realidad mandamos una copia y nos quedamos con el original. En el teletransporte como tal, la intención es movilizar directamente el original. A través de lo que sería una especie de fax en el que se destruye el cuerpo original, pero se conserva la información precisa de cómo está formado (esto es: cómo está dispuesta la materia que forma al cuerpo, átomo por átomo). Esta información es enviada de alguna manera a otro lugar, donde el cuerpo se reconstruye en materia, formando una copia idéntica al original. De esta manera, se transporta la información y no la materia misma, aunque el resultado sería el del teletransporte del cuerpo entero. Nuestra identidad está en el orden, en la configuración de la materia que nos constituye, y no en la materia misma.

Aunque todo esto parezca fantasía, en 1993 un grupo de físicos teóricos del laboratorio de IBM demostró que era factible el teletransporte cuántico a nivel atómico siempre que se destruya la materia original. Basándose en la teoría EPR (Einstein-Podolsky-Rosen) que radica en dos partículas que interactuaron en el pasado y que quedan en un estado entrelazado. Si dos observadores reciben cada uno, una de las partículas, cuando un observador mida la inercia de una de ellas, sabrá cuál es la de la otra. Si mide la posición, gracias al entrelazamiento cuántico y al principio de incertidumbre, sabrá la posición de la otra partícula de forma instantánea. Por lo que si tengo, por ejemplo, dos fotones A y B entrelazados, éstos tendrán polarización opuesta (sea cual fuere la de cada uno). Ahora si tomo un tercer fotón X y lo entrelazo con A, aún sin saber la polarización que X tenga, ésta será “teletransportada” al fotón B por medio de A.

En 1997 ya se habían podido teletransportar partículas subatómicas a distancias cortas, y en 2004 se logró hacerlo a 600 metros de distancia. Luego llegó el primer teletransporte con átomos, entrelazando tres átomos de Berilio, y en 2006 por fin se obtuvo un entrelazamiento macroscópico entre un haz de luz y un gas de átomos de Cesio. En estos casos no se teletransportan objetos, sino que se transfieren estados cuánticos. Se realizan medidas cuánticas de uno de los objetos y se transfieren los resultados de dichas medidas mediante un canal de comunicación clásico, como una fibra óptica.

En 2007 se propuso una nueva teoría de teletransporte sin tener que recurrir al entrelazamiento (que era el aspecto más difícil del teletransporte cuántico). Este nuevo método de teletransporte es enormemente prometedor, sin embargo aún es dificultoso lograr en el laboratorio ciertas condiciones y materiales necesarios para dicha misión. Si nos detenemos a pensar en qué consiste específicamente un teletransporte, la respuesta a la que llegamos es que un cuerpo debe desaparecer de un lugar y aparecer en otro lugar diferente, ya sea transportando la materia en sí o bien transportado la información de cómo está dispuesta la materia. Ahora bien, existe un límite muy bien establecido en la velocidad con la que puede viajar la materia o la información o cualquier cosa que se nos ocurra: este límite es el de la velocidad de la luz. Nada, pero nada, viaja más rápido que la luz: 300.000 kilómetros en un segundo. Un rayo de luz que sale del Sol tarda 8 minutos en llegar a la Tierra. Por más que nos esforcemos, no hay manera de tardar menos de 8 minutos para viajar del Sol a la Tierra. Uno podría pensar que si se tarda menos que este tiempo, entonces estamos en presencia de un teletransporte hecho y derecho. La preguta es: ¿Es posible viajar de un lugar a otro a una velocidad mayor a la de la luz? La respuesta, una vez más, parece de ciencia ficción: Sí, se puede, y se llama Agujero de gusano.

En 1935 Einstein y Rosen utilizaron la Teoría de la Relatividad General para proponer la existencia de “puentes” a través del espacio-tiempo (modelo matemático que combina el espacio y el tiempo en un único continuo, en el que las tres dimensiones espaciales no pueden ser separadas del tiempo); llamados Puentes de Einstein-Rosen o Agujeros de gusano. Éstos son pasajes teóricos que podrían crear accesos directos para los viajes largos a través del universo. Contienen dos bocas unidas por una garganta que permiten conectar dos puntos diferentes del espacio-tiempo.

Agujero de Gusano. Fuente noticiasdelaciencia

Dos años atrás, en el 2014, Zilong Li y Cosimo Bambi (científicos de la Universidad Fudan, Shangai, China), afirmaron haber detectado en el centro de la Vía Láctea un tipo de energía que se puede hallar cerca de los agujeros de gusano.

De momento, lo que sabemos es que los agujeros de gusano podrían existir y podrían permitir que la materia viaje en su interior a mayor velocidad que la luz. Pero por ahora son sólo hipótesis que nos mantendrán a la espera de su confirmación o refutación. Se podría resumir en que, hoy en día, los agujeros de gusano siguen teniendo dos grandes desventajas: lLa de ser útiles sólo a enormes distancias y la de ser sólo una hipótesis teórica todavía no confirmada. Para finalizar, me permito reflexionar acerca de que todo lo que la humanidad ha podido investigar en términos científicos en cuanto al teletransporte se llevó a cabo o bien a escala subatómica (enormemente pequeño), o bien a escala estelar (enormemente grande). Poco o nada sabemos de teletrasporte de cosas de nuestro tamaño. ¿Será que ver las cosas desde otra óptica nos ayuda a comprenderlas mejor? ¿Será que el teletrasporte de personas ya es un hecho, pero ocultado al común de la gente? ¿Será que ver las cosas de adentro es más complicado que de afuera? La verdad es que no lo sé, pero lo importante de esta nota no es sólo trasmitir la información de lo que se sabe de teletrasporte, sino que sea para el lector un disparador de ideas y de preguntas, como lo fue para mí escribirla.

Hoy en día, el teletransporte de personas continúa siendo una utopía, pero yo no pierdo la esperanza de poder almorzar cada día en un lugar diferente en vez de hacerlo en el comedor del trabajo. O aunque sea que llegue a existir el delivery instantáneo de pizzas y empandas… – Una grande de muzzarella y media docena de empanadas, señor. – Cómo no, ¿Delivery común o teletransporte? – Teletransporte, seguro!

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Licenciada en Biotecnología. Estudiante del Doctorado en Ciencias Biológicas. Apasionada de la Ciencia, aprendiendo sobre su divulgación y educación. Creo en los chicos y en el deporte.
@Barbi_Bercovich