Queridos Reyes Magos, quiero un Quokka.
No miréis de reojo el calendario, ya sé que no hemos llegado ni a mitad de febrero y que aún queda mucho tiempo pero es que estoy segura de que luego se os va a traspapelar mi carta entre tanta bicicleta, tanto móvil y tanta consola. Y eso no puede ser.
Cómo me imagino que no tenéis muy claro qué es un Quokka, os lo voy a presentar.
Ahí lo tenéis. Un marsupial australiano -como los bomberos pero esos os los pido en otra carta o en esta, quién sabe- chiquitito, el primo hermano bajito de los canguros. Un bichejo vegetariano y casi siempre nocturno.
Además el Quokka es más majo que las pesetas y tiene el honor -otorgado por mi que para eso me he convertido en su mayor defensora- de ser el animal más feliz del mundo que mires cuando mires al animalito se está riendo y eso, como está la vida, está muy cotizado.
Cómo tiene el tamaño de un gato, ya lo tengo todo planeado. Un bolso grande, cual Mary Poppins, donde quepa la cartera, la agenda, el móvil, los clinex, las llaves, los auriculares, chicles, un boli, el ebook, un blister de Ibuprofeno, unos almax por si acaso, una lima, las gafas de sol...y el Quokka.
Qué te toca un atasco y llegas tarde a trabajar...
Qué te llevas una bronca del jefe...
Qué te peleas con el marío, él al sofá y el Quokka a dormir contigo que, además, tiene que ser calentito...
Qué no hay forma de echar una visita de casa, saca tu Quokka. No falla, es mirarlo y te entra un buen rollo...
Porque, veréis, ya me he cansado de los mensajes de Mr.Wonderful. Son repetitivos, ñoños y caros, todos los ingredientes para acabar de mala leche. Nada como un Quokka que, además, te poda el césped y el jazmín, ¡si es que todo son ventajas!
Así que no preocuparse que acabo de dar la clave contra el mal humor del mundo. Menos bronca y más Quokka...prometo ser buena el resto del año, tanto, tanto que podéis dejarme también al bombero australiano que él sabrá qué hacer con el Quokka