Publicado por Ismael Parras Ramirez
Por ello, quiero compartir algunas apreciaciones que hay que tener en cuenta de la profesión de formador. Uno: La Formación como actividad de riesgo. Nadie te asegura que vayas a tener trabajo todos los días, ni todas las semanas, ni todos los meses. Por lo tanto, no es un chollo. Hay mucha gente que se acerca a la formación pensando que se puede vivir muy bien de ella sin apenas esfuerzo, no te dejes engañar, no es así. Es cierto que existen formadores que encadenan un curso tras otro, pero, lo normal es que la temporalidad sea brutal. Es decir, que te pases 3 meses sin tiempo ni para respirar, y que de golpe tu actividad disminuya o incluso desparezca. Es una profesión que requiere esfuerzo, constancia y una fuerte dosis de autoestima para no venirte abajo cuando no tienes formación que impartir. Dos: ¿Qué sabes? ¿Qué has aprendido de la vida? No voy a ser yo quien le reste importancia a la titulación que puedas tener. Para impartir formación en muchos centros te van a solicitar titulación acorde a tu oferta formativa (Licenciatura, Diplomatura…). Pero, de nuevo, no conviene que te engañes, aunque tengas un título universitario, los buenos formadores, los que tienen trabajo casi constantemente, suelen impartir una formación basada en experiencias y no en conocimientos. El saber no es suficiente, hay que saber aplicarlo. Más en la página de Aforen ( Asociación de Formadores Enseñanzas no Regladas )