Kohei Koyama. Viaje debajo del sol de medianoche. 2008.
Cortesía de la Galería Suchi, Tokyo. © Kohei Koyama.
Tomado de ars magazine.
Todo plural en medio de un pronombre es siempre mayestático. La frase, si se piensa bien, no significa nada. Nada al menos que pueda reducirse a un significado previamente dirigido. Digerido. Incluso nombra un espacio tan irreal, pero no inexistente, como pueda ser el "medio de un pronombre". Mire el lector hacia dentro e intente vislumbrar esa imagen. ¿Conseguido? Para seguir soñando ya no es preciso dormir. Al fin hemos accedido al tiempo del soñar despiertos. Si se piensa bien (de nuevo: pero es que se puede pensar mal y no acertar), no hacemos otra cosa cada día. ¿Quién es el responsable de lo que ocurre en nuestras noches? Y «a estas horas está previsto que comiencen en Valladolid los actos conmemorativos del Día de las Fuerzas Armadas», estaban diciendo en la radio hace un momento, noticias de las 12. Pararse a pensarlo (y anotarlo) es lo que tiene. Que el mundo no se para y cuando te quieres dar cuenta apareces en medio de ninguna parte. Quién sabe. Tal vez en medio de un pronombre que sostiene a uno y otro lado una pregunta y una presunción. Y en medio, justamente, el sujeto que, como su nombre indica, los pone en contacto, los sujeta, e intenta darles sentido. Toda escritura emite un vómito. Esa es su forma, tal vez ilusoria pero real, de vencer al tiempo.
(Rescatado de los Arcones de la Posada. Primera publicación: 02/06/2012, a las 23:30.)