Revista Cine

¿Quien Teme a Virginia Woolf? (Who's Afraid of Virginia Woolf?, Mike Nichols, 1966)

Publicado el 14 noviembre 2009 por Vivian
¿Quien Teme a Virginia Woolf? (Who's Afraid of Virginia Woolf?, Mike Nichols, 1966)
Noche de sábado, los acordes de una guitarra acompañan los pasos de una pareja madura en su regreso al hogar. La escena, con la Luna llena como testigo, adquiere un halo de melancolía mezclada con cierta nostalgia, y entonces, la pareja llega a casa, hogar dulce hogar.
“Menuda pocilga” dice Martha, y se rompió el encanto. Su tono desagradable, sus gestos vulgares, el desorden, la suciedad, el caos que los envuelve es sólo el preludio de un desorden y caos más profundo, de una suciedad de esa que envilece por dentro.
Insultos, vejaciones, violencia verbal y física, juegos macabros, crueldad gratuita, por el simple placer de ver sufrir al otro, manipulación emocional…. y alcohol, anestésico de almas atormentadas, aunque hace tiempo que descubrieron que para ese tipo de tormentos es una inútil anestesia…
“Mierdecilla, hijo de puta, cabrón...” “Malcriada, borracha, monstruo…”Lo peor no es lo que se dicen, es todo aquello que no se dicen, silencios que se ocultan tras insultos y desprecios mutuos, intentos banales de enmascarar una realidad que convierte su vida en común en unión de soledades, de vacíos interiores que se alimentan con el sufrimiento compartido, de reproches que se lanzan contra el otro en forma de agresión innecesaria y a la vez tan necesaria para sentir que aún siguen teniendo una razón para continuar recorriendo juntos su camino en dirección a ninguna parte.
Es demasiado duro mirarse en el otro cuando no se soporta la visión de la propia imagen frente al espejo, cuando cada arruga refleja un fracaso, cuando el brillo perdido en la mirada nos recuerda la pérdida de otro brillo, el de los sueños compartidos que se desvanecieron, cuando el asco y el desprecio por uno mismo ahoga cualquier resquicio de anteriores sentimientos… Sí, duele demasiado mirar al otro y reconocerse en su derrota, descubrir que en realidad es sólo un reflejo de nuestro propio fracaso.
Por eso aprendieron a arrastrar al otro en su propia angustia, a envolverlo en su amargura, a convertir la infelicidad en su lugar común de encuentro…
George y Martha, Martha y George, triste, triste, triste…
“Quién teme a Virginia Woolf” es una película psicológicamente agotadora, emocionalmente asfixiante, un retrato feroz de la decadencia y degradación de un matrimonio, que instalado en sus propias frustraciones hace de la destrucción propia y ajena su modo de sobrevivir al desprecio que sienten por ellos mismos, arrastrando en esa vorágine destructiva de crueldad gratuita y despiadada a quien se cruce en su camino. Pero, a pesar de los sentimientos negativos que la pareja provoca, sentiremos la necesidad de seguir la historia, de completar ese puzzle, cuyas piezas de aristas cortantes hieren, para intentar comprender la sinrazón de sus actos, encontrar algún sentido.
Y el desprecio por esos personajes, que parecen regodearse en las miserias propias y ajenas, se irá tornando compasión y lastima, por el pusilánime y manipulador George, y por la dominante y vulgar Martha.
George y Martha, Martha y George, triste, triste, triste.
“Quién teme a Virginia Woolf”, obra teatral de Edward Albee, generó cierta controversia tras su estreno en Broadway, no sólo por el lenguaje utilizado por el personaje de Martha, sino por la “cuestionable moralidad” de la obra para algunos críticos teatrales de la época. Su adaptación al cine fue la opera prima de Mike Nichols y su entrada por la puerta grande como director. Una excepcional adaptación que mantiene la esencia, la intensidad y la tensión de la obra teatral. Numerosos son, en mi opinión, los aciertos del director, desde la elección del blanco y negro hasta el magnífico reparto, con un duelo interpretativo de esos que hoy en día son difíciles de ver. Elizabeth Taylor y Sandy Dennis ganaron el oscar a la mejor actriz y a la mejor actriz secundaria, pero para mí, los cuatro actores del reparto están soberbios.

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