La crisis sigue allí y se oye mucho ruido pero hay pocas nueces.
El presidente Zapatero se reunió con la cúpula de 37 grandes empresas, el no va más del país, y las grandes empresas meten presión al presidente para que actúe “ya”. Muy bien, que actúe. Que flexibilice el mercado laboral, congele pensiones, aumente el IRPF (veremos de quienes), que ahorre en gastos, etc., etc. ¿Pero es este el problema de fondo que tiene el país? ¿Estamos seguros que con estas medidas España se pondrá en el pelotón de cabeza en los rankings de competitividad e innovación? ¿Qué están poniendo de su parte estas grandes empresas para sacarnos de la crisis? De las 37 empresas 6 eran del sector financiero, 5 de la construcción, 4 energéticas (electricidad, petróleo y gas), 4 de sectores tecnológicas (renovables, telecomunicaciones, electrónica), y luego de transporte, agua, sanitario, alimentación, automóvil, ingeniería, hostelería, vestimento, medios, comercio y varios. No había ninguna gran empresa química, ni de TIC, etc. Muy pocas de estas empresas son grandes a nivel global y poquísimas están en la vanguardia de la innovación.
¿Cuántas de estas empresas y qué porcentaje de sus cifras de negocio dedican a innovación tecnológica y a I+DT (Investigación y Desarrollo Tecnológico)? ¿Cuántas de estas empresas participan en sociedades de “capital riesgo”? Según datos de la ASCRI (Asociación de Sociedades de Capital Riesgo), el volumen de inversión ha bajado un 46% en 2009 con respecto a 2008 y se ha vuelto a volúmenes de inversión cercanos a los del año 2004, aunque el número de operaciones sigue siendo elevado y estable. ¿No tendrían que colaborar estas grandes empresas en el desarrollo del país aunque sea por responsabilidad social, igual o más que lo puede hacer el gobierno? No se puede decir que el sector privado en España hace grandes esfuerzos de I+DT. Gastando más en I+DT, se crearían empleos para jóvenes investigadores. Los beneficios los cosecharían indirectamente, aunque no inmediatamente. Es que también tienen que cultivar la paciencia y tener responsabilidad social. El bajo nivel cultural de programas de la primera televisión privada que estaba con el presidente, obsesionada por la cifra de audiencia, no es precisamente lo que va a salvar el país de la crisis.
Si no tenemos bastantes empresas que fichan a jóvenes titulados, podemos preguntarnos con Juan Bengoechea “¿Para qué sirve estudiar?” (El Correo 28.11.2010). “Invertir en educación entraña un riesgo notable, ya que la oferta del sistema no se adecúa a las necesidades de la economía.” Juan Bengoechea pronuncia frases muy pesimistas como “En estos tiempos de desamparo, muchos ven en la educación ese antídoto milagroso que curará todos nuestros males… Desde su punto de vista, la educación no es un gasto, es una inversión. Este discurso contrasta vivamente con la actitud de muchos jóvenes, que consideran una estafa su largo peregrinar por la Universidad.” “España es un país que ofrece pocos incentivos para estudiar”…”hemos llegado a ser uno de los países con mayor número de jóvenes con educación superior. Pero el precio pagado por esa apuesta ha sido considerable: elevada tasa de abandono escolar y deterioro de los conocimientos básicos adquiridos en la ESO”…”hasta qué punto en España es rentable invertir en educación”… “sería bueno que empezásemos a mirar a los empresarios con mejores ojos, a fin de que el espíritu emprendedor prenda en las nuevas generaciones...”
Juan Bengoechea mete el dedo en la llaga cuando dice: “Esta peculiar oferta de capital humano se ha dado de bruces con una demanda no menos peculiar. Nuestra estructura productiva está sesgada hacia sectores intensivos en mano de obra poco cualificada, como es el caso de la construcción o el turismo de 'sol y playa'. El lastre que representa esa estructura se ve agravado por el reducido tamaño de nuestras empresas, que, en general, carecen de masa crítica suficiente para invertir en la formación de sus empleados. En España, a diferencia de lo que ocurre en el entorno europeo, solo un 5% de las empresas tienen más de diez empleados”
Un poco menos negativo es Ignacio Marco Gardoqui con su pregunta “¿Nos tienen Manía?” (Dinero y Empleo, El Correo, 28.11.2010) donde afirma que “España no se merece el castigo de los mercados”. Pero por otra parte pone el dedo en uno de los problemas de fondo. “Tenemos empresas punteras que compiten en los mercados internacionales; pero tenemos también una pléyade de empresas de tamaño pequeño y mediano que padecen una arterioesclerosis severa. Necesitamos crecer para crear empleo y no lo conseguiremos si no disponemos de un entramado empresarial innovador, eficiente y decidido. Este es nuestro verdadero problema.” Pero luego limita las soluciones a “flexibilizar las relaciones laborales,.. y hay que sacudirse la tiránica opresión de los convenios colectivos.” Y en la liberación de los mercados… tocar a los impuestos….
Pero con esto no resuelve el problema gordo de la competitividad y de la innovación, el problema de la debil estructura empresarial del país.
¿Por qué, a falta de grandes empresas,y sobre todo de grandes empresas punteras en tecnologías, no se hace un mayor esfuerzo para impulsar alianzas de estas pequeñas empresas en clústeres innovadores, no en clusters de promoción comercial, o para promover las fusiones de Pymes con ansías de innovación? Algunos clústeres así ya hay, por ejemplo de biotecnología, pero hacen falta más y en más sectores. Falta impulsar desde el sector privado las “spin off”, la creación de empresas de alto contenido tecnológico desde la universidad. Y no se avanzará si se reducen las inversiones de capital riesgo. La crisis ha sido consecuencia de tomar riesgos financieros para ganancias fáciles y rápidas, pero no ha sido provocada por tomar demasiados riesgos con inversiones en conocimiento y en desarrollo tecnológico.
¿Cómo conseguiremos un entramado empresarial competitivo e innovador, si desanimamos a que los jóvenes elijan una carrera científica o técnica superior? Son los que tendrán la tarea de innovar para que la Estrategia de Lisboa se realice aquí también, y no solo en los países nórdicos. Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao con formación científica, dijo que “hay que formar especialistas” para contrarrestar los bajos salarios de los chinos. Y tiene razón. Hay entidades sin ánimo de lucro que se esfuerzan en acompañar a estos jóvenes, como la Fundación Novia Salcedo con la formación post-universitaria para su integración en el mundo laboral, y SECOT ayudando a los jóvenes emprendedores con sus consejos de sus socios basados en su experiencia profesional y empresarial, sin cobrar nada ellos mismos, o sea, menos que un chino. Pero se necesita el respaldo del sector privado, tanto o más que de las instituciones gubernamentales estatales y autonómicas. ¿Porqué no una segunda reunión de estas 37 empresas grandes en la que cada uno presenta sus iniciativas y compromisos con el desarrollo científico y tecnológico de este país?
Si nos rendimos al pesimismo de Juan Bengoechea y desanimamos la formación de ingenieros y científicos, y no les damos la posibilidad de investigar, seguro que seguiremos quedándonos muy lejos de países como Finlandia, Suecia, Suiza, etc., que van por delante de los EEUU en varios rankings de innovación. Los grandes cambios innovadores nacen en los laboratorios. Pero sin el apoyo y colaboración estrecha de las empresas privadas no es posible.
Hay que meter menos ruido y ponerse a producir más nueces.