La simpática azafata rubia de buen ver nos pidió amablemente las tarjeta de embarque y con una sonrisa nos invitó a pasar al pasillo siguiente que daba al avión. Esperamos un rato y una vez dentro, busqué un sitio en la parte de atrás (más que nada por si cae, verlo venir y durar medio segundo más que el resto de pasajeros) Me senté incrustandome en el asiento, porque no hay otra palabra, yo Un metro ochenta y cinco de largura x sesenta de espalda más ciento y pico de kilates. Resultado, me topaban las rodillas, los pies, las manos...
Tardó un rato en arrancar, me imaginé en la cabina a un piloto en prácticas echándole un último vistazo al manual del piloto que compró en oferta en el Carrefour, la política de la empresa es dar oportunidades a los nuevos pilotos aunque para mi parecer es más una forma de ahorrar.
Al fin salimos y el avión echó a volar, dando algunos bandazos y traspiés en el aire, le dije a mi mujer en broma, que era causa del piloto en practicas que había olvidados pulsar algún botón. Por la cara que mostró me percaté de que estaba un poco asustada y que la broma no le hizo ni pizca de gracia. El avión al fin se estabilizó, al menos el piloto automático se veía que tenía más horas de vuelo que el comandante.
Me saqué el libro que leería, uno de Gabo, mal empezamos, porque aunque el autor me encanta, a esta obra se le olvidó meterle acción, y encima no mucho después, comenzó el desfile aeronáutico. Unas azafatas rubias de quien sabe que nacionalidad, repartían unas cartas de menús irresistibles, para el bolsillo primero por la clavada y luego para el estómago, la hamburguesa prefabricada y recalentada en el microondas debe ser muy suculenta. Tras esto pasó otra repartiendo refrescos, cafés, licores y toda clases de líquidos. Me metí de nuevo al libro, a ver si conseguía concentrarme, pero de nuevo una azafata pasó con unos super cigarrillos sin humos, aptos para fumar en cualquier sitio, no sin antes recordar que estaba prohibido fumar y gastar una mala broma al que se le ocurriera hacerlo en el baño. Tras el tráfico de tabaco. Un azafato pasó con un carrito de colonias, perfumes y varios tipos de regalos y menesteres imprescindibles de comprar hay arriba en el avión porque no existiría otro momento en la vida del señor.
Continuará...Rubén Jiménez Triguero