Quince santos de la universidad de salamanca. usal, 2002

Por Joseantoniobenito


La historia de los quince santos que pasaron por las aulas de la USAL

Ediciones Universidad de Salamanca recoge en una publicación la biografía de unos personajes que marcaron su tiempo y consiguieron el reconocimiento de la Iglesia

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Isabel Andrés RodríguezMartes, 13 Diciembre 2022, 00:15

Con más de ocho siglos de historia a sus espaldas, las aulas de la Universidad de Salamanca han visto casi de todo y por ellas han pasado personalidades de todo tipo y de todos los ámbitos. Algunos de ellos son de reconocido prestigio y a la cabeza de todos vienen nombres como Unamuno, Nebrija o Fray Luis. Sin embargo, hay otros personajes que pueden pasar desapercibidos, son desconocidos para muchos, pero que fueron muy influyentes en su tiempo y consiguieron el reconocimiento de la Iglesia católica.

Ahora la Universidad de Salamanca ha recogido en una publicación la biografía de quince personas que tienen el título de Santidad o están cerca de serlo como homenaje y reconocimiento por su contribución a la historia del Estudio charro. La obra, titulada 'Los Santos en la Universidad de Salamanca', está publicada por Ediciones Universidad de Salamanca y coordinada por los profesores Emiliano Fernández Vallina y Antonio Heredia Soriano.

Ambos han reconocido la importancia de una obra pionera y que pretende ser un "reconocimiento que la Universidad les hace porque ellos le dieron relevancia a la USAL". Se trata de la biografía de quince personajes que "tuvieron una inteligencia extraordinaria y fueron predicadores insignes, escritores y pioneros en muchos aspectos". "Los santos también son héroes, héroes cristianos, pero héroes al fin y al cabo", ha asegurado Emiliano Fernández durante la presentación de este volumen.

"Este libro refleja la intrahistoria de la Universidad. Entramos en los vericuetos de la USAL y de su historia por un lado desconocido", reconoce Antonio Heredia. Y es que, durante mucho tiempo ser reconocido como santo fue el reconocimiento más importante que podía conseguir una persona, por lo que estos quince personajes son "un grupo de personas que más allá de su fe han desarrollado acciones como pocas y han conseguido un reconocimiento internacional", ha apuntado el profesor Enrique Cabero.

Se trata de 14 hombres y una mujer, Santa Teresa de Jesús, que, aunque no fue ni profesora  ni alumna, forma parte de la Universidad de Salamanca como miembro de su claustro.

Esta es la historia de los quince santos que esta publicación recoge en sus páginas:

1. San Juan de Sahagún

Juan de Sahagún llegó a Salamanca con 25 años y comenzó sus estudios en la Universidad de Salamanca hacia 1457 y 1458. Desde entonces, su nombre siempre estuvo ligado a la ciudad charra, de la que es patrón. Fue beatificado por el papa Clemente VIII en 1601 y canonizado por el papa Alejandro VIII en 1691. Famosos son sus logros en la capital salmantina, donde consiguió apaciguar el enfrentamiento entre Los Bandos y, con sus oraciones, librar a la ciudad de la peste del tifus negro. Recordados son también sus dos milagros: elevar el nivel del agua de un pozo para salvar a un niño que se había caído en él y detener a un toro bravo que se había escapado por las calles de la ciudad. Dos calles recuerdan estos acontecimientos: Pozo Amarillo y Tentenecio.

2. Santo Tomás de Villanueva

Tomás García Martínez ingresó en la Orden de San Agustín de Salamanca en 1516 y fue profesor de la USAL, consejero y confesor de Carlos I. Tuvo éxtasis místicos en misa cuando rezaba los salmos. Fue canonizado en 1658 por el papa Alejandro VII.

3. San Pedro de Alcántara

Estudió leyes en la Universidad de Salamanca, aunque tomó el hábito en 1515. Fundó el convento más pequeño del mundo y fue muy querido por todos los fieles de los lugares que visitó. Fue beatificado por el Papa Gregorio XV en 1622 y canonizado por Clemente IX en 1669.

4. San Juan de Ávila

Fue un sacerdote y escritor muy influyente en su tiempo. Llegó a Salamanca en 1514 para estudiar leyes, aunque lo dejó a los cuatro años debido a su devoción. Fue beatificado en 1894 por el papa León XIII, mientras que en 1946 Pío XII lo declaró Patrono del clero secular español y Pablo VI lo canonizó en 1970. Además, fue declarado Doctor de la Iglesia en 2012 por el papa Benedicto XVI.

