Hace unas semanas tuve el placer de colaborar en un artículo para la sección de salud del diario El País, titulado «el triclosán se acumula en su cepillo de dientes y podría ser un riesgo para su salud». Puedes consultar ésta y otras colaboraciones en medios de comunicación en la sección del blog Impacto en los medios.
El triclosán puede resultar dañino para nuestra salud y el medio ambiente. Esta posibilidad es realmente cierta cuando el triclosán está en estado puro, es decir, cuando no se encuentra mezclado con otros compuestos químicos (100% triclosán). En estas condiciones, el triclosán está clasificado con respecto a sus efectos sobre la salud humana, ya que provoca irritación cutánea e irritación ocular grave, y resulta peligroso para el medio ambiente acuático (peligro agudo y crónico). Además, bajo ciertas condiciones de laboratorio, se ha observado que el triclosán tiene efectos citotóxicos, que altera procesos metabólicos celulares relacionados con el sistema endocrino, y puede inducir actividad cancerígena in vitro y en modelos animales.
Sin embargo, a pesar de lo expuesto en el párrafo anterior, la realidad es que el uso del triclosán es seguro en base al conocimiento técnico y científico actual. En este sentido, la Legislación Europea de referencia – Reglamento (CE) nº 1223/2009 sobre los productos cosméticos – limita el uso del triclosán a aquellos tipos de productos y a aquellas concentraciones que el Comité Científico de Seguridad de los Consumidores (SCCS, por sus siglas en inglés) considera seguros. Por ejemplo, la concentración máxima de triclosán permitida por la Unión Europea es del 0,3% para la pasta de dientes y otros productos cosméticos (jabones de manos, geles de ducha, maquillaje, etc.) y del 0,2% para los enjuagues bucales. En todo caso, el reglamento se va modificando a medida que se averiguan datos nuevos sobre los ingredientes, de manera que hay ingredientes que hoy están permitidos y que podrían prohibirse en el futuro si aparecen datos nuevos demostrando que son un riesgo para la salud. Por tanto, a menos que aparezcan nuevos datos, nuevas evidencias, debemos considerar que nuestros cosméticos son seguros si siguen las directrices del Reglamento.
El debate y la discusión con respecto al triclosán debe centrarse en el uso abusivo de este compuesto químico, debido a la magnitud de la exposición acumulada (por usar diferentes productos con triclosán al mismo tiempo) en productos de uso cotidiano. En este sentido, es necesario reflexionar si es necesaria la presencia de triclosán en todos estos productos y si existen alternativas que se consideren más seguras, que no sean persistentes en el medio ambiente y no representen ningún riesgo para los seres humanos o los ecosistemas.
Como comenté al principio del artículo, la exposición al triclosán sucede a través del contacto con productos de belleza, de higiene personal (pasta de dientes, enjuagues bucales, jabones y desodorantes) y productos de limpieza del hogar. Al usar estos productos, el triclosán se absorbe por la piel, por mucosas, por ingestión y posiblemente también por inhalación. Por tanto, es la sobre-exposición al triclosán lo que lleva a considerar un posible riesgo de inducir lesiones por contacto a largo plazo (algo que aún se desconoce en estudios clínicos). De hecho, el uso de triclosán es tan común que es posible detectar su presencia en humanos (en muestras de sangre, orina y leche materna), por lo que es motivo de preocupación y merece un mayor estudio (no hay suficiente evidencia que demuestre la seguridad de su uso diario a largo plazo).
Justo
«Ciencia Química en el siglo XXI» | Dr. Justo Giner Martínez-Sierra