Hay demasiadas incognitas sin resolver, que convierten el conflicto en difícil de analizar con equidad y justicia. Lo que está claro es que ambas partes deben repartirse la culpa y las responsabilidades y que España ha asistido en estos días a un combate entre dos colectivos torpes y cargados de soberbia y arrogancia: los controladores y el gobierno. Unos y otros se parecen demasiado. Se parecen hasta en los privilegios que disfrutan y el dinero cuantioso que ganan.
Ante decretos abusivos del gobierno de Zapatero que limitan derechos y acosan a colectivos, como el que pretende imponer la Junta de Andalucía para hacer fijos a 20.000 enchufados del partido socialista que entraron en la administración por la puerta falsa, los funcionarios andaluces han optado por resistir y están saliendo a las calles para reventar actos donde acuden los políticos y para rechazar lo que consideran una ignominia.
Del mismo modo, los controladores, ante un decreto del gobierno que consideran abusivo y que liquida derechos adquiridos en el pasado, han decidido resistir. Su gran error ha sido hacerlo a costa de los derechos ciudadanos, causando daño a cientos de miles de inocentes.
Buena parte de la sociedad española, indignada porque la huelga salvaje de los controladores está causando daños terribles a la navegación aérea y a cientos de miles de pasajeros inocentes, que nada tienen que ver con esa disputa entre el gobierno y los que controlan el tráfico aéreo español, se han puesto del lado del gobierno, sin considerar que ese colectivo está resistiendo ante lo que considera un abuso de poder.
Los mismos sindicatos están culpando al gobierno del conflicto por la brutalidad de sus medidas y por haberlo lanzado, imprudentemente, en vísperas del gran puente de la Constitución, cuando el caos aéreo que iba a producirse como reacción haría más daño.
¿Hay manipulación en las maniobras del gobierno? ¿Pretenden Zapatero y su gobierno desviar la atención de los españoles del verdadero y gran drama de España, que es el de un país mal gobernado que, bajo el inepto gobierno socialista se dirige hacia la pobreza, el desempleo masivo y el fracaso?
Algunos analistas y comentaristas políticos ya afirman que sí, que el gobierno ha gestionado muy mal este conflicto o que lo ha manipulado para que estalle precisamente en estos días decisivos del puente de la Constitución.
Los que escribimos este blog reflexionamos y pensamos que no paramos de hablar de la pasividad de la sociedad civil, pero cuando unos individuos se plantan, ni siquiera les dejamos explicar por qué lo han hecho y nos lanzamos contra ellos, con palos, para lincharles sin compasión. Parece que no podemos soportar el hecho de que lo controladores ganen mucho dinero. Pepiño sabe lo miserables y envidiosos que es la masa aborregada y alimenta desde el poder esa envidia cruel. Con los mismos parámetros, ¿por qué no exigimos con igual energía, la declaración del Estado de Alarma o incluso de excepción cuando los políticos, que ganan más dinero y acumulan más privilegios que los controladores, nos conducen hasta la ruina económica, destruyen nuestro prestigio internacional o ensucian nuestro país con corrupción, ineficacia, desigualdad y abusos?
Desde este blog independiente y libre, donde creemos que los gobiernos mienten y manipulan de manera habitual, más todavía el español, solicitamos a nuestros lectores que analicen sin pasión el conflicto y que atribuyan a cada parte la culpa que merece. Quizás tengan razón los pasajeros frustrados en las terminales, cuando gritan "Gobierno dimisión, controladores a prisión", culpando así a ambas partes del caos aéreo.
Es cierto que los controladores son un colectivo privilegiado, pero no es menos cierto que los políticos son todavía más privilegiados que los controladores, con el agravante de que mientras los controladores desempeñan su trabajo eficazmente, convirtiendo los cielos de España en unos de los más seguros del mundo, los políticos han fracasado una y otra vez a la hora de cumplir con su deber de gobernar con eficacia y criterio la nación española, hoy llevada hasta el borde del fracaso, la pobreza y el caos por el gobierno de Zapatero.
Es cierto que los controladores aéreos han abandonado su trabajo y que deberán pagar por ello, pero que paguen también los políticos cada vez que dejan desierto el hemiciclo de las Cortes, mientras se discuten leyes y propuestas de interés nacional, causando escándalo y bochorno a la ciudadanía, sin que a ellos, casi inmunes e impunes, les ocurra nada. Los controladores han sido militarizados para que cumplan con su deber, pero los políticos quizás también deberían serlo para que cumplan con el suyo y habría que vigilarlos con guardias armados para que dejen de ser corruptos, para que no cobren comisiones ilegales, para que no despilfarren y se endeuden como locos, para que no coloquen a los amigos del partido y familiares "a dedo", en el aparato del Estado, para que no desvién dinero público hacia fines inconfesables, para que no falseen concursos y oposiciones, para que no se atiborren de privilegios y de sueldos altos cuando los españoles están hundidos por la crisis, para que no hagan pagar injustamente el precio de sus errores y desatinos a los más débiles, congelando pensiones, suprimiendo ayudas y prestaciones sociales y esparciendo por toda la sociedad española la semilla del dolor, la desesperación y el fracaso.
Antes de secundar al gobierno estigmatizando y condenando a los controladores, tal vez fuera bueno recordar el famoso poema de Martin Niemöller sobre lo que les ocurrió a los judíos en la Alemania de Hítler:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.