“Vamos a gastar aquí una cantidad indecente de dinero, así que necesitaremos que nos hagan mucho más la pelota porque es lo que más nos gusta”. La frase la suelta un rico hombre de negocios (Richard Gere) al dependiente de una tienda pija de Los Ángeles enPretty Woman. Estoy con Richard Gere y echo de menos ese peloteo que pensaba iba a producirse con la llegada de Rubalcaba, un gran comunicador sin duda. Y es que nos va a costar mucho dinero, muchas energías, más de las que llevamos invertidas, evitar la quiebra de este colosal negocio mundial donde todo se compra y se vende. Todo para que no se vaya a pique y mantener con respiración asistida este capitalismo agónico cueste lo que cueste. Atrás, ya lejos, quedaron por el camino la falacia del dinámico sueño americano y el plácido y autocomplaciente estado del bienestar europeo. Queda China.
Por eso necesitamos que nos hagan la pelota, que nos doren la píldora explicándonos con cariño que somos imprescindibles para, entre todos, salir adelante. Sin nosotros no van a ninguna parte, aunque les cueste creerlo: el cliente siempre tiene la razón y si sale descontento, las cuentas no van a salir nunca. Vamos, que exigimos justo lo contrario de lo que sucede. El despotismo ilustrado con Todo para el pueblo pero sin el pueblo vuelve renovado, si es que alguna vez desapareció, de la mano de los diferentes Pepes Manostijeras podadores de derechos. Sí, derechos, porque nada ha venido regalado. Por eso quiero que me expliquen dónde se ahorra y por qué, dónde no se ahorra y también por qué y por qué es indispensable y urgente. También deberían explicar cómo se van a gestionar los escasos recursos que quedan y por qué ni siquiera se buscan culpables del desaguisado. Quiero que me hagan la pelota porque me voy a gastar una pasta indecente en todo ello y yo, ni nadie que conozca, ha sido el culpable.