5. San Alonso de Orozco

Es otro de los grandes escritores místicos del Siglo de Oro y también fue estudiante de la Universidad de Salamanca. Contó que comenzó escribir tras un sueño en el que la Virgen le ordenaba que escribiera. Fue nombrado beato por el papa León XIII en 1882 y canonizado por Juan Pablo II en 2002.

6. Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa es, sin duda, una de las grandes místicas de su tiempo y una mujer pionera en su vida. Aunque no pisó las aulas de la Universidad de Salamanca, forma parte de su claustro y es la primera mujer nombrada Doctora Honoris Causa en la institución académica salmantina hace ahora cien años.

7. San Juan de Ribera

Estudiente de la Universidad de Salamanca, fue uno de los personajes más influyentes de su tiempo, en el que se produjo la Contrarreforma de la Iglesia católica. Fue beatificado en 1796 y canonizado por el papa Juan XXIII en 1960.

8. Santo Toribio de Mogrovejo

Estudió en la Universidad de Salamanca, de la que también llegó a ser profesor de Leyes. Además de sacerdote, arzobispo y misionero, fue designado como inquisidor general de Granada. Fue beatificado en 1679 por el papa Inocencio XI y canonizado en 1726 por el papa Benedicto XIII.

9. San Juan de la Cruz

Es, junto con Santa Teresa, cumbre de la mística cristiana y cuyos poemas se han convertido en obras cumbre de la literatura española. Fue estudiante de la Universidad de Salamanca, beatificado en 1675 por Clemente X y canonizado por Benedicto XIII en 1726. Además, en 1926 Pío XI lo proclamó Doctor de la Iglesia Universal.

10. San Simón de Rojas

Destacó por su intelecto como estudiante de la Universidad de Salamanca, donde también llegó a ser profesor al hacerse cargo de las clases de Marcos de Sepúlveda durante su ausencia. Fue un gran devoto de la Virgen y fundó la Congregación de los Esclavos del Dulcísimo Nombre de María para el servicio de pobres y enfermos de Madrid. Fue beatificado por Clemente XIII en 1766 y canonizado por el papa Juan Pablo II en 1988.

11. San Miguel de los Santos

Este trinitario es reconocido por sus experiencias místicas. Estudió teología en la Universidad de Salamanca en torno a 1614, donde vivió una de sus experiencias místicas más reconocidos. Según cuentan, asistía a una clase del maestro Antolínez cuando dio un grito y entró en éxtasis. En ese momento quedó elvado del suelo sobre la cabeza del resto de alumnos durante más de un cuarto de hora. Su profesor dijo: "Cuando un alma está llena del amor de Dios, difícilmente lo puede ocultar". Fue canonizado por el papa Pío IX en 1862.

12. Juan de Palafox y Mendoza

Otro estudiante de la Universidad de Salamanca que se convirtió en un hombre influyente en su tiempo. Fue obispo en Tlaxcala, en la Nueva España, donde destacó por sus esfuerzos en proteger a la población indígena.

13. Marie-Joseph Lagrange

Fue un teólogo francés que llegó a Salamanca tras la expulsión de los dominicos del país galo. Aquí fue estudiante de la Universidad de Salamanca y, posteriormente, fue destinado a Jerusalén para participar en la fundación de la Escuela Bíblica.

14. Juan González Arintero

Sacerdote y teólogo, fue estudiante de la Universidad de Salamanca entre 1881 y 1886. Su trabajo contribuyó a la restauración de los estudios místicos en España a comienzos del siglo XX y destacó por conciliar la fe y los postulados científicos.

15. Beato José Polo Benito

Clérigo y escritor salmantino, fue el promotor del viaje de Alfonso XIII a Las Hurdes en 1922. Fue catedrático de la Universidad de Salamanca y realizó una intensa actividad intelectual y periodística. Fue condecorado con la Cruz de Oro del Santo Sepulcro de Jerusalén y beatificado por el papa Benedicto XVI en 2007. La calle Deán Polo Benito recuerda su figura en el callejero de la capital charra.

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COORDINADORES/AS:
Emiliano Fernández Vallina,Antonio Heredia Soriano

DOI:
https://doi.org/10.14201/0SC0005

RESUMEN

Esta importante obra muestra excelentes trabajos que versan sobre los Santos de la Universidad de Salamanca. Con gran originalidad pone de manifiesto el vínculo de la Universidad con una forma de vida en un inicio estrechamente ligada a la vida cristiana, dividida por aquel entonces entre la vida diocesana y monástica.

