El primer cabezota que nos dejamos fuera de la anterior lista es recordado como un auténtico loco; Vincent Van Gogh, y lo cierto es que muy bien no estaba.
Van Gogh (y se cae el del medio, jeje)
"Cuando siento una necesidad de religiĂłn, salgo de noche y pinto las estrellas"
Su pasiĂłn, antes que las acuarelas, fue predicar la palabra de Dios.
Pero por una maniobra del destino, después de intentarlo desesperadamente, no le quedĂł mĂĄs remedio que dedicarse a la pintura.
Pero al parecer, Van Gogh tenĂa mĂĄs moral que el Alcoyano, y en vez de dejar de una vez por todas la idea de convertirse en pastor evangelista, solicitĂł una plaza para una parroquia que se encontraba en un pequeĂąo pueblo minero en Bélgica.
Y en este caso, en vez de no llegar, le echaron por pasarse; en una ocasiĂłn decidiĂł donar toda su ropa para los mineros, que eran mĂĄs pobres que las ratas. Ese hecho llegĂł a los oĂdos de la Iglesia Evangelista y tuvo que abandonar su parroquia en 1879.
Después de intentarlo por activa y por pasiva, Vincent decidiĂł abandonar la senda de Dios para centrarse en lo Ăşnico que aliviaba su rabia y frustraciĂłn; la pintura.
Gracias a estas continuas negativas, hoy podemos contar con mĂĄs de 900 cuadros y 1600 dibujos de un hombre que, sin quererlo, demostrĂł que Dios tiene sentido del humor.
Los Reyes "Salidillos"
"Majestad, su peor enemigo ha muerto"
Jorge IV: "¿Qué le ha pasado a mi mujer?"
Para comprender la historia de un paĂs, hay que comprender a su gobernantes, y a su vez, para comprender a estos, es fundamental comprender a sus amantes. Y es que hay algunos que se encabezonan en ese aspecto de la vida y no salen de esa hipersexualidad.
El primero del que hablaremos es Jorge IV.
Rey de la Gran BretaĂąa entre 1820 y 1830, este hombre, que fue capaz de acabar en varias ocasiones con las reservas de condones del Palacio de Buckingham, ha sido recordado por su propio pueblo como "El hombre de las 7000 amantes". Y es que este macho alfa, al que se le han contabilizado 1 amante cada 2 semanas entre su llegada al trono y su muerte, y a cada una de ellas les pedĂa como recuerdo un mechĂłn de su pelo, sin importar de la parte que fuera.
Y asĂ transcurriĂł su vida, un hombre condenado a la ironĂa, ya que muriĂł sin descendientes legĂtimos tras 7000 muestras de amor. (Por supuesto no fue tal cantidad, pero a punto estuvo de igualar a alguno que conocemos)
El otro sĂĄtiro, adicto al sexo, al que vamos a rendir homenaje es un viejo conocido por todos los que nos gusta la Historia; estĂĄ en todos lado el muy pesado.
Gran cazador y estratega, apasionado de las matemĂĄticas, astronomĂa y otras ciencias, de las que solĂa hablar en largas tertulias con los mayores sabios del paĂs con un buen chuletĂłn de guarniciĂłn. Otra cosa no, pero comer se le daba de miedo, aunque lo compensaba con constantes jornadas deportivas.
Y asĂ pasaban los dĂas del joven Enrique hasta que, durante una cacerĂa, se cayĂł del caballo y, a su vez, el animal aplastĂł su muslo, lo que le obligĂł a dejar esa vida atlética sin renunciar a la buena mesa.
AsĂ que su empeĂąo por seguir poniéndose las botas a base de carne, junto con su fijaciĂłn por una joven Ana Bolena provocĂł que este auténtico terco cambiara no solo la historia inglesa, sino la historia mundial para siempre.
Y hasta aquĂ esta segunda parte de "Los mĂĄs cabezotas de la Historia". TodavĂa me dejo algun@s tercos como mulas en el tintero. Si os gusta esta especie de serie histĂłrica, me gustarĂa que lo manifestarais en comentarios.