Por: Luis J. Pinto - luis.p_g@live.com
Menos de 24 horas después de ser rescatado por las fuerzas del orden venezolanas, Ramos, de 24 años, catcher de los Nacionales de Washington, compareció sereno ante la prensa, con ánimo de querer pasar cuanto antes página a su secuestro y dedicarse a sus dos pasiones: la familia y el béisbol.
Pero, junto a su padre, Abraham Ramos, en el centro de la policía científica de Valencia (norte), repleto de periodistas, reconoció haber vivido momentos de angustia durante los dos días que duró su cautiverio: "Tuve miedo a perder la vida, al riesgo de no ver (nunca más) a mi madre, a mis hermanos", admitió.
Por momentos, pensó que no lo encontrarían, por "lo oculto" que le tenían sus captores colombianos, en un caserío ubicado en una zona montañosa, a varias horas de camino desde la casa de sus padres en Valencia donde fue secuestrado el miércoles.
"Físicamente no fue un trato malo, pero psicológicamente me afectó bastante (...) Mientras yo sufría ellos gozaban, y eso me bajaba los ánimos", recordó agradeciendo incesantemente a Dios y a las autoridades venezolanas el haber sido rescatado sano y salvo.
No obstante, Ramos no mostró rencor y se limitó a relatar los hechos tal y como los vivió: "Me contaron muchas cosas que sabían de mi vida privada (...) Tenían un informante que les comunicó todo eso, ellos mismos me lo dijeron".
"Uno me decía que estuviera quieto, otro que si no colaboraba las cosas se iban a poner peor: exigían una fuerte cantidad de dinero para liberarme", agregó este jugador que desde 2010 se desempeña en las Grandes Ligas de Estados Unidos.
Ramos explicó a la vez que de alguna manera se ganó la confianza de quienes le custodiaban, cuatro colombianos que se dieron a la fuga tras el allanamiento de las fuerzas del orden el viernes por la noche.
"Me amarraron, me encapucharon, pero después me dieron la confianza y me dejaron moverme en la habitación" en la que pasó su cautiverio.
Recuperada ya su libertad, y tras una corta noche -sus primeras declaraciones las dio a altas horas de la madrugada-, el pelotero decidió no alterar los planes que tenía antes de ser secuestrado.
"El lunes voy a seguir mi entrenamiento para arrancar si Dios quiere el 16 de noviembre", jugando con su equipo los Tigres de Aragua, con el que participa en el torneo venezolano durante el receso invernal en Estados Unidos.
"Quiero quedarme aquí, para que el pueblo venezolano me vea jugar aquí, que es lo que ellos quieren", aseguró este joven, explicando que su meta es "llevar a cada niño una figura a quien seguir".
Pero también confió en que su deseo no afecte sus vínculos con los Nacionales de Washington: "Tuve un contacto con ellos, sólo me pusieron algunos puntos claros" para seguir jugando en Venezuela, afirmó Ramos, rechazando entrar en detalles.
"No tengo planes para ir a Washington, sólo espero una llamada de ellos para aclarar varios puntos", insistió.
Junto a él, su padre no ocultaba su alegría, descartando que la angustiosa experiencia vaya a afectar la carrera de su hijo: "La pelota le va a ayudar un poco a olvidar estos momentos", dijo a la AFP.
"Mantener su mente en el béisbol le va a ayudar bastante", enfatizó.