Se reflejan las tradiciones cristianas que se remontan a las primeras comuni­dades que, tras el reconocimiento de la religión cristiana como religión lícita con el edicto de Milán (en el año 313) y su posterior conversión en religión oficial del imperio romano, volvieron a recuperar el sentido de sacrificio que Cristo mismo asumió en la Cruz. Y optaron inicialmente en separarse o apartarse de la vida de la sociedad de entonces. Esta separación les permitía llevar una vida contempla­tiva y de oración: algo típicamente bíblico. Así, el individuo que escogía dicha forma de vida, pretendía dedicarse íntegramente a la contemplación entendida como comunicación con la divinidad a través de la oración.

Este modo de entender dicha separación refleja precisamente el sentido del qadosh hebreo y el qadish arameo recogidos en el texto bíblico y cuyo significado no es otro que ser o estar separado. De hecho, el sentido de la santidad de Dios en el contexto bíblico refleja esta realidad de estar separado de tener un lugar específico donde solo el sumo sacerdote podía entrar para cumplir con el ritual o la liturgia que escenifica estar en un lugar sagrado, exclusivo de lo Sagrado y, por tanto, separado. Moisés denominó este lugar el Santo de los Santos, la morada del Dios de Israel.

Este lugar único e inaccesible a la comunidad y el significado de estar separado pasó al cristianismo y se manifiestó en la estructura litúrgica, sobre todo oriental, heredera directa de las tradiciones bíblicas del templo. Pero este símbolo se refle­jaba no solo en el edificio de culto sino también en el ejemplo de vida que llevaban los Santos Padres y Doctores de la Iglesia que se consagraban por completo a Dios. Por ello, tenían que separarse o apartarse para dedicarse íntegramente a la vida contemplativa y así asemejarse cada vez más a la vida del tres veces Santo, tal y como nos lo relata la visión de Isaías, según la cual los ángeles cantaban «Santo», «Santo» «Santo» o «qadosh» «qadosh», «qadosh» es el Señor Sheba'ot. Así pues, el sentido de santidad, es en realidad una entrega por completo a Dios. Por ello, toda la vida del consagrado a Dios consiste en ir acercándose cada vez más al ejemplo y aspirar a alcanzar la semejanza con Dios. La santidad consiste, por tanto, en este proceso de separarse o apartarse de lo material para entregarse a Dios por medio de oración. Esta entrega solo se consigue de forma perfecta siguiendo el ejemplo perfecto, que es Dios. Esto solo se logra a través de la contemplación que crea ese diálogo perfecto entre el Creador y la creatura. Así se genera una simbiosis per­fecta entre ambos, donde el santo se encamina hacia el ideal de la vida cristiana auténtica: vivir intensamente el sentirse parte del cuerpo glorioso de Cristo cuya conversión plena se consigue con el proceso de lex orandi.

De hecho, para alcanzar la santidad, la Iglesia pone una serie de condiciones, de las cuales, la más llamativa o característica es el modo de vida que escogen esos gigantes, cuya renuncia los lleva a separarse de lo material para gozar lo espiritual en su plenitud. Posteriormente, el concepto de santidad fue sumando más adjetivos y funciones que requerían una preparación cada vez más exigente. La vida comunitaria monástica brindó la ocasión para que, también a través del estudio teológico-bíblico litúrgico, se pudiera contemplar el camino hacia la santidad. Por ello la Iglesia fue proponiendo esta calidad única a quince grandes figuras de la Universidad de Salamanca.

Hoy día resulta curioso observar una actitud marcada por la ignorancia que no da importancia alguna a esta realidad. Estamos viviendo un período, donde estos conceptos no se ponen en valor por falta de lectura y desconocimiento de nuestro legado cultural cuya base fundamental se debe exclusivamente a esas figuras, a esos sabios eruditos cuya contribución forjó y cimentó durante siglos una sociedad cuyos principios básicos fueron la piedra angular para el continen­te europeo. Además, estos santos de la Universidad de Salamanca contribuyeron enormemente a construir ese legado que en muchos círculos académicos no se valora en su justa medida.

El modo de vida cristiano, la entrega y el estudio encontraron en ellos su simbiosis. Su memoria nos permite gozar de una riqueza sin parangón. Sus actos y su ejemplo de vida nos han revelado una realidad que conduce a la felicidad de una forma natural y sencilla. Esta obra refleja precisamente esta realidad. Nos muestra figuras de primera categoría en el estudio y contem­plación y en la forma de vida que constituyen un ejemplo a seguir. Su lectura nos revelará que, aun siendo hombres y mujeres sencillos, desprendían una fuerza interior extraordinaria y arrolladora que los convirtió en personas es­peciales, escogidas, separadas y apartadas para cumplir una misión indefinida. No fueron nombrados santos solo por su sabiduría académica, sino también por su ejemplo de vida que mostraba su grandeza a través de su sencillez. Así, ya en vida, la santidad emanaba de ellos porque se consagraron al tres veces Santo cuya luz ilumina, transforma y regenera a la persona que se consagra y se entrega a un ideal que solo la Palabra revelada y hecha Carne fue capaz de expresar en su plenitud para la humanidad.

