- UNA META, UN RETO. Diversos estudios ponen de manifiesto que es más probable conseguir un logro que supone un desafío para nosotros, que aquellos otros que son, como se dice popularmente, pan comido. Entre otras cosas, porque los desafíos estimulan la creatividad y la imaginación.
- CIMAS ALCANZABLES. Para evitar frustraciones innecesarias, márcate objetivos más o menos ambiciosos, pero realistas. Por mucho esfuerzo y buena predisposición que le pongas, no se puede aprender un idioma en tres meses o perder los kilos que hemos ganado en un año en pocas semanas.
- TRAZA UN PLAN. A veces, la lista de buenos propósitos es tan larga que resulta paralizante. "Quien mucho abarca, poco aprieta", así que el primer paso será priorizar y, el segundo, poner una fecha límite al reto que vayas a a asumir en primer lugar para evitar que quede olvidado en el cajón de los sueños.
- COMPROMÉTETE. Una vez hayas definido tu objetivo, coméntalo con tu entorno: "El día de mi cumpleaños, dejaré de fumar". Para no defraudar a quién en ti confía, te esforzarás aún más.
- PERSERVERA EN EL INTENTO. "El triunfo no esta en vencer siempre, sino en no desanimarse nunca", decía Napoleón. En momentos de bajón-sudando la gota gorda en el gimnasio, hincando los codos en la biblioteca-, has un alto en el camino para ser consciente de los avances que has hecho y visualizar el resultado: imagínate llevando una talla menos de pantalón, trabajando de lo que más te gusta, etc.