En el siglo pasado cuando el médico te decía «tienes cáncer» inmediatamente pensabas que todo había acabado, no había mucho que hacer medicamente. Tengo entendido que la quimioterapia comenzó sobre 1940 con los primeros usos del gas mostaza y drogas antagónicas al ácido fólico para el tratamiento del cáncer. Ni si quiera puedo imaginar cómo se sentía un paciente después de un tratamiento de esa naturaleza.
Hoy en día, casi 80 años después, la quimioterapia sigue siendo el tratamiento a aplicar, almenos en lo que son los Hospitales públicos subencionados por el Gobierno. Estos protocolos también incluyen cirugías y radioterapias en un gran porcentaje de los enfermos oncológicos y para todos los tipos de cáncer.
Mi madre fue diagnósticada hace 25 años de cáncer de mama y recibió todos los tratamientos mencionados, cuando eso ocurrió yo tenía 20 años y estaba aterrorizada, al contrario de ella que me dijo «no voy a morir de esto, me curaré, la mente es poderosa» y sobrevivió 20 años aunque con su cuerpo mutilado por la mastectomía que fue inevitable.
Hoy tengo 45 años y el año pasado me diagnosticaron el mismo cáncer, aunque en una etapa más tardía y con un tumor muy agresivo. Y me aterré otra vez, los médicos del Hospital general de mi ciudad dijeron que podria vivir de 2 a 5 años si todo salía bien.
Había leído unos años antes al Dr Hamer creador de la Nueva Medicina Germánica, él postula que estas enfermedades y otras tantas se producen por algún shock emocional sufrido inesperadamente y que se vive en silencio. Es decir un trauma, eso me hizo sentido, pues mi marido falleció hace un tiempo de manera violenta y por supuesto inesperada. No tuve tiempo de sufrir por ese hecho ya que me había quedado sola con mis hijos y mi principal preocupación era seguir manteniendolos a ellos y a mí.
Así que pensé en mi madre y su discurso de que la «mente es poderosa», pensé en el Dr Hamer y su nueva medicina. Le pregunté a mis médicos si existía otro tipo de tratamiento menos agresivo que la quimioterapia y dijeron que no, que esa era mi única opción.
Huí de ese hospital y seguí buscando alternativas, ¿cómo era posible que 80 años después de las primeras quimio, siguieran aplicándose? Es claro que se han hecho muchos avances en ciencia médica, pero su agresividad sobre el sistema inmune sigue siendo tan violento como siempre.
Un año ha pasado y mi cuerpo está fuerte, no pasé por ninguna cirugía y no acepté ninguna quimio. Opté por la terapia dirigida, que tiene la gracia de atacar solo a las células enfermas sin dañar las sanas. Me alimento con muchas verduras verdes, eliminé las harinas blancas, el azúcar, café, et. y el tumor ha ido muriendo poco a poco.
A diario me digo que estoy completamente sana y que no moriré de cáncer como decía mi madre.
Lo que deseo transmitir, es que sí hay opciones, que uno como paciente tiene el derecho a decidir qué tratamiento tomar y que el rol del médico como profesional y asesor es vital. El fue el primero en estar convencido en que saldría adelante.
No nos demos por vencidas, 80 años después sí podemos vencer el cáncer.