En definitiva, los santos de Salamanca forman parte de estos elegidos que experimentaron la transformación divina porque se separaron del mundo para entregarse y para posteriormente alcanzar la santidad por su ejemplo de vida entregada al estudio y la contemplación. Estos son los santos de Salamanca.

Ediciones USAL ha presentado en la mañana de hoy el libro "Los Santos en la Universidad de Salamanca", coordinado por los profesores jubilados Emiliano Fernández Vallina y Antonio Heredia Soriano, en el que se reúne la vida y obra de 15 estudiantes y/o profesores que fueron proclamados santos o en fase de beatificación o canonización por la iglesia católica.

Esta obra, totalmente novedosa en su concepción, quiere mostrar una faceta insigne de la historia de la Universidad de Salamanca, nunca abordada de modo conjunto: la de las personas que llegaron a la cima de la perfección en la vida del espíritu. Personajes que transitaron por las calles de Salamanca y asistieron a las clases, desde los bancos o desde la tribuna del Estudio salmantino, o como santa Teresa de Jesús, nombrada doctora honoris causa. Son, por tanto, santos oficialmente, declarados tales por la autoridad de la iglesia católica.

Para los profesores Fernández Vallina y Heredia Soriano se trata de "un deber de pública gratitud que cumplir con tales alumnos y profesores" y justificaron su publicación para "dar a conocer una realidad de su centenaria historia, a la vez íntima por escondida en el corazón de sus protagonistas y a la vez encarnada en unas personas que, poco o mucho tiempo, pertenecieron a esta Alma Mater".

Nombres y sus autores

Los nombres y los autores son los siguientes: San Juan de Sahagún (1430-1479), por Emiliano Fernández Vallina (USAL); Santo Tomás de Villanueva (1486-1555), por Francisco Javier Campos (OSA. R. C. Universitario de El Escorial); San Pedro de Alcántara (1499-1562), por Salvador Andrés Ordax (UVA); San Juan de Ávila, (1500-1569). Doctor de la Iglesia, por Mª Jesús Fernández Cordero (UPCO); San Alonso de Orozco (1500-1591), por Teófilo Viñas Román (OSA. Monasterio de El Escorial); Santa Teresa de Jesús (1515-1582). Doctora. de la Iglesia y honoris causa por la Universidad de Salamanca, por Mª Jesús Mancho (USAL); San Juan de Ribera (1532-1611), por Antonio Carreras Panchón (USAL); Santo Toribio de Mogrovejo (1538-1606), por Enrique Cabero Morán (USAL); San Juan de la Cruz (1542-1591). Doctor de la Iglesia, por Elena Llamas Pombo (USAL); San Simón de Rojas (1552-1624), por Pedro Aliaga Asensio, (OSST. Roma.); San Miguel de los Santos (1591-1625), por Isidoro Murciego (OSST. Roma); Beato Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), por Antonio Heredia Soriano. (USAL); Siervo de Dios Marie-Joseph Lagrange (1855-1938), por Ricardo de Luis Carballada (OP. Salamanca); Venerable Juan González Arintero (1860-1928), por Manuel Ángel Martínez Juan (OP. Salamanca); y Beato José Polo Benito (1879-1936), por Mercedes Samaniego Boneu (USAL).

Además de estos personajes, sobre los que hay constancia, datos oficiales o históricos, escritos, documentos y representaciones, hay otros posibles que también habrían podido incorporarse, según los coordinadores, como Francisco de Aguiar y Seijas, arzobispo de México o el primer obispo de Michoacán, el madrigaleño Vasco Vázquez de Quiroga.

La obra fue presentada en rueda de prensa por Ana Martín Suárez, vicerrectora de Ciencias de la Salud y Asuntos Sociales; Emiliano Fernández Vallina y Antonio Heredia Soriano, coordinadores de la obra; y de Enrique Cabero Morán, uno de los autores y miembro de la Junta de Capilla, previa a un acto celebrado en la Capilla de San Jerónimo del Edificio de las Escuelas Mayores, al que se sumaron también el director de Ediciones USAL, Jacobo Sanz Hermida, y otras dos autoras, las profesoras Elena Llamas Pombo y Mª Jesús Mancho Duque.