Ponerle consciencia al asunto de ir en moto es esencial. Y ponerle conciencia, también. Tomar decisiones permanentemente mantiene la mente afilada y perfila la ruta y el destino de manera intencionada, buscando ese café y ese pincho de tortilla que está en algún lugar. Ir en moto es parecido a ir por la vida. Pero ir por la vida puede tomarse de varias maneras.
La vida puede ser, por ejemplo, como cuando vas en un coche convencional, uno coche de esos que tienen embrague y palanca de cambios, en el que tienes que ocuparte de ir adaptando las marchas del vehículo a lo que quieres conseguir en cada momento. Es una máquina a la que le tienes que decir todo el rato lo que tiene que hacer: arranca, pon la primera, acelera, frena.
La vida puede ser como ir en un coche automático. El conductor no necesita ocuparse de demasiadas cosas porque todo funciona con una autogestión ajena a la voluntad y el conocimiento propio. Es un tipo de conducción pseudofuncionarial que proporciona tranquilidad y estabilidad.
Pero ir en moto es más parecido a gobernarse la propia vida. Tienes que ocuparte conscientemente de tu seguridad, de gestionar tus miedos. Tienes que asumir el protagonismo de ser tu propia carrocería y estar dispuesto a pasar frío o calor. Ir en moto es cambiar de ruta por instinto, por placer, por aventura o porque un amigo te llama.
Abandonar la seguridad, el asiento y el airbag en beneficio de uno mismo puede parecer un contrasentido, pero si lo que quieres es vivir cien años no pruebes los licores del placer. Si eres alérgico a los desengaños olvídate de esa mujer. Compra una máscara antigás, mantente dentro de la ley. Si lo que quieres es vivir cien años haz músculos de cinco a seis. Y ponte gomina, que no te despeine el vientecillo de la libertad. Funda un hogar en el que nunca reine más rey que la seguridad. Evita el humo de los clubs, reduce la velocidad. Si lo que quieres es vivir cien años vacúnate contra el azar. Y si protesta el corazón, en la farmacia puedes preguntar si tienen pastillas para no soñar (una vez más, Joaquín Sabina).
Al final, la pregunta es quién manda en tu moto, quién determina tu estilo, quién decide por ti. Y la respuesta, según si quieres vivir cien años o menos, la tienes que buscar dentro. Y encontrarla. Y luego, hacer lo que quieras, pero hacerlo conscientemente.