Por estos días no hay reunión de amigos donde no surja la pregunta: ¿Quién les gusta para presidente de México? Y sobran las respuestas, pero lamentablemente todas ambiguas, ninguna definitiva, porque el ambiente no da para más: “La caballada está flaca”, como diría aquel cacique guerrerense.
Dentro del gabinete presidencial se mencionan varios personajes, pero el único que sale más o menos librado es el secretario de Salud, el doctor Narro, quien hace poco visitó Guadalajara en plan de pre campaña. Sin embargo, hay quienes no le perdonan el haber dicho que los pobres de México le deben su rescate al PRI. ¿Cuál rescate?
Está bien que el ilustre académico pretenda congraciarse con el partido que espera lo postule, pero entre sus simpatizantes hay quienes opinan que entre menos mencione supuestos beneficios del tricolor le iría mejor.
A otros aspirantes les faltan méritos, trayectoria y nivel.
Por parte de la oposición quien lleva la delantera es Andrés Manuel López Obrador, de Morena, pero aunque en los últimos meses ha mejorado su discurso, le critican su falta de sensibilidad y consistencia en algunos de sus programas.
Peocupa la “patria chica”
Luego del repaso al panorama político nacional, salta la preocupación por la “patria chica”. ¿Y Jalisco qué? Igual que en el país, aquí las cosas tampoco tienen buen horizonte. Por parte del PRI se menciona a Zamora, Almaguer y Pizano, principalmente, pero en condiciones muy complicadas.
Y por la oposición aparece Enrique Alfaro, del MC, alcalde de Guadalajara que acaba de ratificarse para un ejercicio constitucional de tres años (Si respeta a sus electores, no se lanzaría, pero…). Entre sus acciones de gobierno destacan algunas que lejos de unir han confrontado a la sociedad tapatía.
Y luego salen otros precandidatos de diferentes partidos, como el de Morena y el PAN, con escasas posibilidades.
Lo que Jalisco necesita
Es difícil perfilar en unas cuantas líneas al personaje que Jalisco necesita como próximo gobernador, pero lo intentaré a sabiendas de que no es fácil encontrarlo:
Primero.- Una persona seria, capaz y honesta, que anteponga sus intereses personales y de grupo al interés común de los jaliscienses.
Segundo.- Que conozca el Estado al revés y al derecho: su geografía, historia, tradiciones, y desde luego sus necesidades políticas, económicas, sociales y culturales.
Tercero.- Necesitamos a un gobernante que unifique a la sociedad, y que al entender los intereses de los diferentes sectores, sepa coordinarlos y motivarlos para trabajar en bien del Estado, es decir, alguien que una voluntades, no que las divida ni polarice.
Me conformaría con esos tres puntos. Pero como dije arriba, sólo expongo un ideal. La Historia de Jalisco y sus gobernantes ofrece ejemplos de políticos que se preocuparon por servir al Estado (lamentablemente, no muchos).
A los mandatarios jaliscienses los conocemos a través de sus biografías, sus programas de acción, Memorias de Gobierno y por las anécdotas que protagonizaron antes, durante y después de sus respectivos mandatos. Entre ellos figuran buenos, regulares, malos y pésimos gobernantes. Esperemos que el próximo figure entre los buenos.
Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del domingo 3 de septiembre de 2017.